jueves, 31 de marzo de 2011

Isidro Parodi

Un detective que está encerrado y que resuelve los misterios que le proponen desde el espacio al que ha sido confinado: en 1942, era Isidro Parodi; en 2011, Arkady Balagan.
Arkady es un campeón mundial de ajedrez que se encuentra atrapado en un hotel cinco estrellas de Toronto. En realidad, los del hotel no saben cómo sacárselo de encima, porque él padece de agorafobia desde que su mujer fue asesinada en las puertas del hotel (él no sabe la razón) y les debe fortunas.
Un poco para juntar plata y otro poco para calmar su aburrimiento, Arkady se dedica a resolver misterios policiales. Lo ayudan un estudiante fanático del ajedrez (en general) y de su juego (en particular) y una mucama guatemalteca (a cargo de quienes queda la investigación de campo).
Durante la primera entrega de la serie, Arkady debe resolver el secuestro de un niño, hijo adoptivo de una pareja de hombres que se han divorciado. En la segunda entrega, se trata de un robo en el que aparecen implicados inmigrantes ilegales turcos.
De hecho, la mayor diferencia entre Endgame, la serie canadiense que acaba de estrenarse y sus parientes norteamericanas es precisamente su espíritu metropolitano (casi british): el héroe es ruso, su equipo de trabajo multiétnico, los turcos no son necesariamente asesinos y los homosexuales no son (se insiste en ello) abusadores de menores.
El relato incurre en algunas distorsiones que, sin ser necesariamente "vanguardistas", introducen un cierto aire de frescura en la narrativa tradicional en estos géneros.
Los guiones son cuidados y la producción, que no deslumbra, es correcta.
Pero es tan reconfortante un relato donde la inteligencia brille como lo que es y donde el mundo tiene la forma que le suponemos, que conviene esperar que los programadores de cable locales salgan del sometimiento en el que se encuentran y pongan en el aire este acierto de Showtime, por cuyo hallazgo no dejaré de felicitarme.

miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Honeymoon?

La banalidad del mal

Proa, sede del BAFICI 2011 con Nüremberg (La restauración de Schulberg y Waletzky)

Por primera vez, Fundación Proa es sede del BAFICI, en su décimo tercera edición, y con la proyección de uno de los documentales más importantes de la historia de la humanidad: El juicio de Nüremberg. La Restauración de Schulberg y Waletzky, de 2009.

Escrito y realizado originalmente por Stuart Schulberg en 1948 para registrar el proceso legal contra los crímenes de lesa humanidad cometidos por el nazismo, la recuperación promovida por su hija, la productora Sandra Schulberg, y por el realizador Josh Waletzky, actualiza, tras más de seis décadas, un registro de indudable densidad histórica.

En el marco de la sección “Clásicos modernos”, Proa se suma al Festival para presentar exclusivamente un material inédito, y apoya la visita especial de Sandra Schulberg a Buenos Aires.

Desde el miércoles 6 al domingo 17 de abril de 2011, con sede central en el complejo de cines Hoyts Abasto, y en salas de distintas zonas de la ciudad de Buenos Aires, BAFICI, el evento cinematográfico más destacado del país, dirigido por Sergio Wolf, reunirá en su programación 426 películas nacionales e internacionales, en 22 salas de las 11 sedes, y a través de sus competencias oficiales, retrospectivas y secciones temáticas.

El juicio de Nüremberg fue el documental oficial del gobierno norteamericano, exhibido en Alemania durante la campaña de “desnazificación” en 1948 y 1949, y prohibido en Estados Unidos y el resto del mundo. El documental focaliza el testimonio de los fiscales internacionales y el modo en el que presentan sus propias pruebas contra los criminales de guerra. De él surgieron los denominados “principios de Nüremberg”, que forjaron la base de todos los juicios posteriores por crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

Con los años, el negativo original y los elementos de sonido se perdieron o fueron destruidos. Entre otros valiosos mecanismos de restauración, Schulberg y Waletzky incorporan el audio original de los acusados y los fiscales y potencian uno de los alegatos más contundentes del cine documental de todos los tiempos.

Como todos los años, BAFICI ofrece a los asistentes y participantes actividades especiales que vinculan al cine con otras disciplinas artísticas: recitales, presentaciones de libros, clínicas, ciclos gratuitos de cine infantil (“Baficito”) y de cine adulto al aire libre, encuentros de perfeccionamiento y rondas de negocios, como “Buenos Aires Lab”, “Talent Campus” e “Industry Office”.

Desde 1999, el festival constituye uno de los encuentros internacionales de cine más prestigiosos del mundo. En 2010, el número total de concurrencia alcanzó la histórica cifra de 280 mil personas.

martes, 29 de marzo de 2011

Y finalmente...




Fotos: Gastón Depetris
Fuente: Muchos días felices

Para Diego

lunes, 28 de marzo de 2011

Lo intenso es lo sentimental

Ihateyoubafici: TOOOOOOOOOODOS ESTOS AÑOS Y NI UNA CREDENCIAL

Otro año más que se impone como un deber justiciero, como un llamado a las armas, como una luz que nunca se apaga, como el deber que pide batallar en el frente, rendirse nunca, acreditarse jamás. Otro año más sin una credencial medialunera colgando de la garganta, otro año más sin éxito real, el único que importa, pero con el éxito moral, aquel éxito que nos otorgan todos aquellos que se acuerden de nosotros una vez al año. No los culpamos. Siempre firmes en nuestra guerrilla pre y contra revolucionaria, porque se deben cubrir todos los frentes del ridículo, este año vamos a estar ahí. Menos quizás, porque han pasado muchos años desde aquel lejano 2004 y con todos esos años muchas ex novias que deberían agradecer que nuestras fantasías asesinas encuentran su espacio en las salas de este querido festival, en las caras de los tipos de seguridad, en la eterna presencia de QUINTÍN, en el amor con el que nos respalda DANIEL LINK, en los comentarios resentidos que nos dejan nuestros fans, en la alegría de ganarle a la BARCELONA y sus tapas pelotudas y predecibles, en la cara de vaca abandonada de cada crítico de cine que no entiende NO ENTIENDE NO COMPRENDE que esta asistiendo a un evento que se desarrolla al lado de una PLAZA SECA, en algo llamado HOYTS, en un país llamado ARGENTINA.
Dicho esto y un poco conmocionados porque no fuimos invitados al casamiento de LINK* y mucho pelotudo si, empezamos a calentar motores, aunque la palabra calentar tratándose del BAFICI es una cargada.
Con toda la mala onda de siempre, boluditos."

*Creíamos que los habíamos invitado, queríamos haberlos invitado.

Los anillos de boda y el garfio plateado

por Laura Ramos para Clarín

Decíamos que la dimensión mística de la boda la dio la epístola que leyó Mario Bellatin a los novios, vestidos con idénticos trajes negros de etiqueta; pero alguien dijo que no fue la epístola sino su gesto de dandy al enganchar los anillos con su garfio plateado y magnífico y así entregarlos a Daniel Link y Sebastián Freire sobre el escenario y … ¿no llovía? ¿no llegó Pablo Pérez con su uniforme s.m. de cuero entretanto? Decíamos que las ocho arañas del Salón Imperial y los cristales de roca checoslovacos temblaban cuando los novios extendieron la libreta de matrimonio sobre nuestras cabezas ¡parecía el libro rojo de Mao Tsé Tung! y que algunos lloraban cuando comenzó a bailar la drag queen más preciosa de Paternal, ¡de la República!
Alguien dijo que Bellatin había estudiado Teología durante dos años en el seminario Santo Toribio de Mogrovejo, en Perú, antes de hacerse escritor. También se dijo que en el 2005 arrojó al río Ganges, India, al lado de los muertos que pasaban flotando alrededor de la barca donde él navegaba, la prótesis que sustituía su brazo derecho. Pero que, de regreso a México, empezó a experimentar una sensación de pérdida que lo impulsó a adoptar el garfio de metal (en Berlín, un mascarero lo decoró con una serie de piedras de fantasía; planea para el futuro un brazo que porte un celular, una navaja suiza y un exhalador de gases). “Mi madre no me ha pedido que me ponga el pijama ni que me despoje del brazo ortopédico. El brazo, se llama. Colócate el brazo, quítate el brazo, ¿dónde has dejado el brazo? No asustes a los niños con el brazo. En efecto, a partir del mal uso del aparato cada vez me invitan menos a las fiestas infantiles.” (La escuela del dolor humano de Sechuán, 2005)
Pero también alcanzó una dimensión política la epístola de Melchor Ocampo adaptada por Bellatin, el novicio: “El matrimonio es el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie o hacerla más placentera y suplir las imperfecciones del individuo, que no puede bastarse a sí mismo para llegar a la plenitud del género humano. Ésta no existe en la persona sola sino en la dualidad conyugal. Los casados deben ser y serán sagrados el uno para el otro, aún más de lo que es cada uno para sí.
El hombre, cuyas dotes sexuales son principalmente el valor, la abnegación, la compasión y la fuerza, debe dar y dará al marido protección, consuelo y dirección, tratando siempre al otro como la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, sea quien sea el débil en cada ocasión, esencialmente cuando este débil se entrega a él y cuando, por la sociedad, se le ha confiado.
Es decir que el hombre, cuyas principales dotes son también la abnegación, la belleza, la perspicacia y la ternura, debe de dar y dará al esposo agrado, asistencia, alimento y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe de dar a la persona que nos apoya y defiende y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca e irritable y dura de sí mismo.
El uno y el otro se deben y tendrán respeto, deferencia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarán que lo que el uno esperaba del otro al unirse con él no vaya a desmentirse con la unión. Ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirán injurias porque las injurias entre casados deshonran al que las vierte y es prueba de su falta de tino o de cordura en la elección; ni mucho menos maltratarán de obra porque es villano y cobarde abusar de la fuerza. (de forma) A partir de este momento, están unidos en matrimonio, y el beso que pido que se den va a unirlos frente a los presentes y frente a toda la sociedad.”
En la Escuela Dinámica de Escritores que creó en México, Bellatin experimentó formas de indagar en estructuras narrativas de otras artes: a partir de la prohibición de escribir, los talleristas deben calzar zapatillas de ballet, componer música, hacer esculturas. En Perros héroes. Tratado sobre el futuro de América Latina visto a través de un hombre inmóvil y sus treinta Pastor Belga Malinois, un hombre parapléjico se dedica a criar perros asesinos. Lo custodian un halcón sentado en su percha, unos periquitos de Australia enjaulados, un cuidador-enfermero, su hermana y la madre de ambos. Otro modo moral de fundar una familia. La novela trae un dossier con las fotos del hombre inmóvil que sirvió de inspiración al autor.
Oh nuestros trances britpops y la épica de nuestros nombres, de nuestros rostros y nuestras películas, oh nuestras ediciones inglesas y nuestra sangre y nuestros sets en Tokio y el Bowie gay power, nuestros libros diseñados y nuestros libros escritos y nuestros tatuajes: toda una narrativa borrada en un instante (Nota: las paredes del salón estaban cubiertas de pinturas españolas de principio de siglo de Julio Borrell, nuestro DJ Nijensohn tocaba su música celestial, nos sentíamos exaltados: ¿alguna vez habíamos sido más felices?).
Los últimos de la fiesta nos sentamos y apoyamos las cabezas en los hombros de los otros. Al salir, un rayo de sol –no había llovido, de todos modos- iluminaba la vereda. Daniel Link leyó sus votos: “Todo el mundo lo sabe, Sebastián: vos sos lo que yo he hecho de vos, y yo soy lo que vos has hecho de mí. Podríamos haber dicho lo mismo ante Dios o ante la Ley, pero elegimos decirlo delante de nuestros amigos: ninguno de los dos puede ya ser algo diferente de lo que cada uno ha hecho del otro. Después de estos diez años, que te agradezco, eso es ya irreversible y, por lo mismo, definitivo. Sos lo que quise, lo que quiero y lo que voy a querer. Hasta mi último suspiro.”

domingo, 27 de marzo de 2011

Humor liberal

Por Daniel Link para Perfil Cultura


Esa mañana de marzo, las señoritas de sociedad desafiaron las lluvias torrenciales que desde hacía dos días se abatían sobre Buenos Aires y partieron en sus coches rumbo a la Facultad de Medicina.
No querían perderse por nada del mundo la ceremonia en la que el queridísimo Eduardo iba a recibir su título de Doctor, después de tantos años de sacrificados estudios y necesarias interrupciones. Además, el decano mismo de la Facultad ofrecería un ágape al término de la ceremonia y ellas iban a lucir sus mejores galas.
Frente a las arcadas del edificio donde funcionaba la alta casa de estudios médicos, los jóvenes se arremolinaban para poner bajo los pies de las excitadas jóvenes las alfombras de cáñamo que habían llevado para evitar que se ensuciaran con barro. De paso, los comedidos se aseguraban la posibilidad de estudiar los tobillos de las damiselas (y deducir, en consecuencia, la morfología corporal completa, de acuerdo con hipótesis que habían perfeccionado durante las largas noches que habían pasado en las trincheras).
Corría el año de 1870, y don Diego William Wilde esperaba con orgullo la titulación de su vástago, que había nacido en el exilio, cuando la tiranía de Rosas lo había obligado a huir con su mujer a Bolivia.
Aún antes de recibirse, Eduardo Wilde (Tupiza, Bolivia, 1844/ Bruselas, Bélgica, 1913) había dado muestras de su temple al interrumpir sus estudios (iniciados en 1864) para dedicar su atención a las víctimas del cólera (1867-1868) y al enrolarse como “cirujano” de campaña en la terrible Guerra del Paraguay (era la especie que al joven le gustaba difundir, aunque carecía de la preparación y la habilitación para un puesto semejante).
Julito Roca, Olegario de Andrade, el querido Victorino de la Plaza, todos ellos compañeros del Nacional de Concepción del Uruguay, se habían acercado también a celebrar el ansiado (y merecido) título. De paso, le pusieron en La Prensa el avisito que al día siguiente sería la comidilla de todo Buenos Aires: «Eduardo Wilde, Doctor en Medicina. Se ha dedicado mucho a la cirugía, ejercitándose en todas las operaciones que se practican durante su servicio en los dos grandes hospitales de esta ciudad. Las personas que deseen ocuparlo pueden dejar aviso en la calle Belgrano número 234».
¡Qué plato! Eran esos días en que estos jóvenes pensaban que iban a llevarse el mundo (el país) por delante: médicos, coroneles, abogados, literatos, todos con fluidas relaciones entre si y con familias dispuestas a mover sus influencias para obtenerles las mejores posiciones, ¿por qué habría de ser de otro modo?
En el otoño de 1867, el cólera había aparecido como una epidemia de escasa importancia en Rosario. Hacia el verano de ese año funesto, el brote se expandía ya por varias provincias (Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Córdoba, San Juan, Santiago del Estero) y países limítrofes (Uruguay) provocando severas crisis de mortalidad en varias ciudades. Los investigadores del momento se abocaron a su estudio. Germán Segura dedicó su tesis doctoral al asunto (Cólera morbus epidémico. Tesis de la Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Imprenta del Plata, 1868). Francisco Canessa hizo otro tanto (Cólera asiático. Buenos Aires, Imprenta, Litografía y Fundición de Tipos de la Sociedad Anónima, 1871).
Ambos adscribían a la “teoría de la infección”, según la cual la enfermedad se debía a la putrefacción del aire, que luego degeneraba en “miasmas” venenosos y pegajosos que por inhalación o contacto mataban a las víctimas. Para los dos autores, además, el temor a ser atacado por la enfermedad predisponía a padecerla (de allí que se la considerara una “enfermedad moral”). Después de 1883, cuando Robert Koch habría de descubrir el bacilo del cólera, todo esto iba a ser considerado un disparate, pero en los tiempos de la epidemia ésas eran las teorías al uso.
Más pragmático, Eduardito consiguió que lo nombraran, mientras cursaba el cuarto año de la carrera de Medicina en 1867, como encargado del Lazarato Interno de Coléricos.
Fue el primero de los cargos públicos que ejercería y que lo convertirían en una referencia del higienismo y la salubridad pública (asociado con Julito Roca y con Juárez Celman, dos paladines del orden y el progreso).
Diputado provincial, nacional, ministro, embajador, ningún cargo se le podía negar a Eduardito, un poco héroe de guerra, otro poco médico de campaña, pero sobre todo, un amigo de ley, un tipazo con el que siempre se podía contar, dotado de un fino humorismo y de un sentido literario innato. Eduardito habría preferido dedicarse a las Bellas Letras, pero el país lo necesitaba en otros puestos. Su autobiografía Aguas abajo, los libros de viajes y los relatos de Prometeo y Cía. son un pálido indicio de sus potencialidades en esa materia.
Pero volvamos a esa barrosa mañana de 1870, cuando la sociedad de Buenos Aires se aprestaba a escuchar la conferencia magistral de Eduardito, flamante doctor (había que cumplir con ese formalismo, claro, pero ya todos conocían sus capacidades médicas). Allí estaban sus amigos de colegio y futuros presidentes; más allá, las niñas casamenteras; en aquel rincón, los veteranos del Paraguay, todavía con ojeras y con toses, incubando ya la fiebre amarilla que al año siguiente sembraría el terror en Buenos Aires; en un lugar destacadísimo, los afligidos miembros de la Asociación Médica Bonaerense, con la medalla de oro para premiar la tesis de Eduardito. La coalición liberal en pleno se aprestaba a escuchar las palabras sabias de un joven que conocía el cólera de primera mano y que había practicado la “cirugía” en las condiciones más atroces.
¿De qué habló Eduardito y qué nos enseña su tesis, que se llama El hipo?
Dijo, con la voz profunda y al mismo tiempo cantarina que arrancaba suspiros en las graderías:

En el hipo fisiológico, es decir, en aquel que se manifieste sin trastorno apreciable orgánico o funcional, se emplean muchos tratamientos cuya mayor parte no es sino un medio de pasar el tiempo y dar lugar a que el espasmo se termine de por sí. Muchas veces un espasmo crea otro espasmo y nada de extraño tiene que un susto, una impresión moral fuerte o una distracción remedien el hipo que estos mismos fenómenos han podido hacer nacer” (El hipo. Buenos Aires, La cultura argentina, 1924, pág. 176)*.

¡Qué plato! Se sonreían las damas y los caballeros asentían con complicidad. “Este Eduardito...”.
La tesis se publicó muy tardíamente y una sola vez, tanta es la vergüenza ajena que provoca. ¿Medalla de oro? ¿Tesis doctoral?
Si hoy conviene rescatar del olvido en el que ha estado ese escrito circunstancial no es tanto por el brillo de su estilo sazonado con oportuno humorismo sino porque da el tono de la generación del ochenta y sus preocupaciones: la impresión moral fuerte, la distracción y el susto como remedios de los eventuales espasmos de la Historia (el cólera, la fiebre amarilla, la Guerra de la Triple Alianza; más adelante: la indiada, el anarquismo y la revuelta).
Citando al otro, podría decirse que uno jamás querría pertenecer al club del que este Wilde formaba parte. Leído en sus márgenes, el brillo de la coalición liberal se vuelve sombra espesa.

*Agradezco a Elena Donato el señalamiento de esta cita.


sábado, 26 de marzo de 2011

Los signos del arte (2)


Raúl Antelo, Oscar Reymundo y Rubén Szuchmacher


Edgardo Cozarinsky y Luna Paiva


Sebastián, Susy Shock, Marlene, Juan Tauil y Andrés


Fabiana Ferráz y Javier Porta-Fouz


Raúl Trujillo y Cristian Alarcón


Valeria Castro, Gonzalo Castro y su novia


Lisa Kerner, Maxi Cuenca y Rosario Vázquez


Dolores Berdiñas y Mariano Kairuz


Alejandro López y acompañante


María Sonia Cristoff y Américo Castilla


Alejandro Ros y SIlvia Fehrmann


Diego Trerotola


María Moreno


Daniel Molina


Work in Progress

Por Daniel Link para Perfil


Mario Bellatin, uno de los escritores más importantes de América Latina (“Me llamo Mario Bellatin, y odio narrar”), pasó por Buenos Aires para participar de una celebración privada. Aprovechó la circunstancia para conversar en el MALBA sobre Invernadero (la película de Gonzalo Castro que lo toma como objeto de atracción irresistible) y para presentar su proyecto Los 100 mil libros de Bellatin.

Lo encontré sentado en la Plaza Serrano, “en la intersección de Cortazar y Borges, que me parece una mezcla fatal”, dijo con su habitual sonrisa. “Es”, agregó, “el corazón de Palermo: el lugar ideal para poner a disposición de los paseantes parte de Los 100 mil libros de Bellatin.

Desde hace un tiempo, Mario Bellatin ha puesto en marcha el proyecto de hacer 100 mil libro escritos y editados por él mismo, en formato pequeño, lo que lo obliga a reescribir los libros ya publicados y a pensar sus próximas entregas en relación con las restricciones impuestas por la colección. “Quiero

recuperar mi obra, que está dispersa en una serie de editoriales, y al mismo tiempo resignificarla”, dice. “Hasta ahora tengo 4 mil libros impresos y 35 libros terminados pero todavía no editados. La idea es llegar a los 100. Desde ahora no cumpliré años, sino que contaré mi vida en términos de libros editados en esta colección”.

La iniciativa, que nació en la ciudad donde vive, México, ya dio la vuelta al mundo y será presentada en la próxima edición de la Documenta de Kassel, a donde Bellatin fue invitado como curador.

Como todo escritor que se precie de tal (como todo artista), Bellatin investiga los límites del lenguaje y confiesa que para lo que está haciendo no hay palabras que lo satisfagan: él no vende los libros, pero tampoco los regala. Los pone a disposición de la gente que, en algunos casos los obtiene gratuitamente y en otros paga muchísimo. Su estrategia es preguntarle a quien se interesa por ellos cuánto le parece que pagaría por uno de esos libros (todos numerados y con la huella digital de Bellatin impresa en la contratapa y, en algunos casos, con un sello con su dirección electrónica, la única que tiene).

Allí se enfrenta con el estupor y la incomprensión: la gente titubea, no sabe qué decirle, se ofusca.

En las Ferias del Libro a las que es invitado, para no competir con las grandes editoriales (que siguen editándolo), inventó un happening que reproduce durante días y horas: en un escritorio portátil, muestra al escritor trabajando en sus libros. En los Museos y galerías, aprovecha el poder adquisitivo de los concurrentes para redoblar el precio de sus libros. Casi nadie entiende lo que hace (“a todo el mundo le parece bien gastarse miles de dólares en comprar un cuadro pero no entienden que yo gaste mi dinero haciendo libros”).

Los 100 mil libros de Bellatin no están ni estarán en librerías. Bellatin los mandará por correo o acaso podrán aparecer en una plaza, en una fiesta o en un mercado. Pero nadie se quedará sin leer un libro suyo porque no tenga plata para comprarlo, eso es seguro.

viernes, 25 de marzo de 2011

Te doy mis botxx

por Lux para Soy

Con el pañuelo listo para recoger las lagrimitas que siempre se le escapan en estos casos, Lux va a una boda de gala y se desorienta enseguida: ¿intercambian votos o botox? Le preguntó a un asistente de apellido Cozarinsky y nombre de escritor y cineasta que apenas pudo contestar algo más que “me embarga la emoción cívica”. Pero respuestas no era lo que buscaba nuestrx cronista, sino fiesta. Y de eso sí que hubo.

Lo siento por los esposos, pero antes de abundar en las maravillas de la boda voy a presentar mi queja: amigos míos, ¿por qué me abandonaron? Solx y al mediodía me desperté bañadx en lux en lo que se suponía que era un dark room al que llegaba nítida, nítida la aspiradora que se estaba llevando los restos de nuestros brillos, nuestras plumas, nuestras perlas, nuestras mejores galas. ¡Nuestra noche así acabada como esos sistemas solares que quedaron estampados en mi vestido y cuya procedencia me resulta imposible de rastrear! Nuestra noche, porque así fue la boda, de ellos dos, Link Freire/ Freire Link, y de todxs lxs que renovamos votos de amor en una noche de luna llena, llena como lleno estuvo de fantasía el salón del Club Español donde alguna vez disertó García Lorca y el viernes pasado el garfio de Bellatín hizo malabares con las alianzas de oro para que ellos se las donaran el uno al otro. ¡Qué no hará con ese gancho! Le dije a él al oído, mientras me agarraba las partes, no fuera que me tomarx desprevenidx. Igual le di todo, lo que me pidió y lo que no me pidió, porque a un maestro de ceremonias como él no se le puede negar ni el dolor de ser engarfiadx. Con él había empezado la noche. O con él había seguido después de que los novios cruzaran el salón donde hasta los frisos de estuco se sonrojaron de tanto intelectual vestidx de fiesta, en riguroso blanco, negro y plateado. Porque los muchachos le exigieron a la concurrencia, impusieron su código de vestuario y salvando un artista plástico con bienal propia que robó con una túnica gris de seminarista empolvado, el resto cumplió con la consigna sacándose chispas en la alfombra roja. Travas de dos metros más tacos y sombrero abrieron el paso nupcial tirando plumas para ahorrar trabajo a los novios, que dieron el sí en el escenario con una cohorte de testigos que incluyeron madrinas en alturas diversas entre el metro cincuenta y el metro ochenta —esta última bastante mal depilada y con poca gracia para el taco—, pero solemnidad al tono y padrinos con menos variedad pero la misma emoción a flor de piel. Es que los votos de Link arrancaron lágrimas y también algún estúpido comentario feminista que se escuchó antes de que terminara la frase y cerrara el “Sebastián, no sos otra cosa que lo que yo hice de ti” con un: “y yo no soy otra cosa que lo que vos hiciste de mí”. Como si alguien ahí dentro hubiera necesitado defensa alguna. Anegadx en lágrimas que secaba con un pañuelito blanco, una crítica literaria se acomodaba el jopo a tono con el vestuario mientras una bella Paula Mafia se colgaba la guitarra para entonar clásicos italianos de amor loco. ¿Fue antes o después del vals? De los valses, una joya cada uno, no es fácil guardar postales porque fue un ir y venir de manos y pisotones que sólo el bálsamo de cinco go dancers de pecho lampiño y bombachita roja podían curar. Claro que enseguida se vino una caravana de tortas que portaban a su vez unas ídem en forma de pastillitas de la felicidad —desde Prozac hasta bichitos—, que bien podrían tomarse a modo de consejo matrimonial para quienes todavía aspiren a la larga duración. Ahora, debo decir que las tortas que las acarreaban no tomaron ninguna, porque si hubo sexo en la pista fue por esas chicas venidas de Berlín a Lanús que comieron tantas bocas como tachas tenía el atuendo leather de mi vecino de Soy Positivo, que evidentemente no se recuperó del jolgorio porque aquí me dejó solitx y mi alma. Por suerte tuve a mi osito pelilargo, cinéfilo y en pollera para acunarme en tiempos de resaca. Y a los tiradores de los novios para sujetarme en tiempos de éxtasis. Y el abrazo del maestro de ceremonias para quedar colgadx, como a mí me gusta, más allá de la fiesta. Porque me habré despertado sin más compañía que el sonido matutino de la aspiradora, pero es sólo porque no me resigno a que tanto preparativo termine en una sola noche, ¿no podremos hacer un bis?, ¿quiénes serán lxs próximxs?

Club del libro



Puan's Red Carpet (2)


Leonora Djament y su marido


Florencia Garramuño y Álvaro Fernández Bravo (NYU)


Diana Wechsler (Untref) y Mae Huernos con Raúl Antelo (UFSC)


Graciela Goldchluk (UNLP) y su marido


Matías Carbone y Mariano López Seoane


Paula Croci, Max Gurián y Lucía Dussaut


Evelyn Galiazo y Esteban Cobasky


Cecilia Magadán y su marido


La nueva cohorte de adscriptos de Literatura del Siglo XX


jueves, 24 de marzo de 2011

Los signos del arte (1)


Gabriela Bejerman y Luciana Caamaño


Matilde Sánchez y su hija Miranda Pauls con Rita Pauls y su festejante, Kevin


Laura Ramos, Gustavo Arditi y Maitena


La exqusita Paula Maffía flanqueada por su Natacha Ebers y Amalia Etchesuri


Santiago Giralt y Federico


Fernanda Laguna y Francisco Garamona


Cristian Trincado y Cecilia Alvis


Pola Oloixarac y Emiliano Kargieman


Edgardo Russo


Isol Misenta y Rafael Spregelburd


Alberto Goldenstein


Albertina Carri y Marta Dillon


Guillermo Bertossi y Juana Molina


Cecilia Szperling y Andrés Di Tella


Nicolás Gelormini y Pablo Pérez


Andi Nachon y su marido


Tamara Kamenszain y Ana Becciu


Claudia Gilman


Lecturas de Borges



miércoles, 23 de marzo de 2011

El círculo de la vida




Puan's Red Carpet (1)


Beatriz Sarlo con Saula Benavente y José Miguel Onaindia


Ilona Aczel y Juan Pechín


Diego Carballar con Francisco Marguch (UNC)


Elvira Arnoux con Silvio Mattoni y Cecilia Pacella (UNC) junto al artista Alfredo Prior y Alejandra Solís


Gonzalo Aguilar y Alejandra Laera



Carlos Gamerro con un grupo de fans


Marcelo Topuzian y Patricia Martínez


Claudia Kozak y Carlos Leibovich


Elena Donato y Valentín Díaz


Ariel Schettini, Carlitos Sturla, Guadalupe Salomón y Damián Ríos


Diego Bentivegna y Eugenia Link


Martín Paz y Laura Isola


Ana Amado, Josefina Ludmer, Adriana Rodríguez Pérsico y Nora Domínguez