miércoles, 30 de mayo de 2012

Cro-cro

martes, 29 de mayo de 2012

Vidas de santos

por Laura Isola para Perfil Cultura (domingo 27 de mayo de 2012)


Uno está en el Museo de Prado y es de 1611; el otro, en el Palazzo Rosso de Génova y es un poco posterior, de 1616. El primero recorta el cuerpo del santo sobre un fondo oscuro, con las manos atadas por detrás a la altura de cintura, la cabeza ladeada, los ojos acuosos y una flecha en el costado. Apenas tapado por un lienzo a la altura de las caderas, también, está el santo, en el otro cuadro. Pero esta vez, las manos atadas sobre la cabeza, la mirada hacia arriba. Se ven, claramente, las dos flechas y un hilo de sangre. Bello y ocupado en su martirio, en ambos casos, el santo es San Sebastián y el pintor Guido Reni (1575-1642), exponente magistral de la escuela boloñesa. La agonía y el éxtasis compiten en su cara y en el cuerpo, apenas colgado, con la tensión indispensable para que el dolor y el placer hagan su tarea. El segundo, por su parte, corrió una suerte más literaria que el primero. Bien conocido es el impulso que genera en el muchacho de 12 años, protagonista de Confesiones de un máscara, de Yukio Mishima. Asimismo, el propio Mishima se “convierte” y adopta la pose del mártir en una foto de 1970. Por su parte, era el preferido de Oscar Wilde: “La visión del San Sebastián de Guido vino ante mis ojos tal como lo vi en Génova, un precioso niño, de cabello crujiente y revuelto y de labios rojos, elevando sus ojos con una mirada fija, divina, apasionada hacia la Eterna Belleza de los Cielos abiertos”. Le escribió un poema y a su vez, el escritor irlandés fue más allá. Hizo cuerpo de su nombre. Cuando salió de la cárcel y se exilió para siempre, fue Sebastian Melmoth en señal de propio martirio.


sábado, 26 de mayo de 2012

Lobotomía celular

Por Daniel Link para Perfil

Hace unos meses, una persona muy querida cumplía años y, como conozco sus fantasías como nadie, me propuse regalarle un “smartphone”, su más intenso sueño.
Entre mi ofrecimiento y la concreción del regalo pasó mucho tiempo, porque el modelo regalando (participio futuro pasivo, como “amanda”, que implica obligación de) no estaba disponible o se había agotado hacía unos minutos o estaba disponible sólo para la compra on-line o, por el contrario, las unidades sólo se vendían en la agencia de tal barrio. Las pesquisas continuaron hasta que un día, inesperadamente, el modelo estaba, podía adquirirse, la portabilidad numérica podía tramitarse, qué felicidad para el que cumplió años.
Luego la portabilidad quedó trabada (aparentemente las miles de instancias que intervienen en el traspaso del número propio, el tatuaje bio-comunicacional, operan como predadores acechantes para bloquear el trámite) y el artefacto quedó en poder del cumpleañero, pero con número nuevo.
La programación del artilugio demoró una semana (incluidas las cargas de agendas múltiples y unificadas, y la prueba de las aplicaciones). Terminado el agobiante proceso, el (simpático, por cierto) teléfono inteligente demostró sus gracias: comparado con los antiguos celulares, no sirve para nada (útil), salvo reproducir una vela encendida (al soplarla, se apaga), una bandera con los colores del arcoiris (al soplarla, se agita), el “látigo de Sheldon” (el sonido de un látigo que, al hacerlo restallar, indica que alguien es un pollerudo), y todos los programas de comunicaciones e infames redes sociales imaginables (o incluso: inimaginados).
¿Es verdaderamente inteligente el teléfono? Lo único que hace es emitir sonidos todo el tiempo, porque ha entrado un mensaje de texto, o un WhatsApp, o una notificación de facebook, o porque una loca con ganas de sexo o amistad se aproximó al radio de alerta del aparatito. Es como un bebé que regurgita. O mejor: es como un cerebro de bebé que se ha salido para siempre de la cabeza del descerebrado que lo lleva en la mano y lo manosea en las mesas de los restaurantes.



viernes, 25 de mayo de 2012

A hacer la cola

CONFERENCIA
León Ferrari, la experiencia exterior
A cargo de Daniel Link
Lunes 28 de mayo, a las 18:30
Auditorio MALBA. Entrada gratuita.
Las entradas se entregarán a partir de las 12:00 del mismo día, hasta agotar la capacidad de la sala. 

La obra de León Ferrari es una crítica de la idolatría (la adoración de una imagen en lugar de la deidad, que se supone el Icono representa).La idolatría es tiempo perdido, de modo que hay que rechazarla tan terminantemente. Hay que recobrar el tiempo perdido, dice la obra de León Ferrari, cuya temática obsesiva es el Tiempo, los Tiempos (el tiempo del Apocalipsis y el de la Revolución; el tiempo del arte y el de la deyección, el Fin de los Tiempos, la Historia. Se analizará esa obsesión en las obras expuestas en "Brailles" y "Relecturas de la Biblia".





















Dicen que...

“Empecé escribiendo en Radar libros porque estaba Daniel Link, en ese momento él era un excelentísimo interlocutor para ideas que yo tenía. Lo llamaba, le proponía, y el tipo se copaba inmediatamente. Cosas que no eran para Radar libros, como por ejemplo, cuando estuve comunicándome por mail con Nicolas Bourriaud, inmediatamente antes de que fuera director del Palais de Tokyo. Había leído su Estética relacional. En ese momento no había ni interés ni difusión de él. Pero cuando me enteré que venía al país, le escribí para hacerle una entrevista y aceptó. Se lo propuse a Link y lo primero que me dijo fue sí, genial, pero es una nota más para Radar, entonces habló con Alan Pauls y Boido, y a ninguno de los dos les interesó, entonces la entrevista terminó en Radar libros. Una nota larguísima donde habla de sus posiciones y visiones estéticas. Fue citado por todo el mundo. Link era muy jugado”.

Rafael Cippolini en entrevista de Dany Barreto para Sauna, revista de arte.

(Gracias, Federico Carugo y, gracias Rafael, no tanto por este testimonio, sino por aquella(s) propuesta(s). Son esas interlocuciones las que hacen que un proyecto valga la pena)



miércoles, 23 de mayo de 2012

El futuro

Por Giorgio Agamben para Rai 3

Para compreender o que significa a palavra futuro, é preciso antes saber o que significa uma outra palavra, a qual não estamos mais habituados a utilizar, ou ainda, que estamos habituados a usar apenas na esfera religiosa: a palavra fé. Sem fé ou crença, não é possível futuro. Isto é, há futuro somente se podemos esperar ou crer em algo. Mas, o que é a fé? David Flusser, um grande estudioso de ciências da religião, e ainda há uma disciplina com esse estranho nome, um dia estava trabalhando sobre a palavra pistis, que é o termo grego que Jesus e os apóstolos usavam para fé. Naquele dia, estava passeando e, por acaso, encontrava-se numa praça em Atenas. Num determinado momento, olhando para cima, viu escrito em grandes letras à sua frente Trapeza tés Pistéos. Surpreendido pela coincidência – a palavra pistis – observou com mais atenção. Depois de alguns segundos se deu conta de que se encontrava simplesmente diante de um banco. Trapeza tés Pistéos significa em grego “banco de crédito”. Foi uma espécie de iluminação. Eis, finalmente, o que significava a palavra pistis, que há meses estava tentando compreender. Pistis, fé, é simplesmente o crédito de que gozamos junto a deus e de que a palavra de deus goza em nós a partir do momento em que nela cremos. Por isso Paulo pode dizer, numa famosíssima definição, que a fé é “substância de coisas esperadas”. A fé é o que dá realidade ao que ainda não existe, mas em que cremos e temos fé, porque nela colocamos em jogo o nosso crédito, a nossa palavra. Algo como um futuro existe apenas na medida em que a nossa fé consegue dar substância, isto é, realidade, às nossas esperanças. Mas a nossa, sabe-se, é uma época de escassa fé. Ou, como dizia Nicolà Chiaromonte, uma época de má-fé; isto é, de fé mantida à força e sem convicção. Portanto, uma época sem futuro e sem esperanças (ou, de futuros vazios e de falsas esperanças). Mas nesta época, muito velha para crer verdadeiramente em algo e muito esperta para ser verdadeiramente desesperada como deveria, o que se faz do nosso crédito? O que se faz do nosso futuro? Porque, parece-me, se se observa bem, há ainda uma esfera que gira inteiramente ao redor do tema do crédito. Uma esfera que englobou toda a nossa pistis, toda a nossa fé. Esta esfera é o dinheiro e o banco, a Trapeza tés Pistéos, é o seu templo. Vocês sabem que o dinheiro é apenas um crédito. Em todas as notas, na esterlina, no dólar, curiosamente não no euro (isto deveríamos deixar sob suspeita), vem escrito que o banco central promete garantir aquele crédito. Está escrito: “o banco pagará ao portador” – libra esterlina, ou dólar, mesmo se agora não há mais o padrão ouro e se a conversão ao dólar não existe mais. Vocês sabem também que a assim chamada “crise” que estamos atravessando – e espero que sejam bastante inteligentes para suspeitar de que o que se chama crise não é algo provisório, mas o modo normal no qual funciona o capitalismo do nosso tempo – começou com uma série desconsiderada de operações sobre o crédito, sobre créditos que vinham descontados e revendidos dezenas de vezes antes de poderem ser realizados. Isso significa, em outras palavras, que o capitalismo financeiro e os bancos, que são seu órgão principal, funcionam jogando sobre o crédito, isto é, sobre a fé dos homens. Isso também significa que a hipótese de Walter Benjamin, para mim uma belíssima hipótese, segundo a qual o capitalismo é, na verdade, uma religião, a mais feroz e implacável religião que já existiu porque não conhece redenção nem dia de festa, deve ser tomada literalmente. O banco tomou o lugar da igreja e dos seus padres, e, governando o crédito, manipula e gerencia a fé – a escassa e incerta crença que o nosso tempo tem ainda em si mesmo. E o faz do modo mais irresponsável e sem escrúpulos, procurando lucrar dinheiro da crença e da esperança dos seres humanos, estabelecendo o crédito que cada pessoa pode gozar e o preço que deve pagar por isso. Hoje estabelecendo e avaliando até mesmo o crédito dos estados que cederam, não se sabe o porquê, a sua soberania. Desse modo, governando o crédito, governa não somente o mundo, mas também o futuro dos homens, este que a crise torna sempre mais curto e a termo. E se hoje a política não parece mais possível, isso acontece, de fato, porque o poder financeiro sequestrou toda fé e todo o futuro, todo o tempo e todas as esperas. Enquanto durar essa situação, enquanto a nossa sociedade, que se crê laica, permanecer servindo a mais obscura e irracional das religiões, eu os aconselho a retomar o seu crédito e o seu futuro das mãos destes sombrios, desacreditados, pseudo-sacerdotes, banqueiros, de uma parte, e dos funcionários das várias agências de rating, de moldings, de Standard & Poor’s, ou qualquer outra denominação que tenham. E, talvez, a primeira coisa a se fazer é parar de olhar tanto ou apenas para o futuro, como eles exortam a fazer, para, ao contrário, voltar o olhar para o passado. Somente compreendendo o que aconteceu, sobretudo procurando compreender como e por que pôde acontecer, talvez, poderão conseguir liberar-se dessa situação. Não a futurologia, mas a arqueologia é a única via de acesso ao presente.

Intervenção de Giorgio Agamben no programa "Chiodo Fisso" da emissora de rádio "Rai 3" no último dia 25/01/2012. (Link para arquivo de áudio original: http://www.radio.rai.it/podcast/A42410486.mp3)

Transcrição e tradução para o português: Vinícius Nicastro Honesko.

(Gracias, Raúl!) 



domingo, 20 de mayo de 2012

Modernos de antes...































sábado, 19 de mayo de 2012

El fin de Europa

por Daniel Link para Perfil

Una de esas bellas jóvenes parisinas, rubia como Catherine Deneuve (es decir: como la República francesa se imagina a si misma), que ha abandonado hace años el confort y el hastío de una Europa ya entonces sin rumbo para instalarse en Buenos Aires (donde, dice, “los hombres son más divertidos”) aparece en una vernissage, después del triunfo de François Hollande, con su pelo teñido de castaño.
Como la he visto llorar por algun acontecimiento trivial (darse cuenta de que en todos sus años de estudio en la Sorbonne nunca le dieron a leer a Foucault, que nuestros niños leen en el jardín de infantes), considero que tengo la suficiente confianza como para burlarme de su repentino “aindiamiento”.
Es como si ella, rechazando todos los componentes identitarios propios de su Galia mitológica, hubiera decidido encarnizadamente volverse un poco india, un poco negra, un poco “chinita”, haciendo causa con su (y nuestra) mal-dicción, la maldición de la historia.
Como se sabe, las dos mujeres más prominentes del nuevo gabinete de Hollande son la ministra de Justicia, Christiane Taubira (originaria de la Guyana), y Najat Vallaud Belkacem, portavoz del Gobierno y titular de Derechos de las Mujeres (nacida en Marruecos).
En sus fantasías teleológicas sobre el final de la Historia, Hegel, Marx y Alexandre Kojève, justo es decirlo, se equivocaron fiero. Ellos pensaron que, a partir de cierto punto, la historia estaría realizada (completa) y que, una vez alcanzado el estadio del Estado Universal Homogéneo, viviríamos en situación de contentamiento. Alexandre Kojève promovió, consecuente con ese ideario que niega la multiplicidad (o que la subordina a un Único), el Mercado Común Europeo.
Por desgracia (porque nos obliga a suspender nuestra pereza) no fue así, y no lo fue porque el tiempo histórico tal como esos paladines de la modernidad lo diseñaron se niega a funcionar tan rectamente, y porque Oriente (eso que Marx propuso destruir porque de otro modo no habría día después de mañana) sigue complicando las fantasías concentracionarias de un Estado cada vez más incapaz de controlar a la bestia voraz y desaforada del capitalismo financiero para el cual no parece haber ejércitos suficientes que pongan a los pies de la civilización a los bárbaros que la acosan.
La madre de la francesita, cuando la vio por skype con su nuevo color de pelo, le preguntó con sarcasmo: “¿para cuándo la burka?”.
Más conscientes del declive occidental que la marea crítica europea representa, los griegos no consiguieron armar gobierno y deberán volver a las urnas. Más allá de sus fronteras, lo sabía Góngora, en el siglo XVII, “el mentido robador de Europa/ media luna las armas de su frente,/ y el Sol, todos los rayos de su pelo–,/ luciente honor del cielo,/ en campos de zafiro pace estrellas”.
Si esta vez Europa consigue salvarse, lo hará raptada por (de la mano de) la media luna turca. Y más allá, tiene razón la madre de la francesita acriollada (creolizada), nos esperan la burka y el caftán.
Esto parece, no da para más.


viernes, 18 de mayo de 2012

¿Pero ustedes me están tomando el pelo?


























¡Otra denuncia estremecedora!


El primer hombre que lo acusó de acoso sexual dio de baja la demanda; aún queda la denuncia de un segundo.


jueves, 17 de mayo de 2012

Le temps retrouvé

Hace un par de días, en la fiesta de cumpleaños de una muy querida amiga, rodeado de personas que hacía mucho tiempo no veía, me ví arrebatado o arrastrado por el "efecto Hofmannsthal": me di cuenta de que no tenía nada interesante para decir a ninguno de ellos.
Traté de disimular mi incomodidad moviéndome a través de los salones y por los espléndidos jardines, siempre temeroso de que alguien quisiera saber algo de mi vida última (lo que, ciertamente, no sucedió) y yo no pudiera decir más que "bien, todo bien...", como si me hubiera encontrado en un ascensor con un vecino ruidoso y no, por el contrario, con personas con las que he compartido muchas veladas agradables de música, baile y confraternización, porque nos une un pasado en común.
Mi marido, mucho menos sensible que yo a los desajustes de la sociabilidad, me pedía a gritos con la mirada que no lo abandonara en las conversaciones en las que se veía involucrado, pero yo, cada vez que me acercaba, prácticamente no entendía de qué se estaba hablando y no veía que pudiera agregar una molécula de sentido o de diversión a los intercambios.
Si tuviera alguna vocación autoanalítica, podría decir que había algo de fobia elevada a su máxima potencia, pero en verdad creo que notaba rotos los vínculos de la sociabilidad (los míos) y que mi concentración absoluta a la escritura y la vida familiar habían aniquilado toda posibilidad de encontrar en mí palabras convenientes para intercambiar en una situación ligera.
Es cierto también que venía directamente de dar clases y había estado parloteando cuatro horas sin casi detenerme, lo que tal vez justificara mi cansancio.
Pero no era cansancio ni fobia lo que sentía, sino un desapego (no falta de cariño, no falta de interés en lo que los demás pudieran decirme), una conciencia aguda de la banalidad que constituye mi vida cotidiana: lo incontable, lo inenarrable, lo inexplicable.
En un rincón, uno de los invitados hablaba de su segundo disco; más allá, el dueño de casa comentaba con otro la música que había elegido para esa noche; una mujer contaba los efectos de la quimioterapia y otra recordaba con su amiga de los años ochenta las correrías nocturnas a las que se habían entregado.
Yo no estaba triste, ni enfadado, ni particularmente fóbico. Casi podría decirse que apenas si estaba, que había alcanzado un umbral de inexistencia (para mí mismo) que tal vez debiera preocuparme: podía haber compartido mis dificultades con la afip, mis épicos enfrentamientos con las burocracias universitarias, mi dificultad para terminar una novela, la velocidad con la que el tiempo se me escurre de las manos... Pero nada de eso podía resultar interesante (de hecho, no lo es ni siquiera para mí mismo).
Pensé que, a partir de ahora, sería esa persona opaca cuyo lugar en una fiesta nadie entiende bien del todo.



miércoles, 16 de mayo de 2012

¡Experiment!





































martes, 15 de mayo de 2012

Fascismo digital


La fundación Mozilla criticó la decisión de Microsoft de limitar la presencia de navegadores webs de terceros en la versión RT, destinada para tabletas; las ediciones para PC sí podrán sumar browsers alternativos.


lunes, 14 de mayo de 2012

Cayó Cachorra


Lo solicitó Jorge Di Lello, tras una denuncia presentada como una derivación separada del caso Ciccone; también involucra a Alejandro Vandenbroele y José María Núñez Carmona.


Herzog, 30 %; Martel, 70 %





(Gracias, SIlvia)



domingo, 13 de mayo de 2012

sábado, 12 de mayo de 2012

Cristina Fernández Link

Por Daniel Link para Perfil

En cuanto el Honorable Senado de la Nación aprobara la llamada Ley de Identidad de Género iba a presentarme al Registro Civil para solicitar la rectificación registral de mi nombre.
Había pensado hasta los últimos detalles y las conversaciones más pormenorizadas. Imaginé un diálogo con un alumno insolente al que le respondería: “Más respeto, joven, que podría ser su madre”.
¿Cuál nombre había elegido? Siempre sentí (autopercibí) que me habitaba una mujer de mucho predicamento. Decidí que iba a pedir llamarme Cristina Fernández (Cristina Fernández Link).
Por cierto, debo aclarar que sólo quería cambiar de nombre, sin intervención quirúrgica, terapias hormonales o cualquier otro tratamiento psicológico o médico. Tampoco afeites o cualquier instrumento de disimulo mimético (¡ni keratina!). Sólo cambiar mi nombre, y empezar de nuevo, como escritora y catedrática...
Cuando comuniqué mi decisión comenzaron los problemas: mi marido protestó diciendo que no se había casado conmigo para, ahora, tener que presentarme diciendo “mi señora”. Le recriminé su prejuicio misógino: ¡qué culpa tenía yo de qué el hubiera abrazado la causa del amor que no osa decir su nombre! ¿Iba yo a silenciar para siempre a la mujer de mucho predicamento que siempre me habitó por un capricho sexual suyo?
Después me llamó mi hija para contarme que se iba a México en viaje de trabajo. Le dije que a su regreso no tendría una madre sino dos, y se quedó muda. Me advirtió que no pensaba llamarme “Ma”, ni nada por el estilo y me acusó de querer arruinar nuestra excelente relación (porque sabido es que las hijas mujeres se llevan mal con sus madres). Censuró, por último, la elección del nombre: “no tenés cara de Cristina Fernández”.
Mi mamá (oficialista hasta el delirio, hasta defender a Boudou) no podía objetar la nominación, pero no le hizo ninguna gracia que le dijera “Siempre quisiste tener una hija, voy a darte el gusto”. “Ya estamos grandes para empezar de nuevo”, me contestó.
Cada persona a la que la notificaba de mi decisión tendía a rechazar de plano la rectificación registral como si se tratara de un pecado o de una frivolidad (o las dos cosas al mismo tiempo).
Yo sabía que iba a sufrir, pero decidí cumplir mi propósito: después de todo, vivir es atravesar un valle de lágrimas.
Cuando un amigo me sugirió que iba a tener que hacer trámites ante la AFIP, pedir la renovación de mis tarjetas de crédito, cambiar la cédula verde del auto, y otros mil trámites, desistí: demasiado Estado. Seguiré autopercibiéndome, en secreto, “Cristina Fernández”.


viernes, 11 de mayo de 2012

jueves, 10 de mayo de 2012

Maahhh sí... Yo qué sé!!!!!


En Río Cuarto la Policía buscó a la niña desesperadamente. Cómo apareció.


Para Diego




Los niños, primero


La ley de Identidad de Género fue aprobada ayer en el Senado


Modernidad periférica






































miércoles, 9 de mayo de 2012

"La mágica aspirina"


Recordamos a la talentosa figura que falleció el 9 de mayo de 1982, a los 47 años

 



Ojo con las órficas....




































Fuera de foco


martes, 8 de mayo de 2012

¡Otra denuncia estremecedora!


Científicos aseguran que modificaron el clima y provocaron trágicos cambios en la temperatura.


Marianella, ¿y los machos dónde están?




Acá, la versión completa.


A falta de Agamben...





































lunes, 7 de mayo de 2012

Así, cualquiera



¡Qué topetitud, chico!




Laudatio para Roberto Fernández Retamar



Todos somos Oompa_Loompas




domingo, 6 de mayo de 2012

Anoche...

... en la fiesta de la soberanía hidrocarburífera:



sábado, 5 de mayo de 2012

¡Y Péguele Fuerte!



La Presidenta nombró al frente del directorio a Miguel Galuccio, un ingeniero experto en exploración




El nombre y el número

Por Daniel Link para Perfil

Mi consultorio online de interpretación de sueños se desbarranca aceleradamente. Es que la realidad (mi clave única de interpretación) se ha vuelto ella misma psicótica, y se me vuelve casi imposible atribuir un resto diurno a una imagen cualquiera.
Cierto taxista me comentó su sueño en el que le pegaban muy fuerte. Le recordé la vieja reclame setentista de YPF: “Y Péguele Fuerte, dele con todo”. Pero como le mandé un vínculo de La Nación donde se hablaba de “confiscación” y no de “soberanía hidrocarburífera”, se negó a pagar mis honorarios y me tildó de “gorilink”. Me hice cargo de mi error y le pedí disculpas, porque yo soy partidario del cuidado de nuestros escasos recursos naturales, pero al mismo tiempo le expliqué que la expulsión de la vieja Europa del negocio petrolífero no significa soberanía alguna, sino un mero cambio de explotador. ¡Para qué! Hizo correr la noticia para que nadie, nunca más, me permitiera subir a su taxi.
No fue eso lo peor, sino mi entredicho con las asociaciones de transexuales y travestis, a propósito de la Ley de Género en la que hemos depositado tantas expectativas últimamente. Yo interpreté un sueño de una renombrada travesti en el cual le tatuaban un número indeleble. Me pareció que el sueño aludía a la portabilidad numérica de los números de celulares (ese trámite imposible que casi nadie consigue terminar con éxito) y se me acuso de transfóbico por ignorar la cruda realidad de un sistema jurídico que condena a las identidades flotantes a un mismo nombre y a un género, para siempre. Me ofusqué ante tal acusación: no es mi culpa que en un país, al mismo tiempo, se discuta una ley que volatiliza las identidas y se aplique otra que las fija, numéricamente. Así no se puede trabajar.

jueves, 3 de mayo de 2012

Violencia o erotismo

por Gabriela Bejerman para la Feria del Libro

Violencia o erotismo

Erótica es la lengua que lasciva lame, infringe y fricciona el verbo dentífrico. Se estira, tira del frenillo que no logra del todo frenarla, refrenarla y cortajea sus escamas, sus filamentos ágiles, hilos delgados que pueden siempre alargarse más, un poco más, un poco más.

Si la lengua no es erótica pero su materia sí, ¡qué violencia! Esa sí que duele. Porque una lengua seca que habla de lascivia ejerce a contrapelo su contraste y vuelve su materia carne putrefacta, carne que no duele, ni lastima, ni siente suerte alguna de placer. Es carne quirúrgica, cortada con lenguas de tijera. Y sobre un asfalto sin afán está tendida, sin arder, sin calor, sin moverse.

La lengua podrá cortajearse en su búsqueda violenta de placer, pero seguirá la senda del goce, si palpa. Sin embargo, un ascético lenguaje no puede tocar el placer de la carne ni tampoco su dolor. Esa frígida verborragia que utiliza la materia erótica como un experimento, esa sí que duele, tan instrumental.

Entre el placer y el dolor, en las aristas, en los bordes, surfea la lengua ambigua, coqueteando con los lados que se tocan para ser. Poética y escurridiza, objeto de deseo, pura tentación, huye para que tras ella corramos deletreando cada sílaba, líquida, cada letra en el papel que se dilata. Palabra ungüento que fricciona la piel y las heridas, que dibuja cicatrices en su flameante, en su intrépido viaje por los poros, receptivos y calientes.

Pero una lengua fría que no palpa, que no toca, que analiza y determina, es violenta, no se atiene a su materia, contra ella acciona, de su tentación se guarda y es así como lastima. Lastima sin un ápice de amor.

Prefiero el dolor estrellado, prefiero puntas de metal latente que lentamente hincan sus colmillos en la sangre. Prefiero que frote hasta arder y no que no toque, que no duela, que no arda entre los dedos del ácido placer. 



























miércoles, 2 de mayo de 2012

¡Otra denuncia estremecedora!


"En general los gobernantes no quieren ser criticados", aseguró la protagonista de La Dueña, en referencia a las críticas que recibió en los años de gobierno kirchnerista