sábado, 14 de junio de 2008

Lost y la diversión

por Daniel Link para Perfil

Como pocas otras producciones televisivas, Lost habla mejor que cualquier otra variedad de discurso audiovisual sobre el presente: el estado actual de la cultura y de las artes. La hipótesis de que Lost supera a la literatura es peregrina, porque la escritura siempre fue más eficaz y más perversa (lo sigue siendo) que el discurso audiovisual, pero es verdad que Lost es postcinematográfica: existe después de la desaparición del cine como arte. No quiero afirmar, con esto, que Lost sea propiamente una "obra de arte", porque su colocación misma es al mismo tiempo interior y exterior a los universales artísticos, si es que todavía hoy pueden sostenerse.
Lost es irremediablemente trash y ése es su encanto mayor. Sus precursoras son Twin Peaks, X Files, pero Lost no se limita a repetirlas y va más allá. No se mira Lost sólo para constatar la decadencia irreversible de la humanidad (por otra parte, ya suficientemente comprobada). Seguir Lost es preocuparse por interrogar al mundo y, al mismo tiempo, a nosotros mismos: ¿es la paranoia el mejor dispositivo o el último recurso para explicar cómo funciona la conciencia? ¿Son la conspiración y el complot las formas que hoy organizan la guerra social? Lost, sin afirmar nada y sugiriéndolo todo (la sugestión y la seducción son las matrices de comportamiento más presentes en el relato), interroga radicalmente la cultura que le sirve de alimento, incluso burlándose de ella, a través del barroquismo irreverente de las líneas principales de su trama. De paso, propone un universo que nos pone a imaginar un orden posible, cualquier orden, para no volvernos locos.
¿C
ómo vivir juntos?, la pregunta que resuena en los capítulos de Lost (pero sobre todo en los de su cuarta temporada, recién terminada), es correlativa de otra, ¿cómo y para qué reproducirse?, que son las preguntas de nuestra época. No es que Lost pretenda dignidad filosófica alguna, sino que ha sido diseñada en relación con esas preguntas por sus educados guionistas. Todo lo que puede leerse en Lost (hay académicos del mundo que se reúnen en loststudies.com para publicar sus perplejidades y sus tonterías: sus papers) nos viene dado como por añadidura, sin el impulso balzaciano o wagneriano hacia la totalización tan propios del siglo XIX y sin la vocación destructiva de la totalidad (paródica) tan característica del siglo XX.
La gran "Finale" de la cuarta temporada de Lost, que ya se vio en Internet, incluye varias secuencias mejores (más intensas, más conmovedoras) que cualquiera de las que pudieron verse en episodios previos. Una de ellas: el combate cuerpo a cuerpo entre un mercenario ex miembro de la fuerza de marines y un iraní iraquí (éste último es el que gana la pelea). Otra: la víbora que conduce los destinos de los demás protagonistas de la trama, a quien se le reprocha haber provocado una matanza, contesta: "So what?". La tercera, cuando el héroe romántico (el intelectual del grupo de náufragos) lo sacrifica todo por amor. La cuarta, para no abundar, el momento en el que mediante el sencillo mecanismo de mover una rueda dentada, la realidad desaparece del horizonte.

Lost participa radicalmente del mundo de la diversión. Pero entiende la diversión no como pasatiempo sino como una inmersión simulada en la pesadilla de lo contemporáneo.


9 comentarios:

S dijo...

Puán, baño de caballeros del segundo piso:

http://i.idlestudios.com/u/08/06/11/noname.jpg

josefina de la canal dijo...

Señor Link ¿Cree que Lost es divertido?
Esmeralda M.

Cecilia Ferreiroa dijo...

Hay cosas de tu análisis de lost que no me cierran. Vos planteás un carácter postcolonial y lo explicás con el hecho de que los coreanos hablen en coreano. Pero la lengua mayoritaria es la inglesa y el único coreano que no sabe inglés finalmente lo aprende. Todos lo ven como un buen gesto de inclusión. Ninguno intenta aprender coreano, y ese hecho ni siquiera está problematizado. Es natural, y así está presentado, que él aprenda inglés. Un coreano adaptado es la única opción para lost. Y no veo acá una posición "otra" respecto de la centralidad de occidente.
En cuanto a la batalla entre el iraní y el marin. En la lucha cuerpo a cuerpo el iraní pierde. Aparece un tercero que es el que le dispara y se lo saca de encima. Esto no necesariamente tiene un sentido claro, pero no podemos decir que el iraní gana. Por otro lado, el iraní era un torturador y el coreano, un mafioso. No digo que esto tenga un sentido lineal, pero que cuando hablamos de pluralidad y postcolonialismo debeíamos poner esto en consideración. No veo como algo tan evidente esa posición en la serie.
En cuanto a esa novedad o unicidad de lost. Decís que seguir lost "es preocuparse por interrogar al mundo y, al mismo tiempo, a nosotros mismos". Muy bien, pero esta caracterización es ya conocida. Se ha tomado al arte temporal en general como aquel que permite comprender, problematizar, criticar. Yo entiendo entonces que estás simplemente reordenando los elementos, que estás teniendo una visión sistémica, sacando a otras expresiones artísticas (el cine, la literatura) de ese lugar central respecto de la comprensión e interrogación y poniendo a lost y a la tele. Lost pareciera simplemente reemplazar a otros y ocupar su lugar. Me parece que esta operación responde a una visión sistémica y estructuralista de las relaciones entre las artes. Me pregunto si es teóricamente correcto decir que lost es nuevo cuando la manera de pensarlo no es nueva?
Sí me parece muy interesante lo que decís respecto de la forma singular en que lost comprende y participa del mundo del entretenimiento.

Anónimo dijo...

El poder absoluto corrompe absolutamente.

Anónimo dijo...

“Incurrió en excesos tales que las infamias cometidas no pueden ser narradas con precisión ni, mucho menos, creídas. Por ejemplo, instruyó a niños, los más delicados y de más tierna edad entre los que se podían poseer, para que, mientras él nadaba, jugaran entre sus piernas y mordisquearan sus partes secretas. También, colocaba a bebés, aún en edad de lactancia, junto a su miembro privado para que, cual si fuese el pezón de un seno, mamaran."

Unknown dijo...

No avisar que hay spoilers es inmoral!

Ariel dijo...

La vida abierta, tal vez peques de literal, tal vez el post colonialismo esté en que cierta producción televisiva estadounidense incluya idiomas de los países donde podría ser consumida (me enteré de que en Héroes hablan en japonés), lo que si bien no cancela la recaptación colonial, exige no ya aceptación de lo ajeno sino el reconocimiento de uno en la representación del otro. En tal sentido, en la descripción de Lost, de la estructura económica coreana es descripta como la apretada integración de la corporación en el aparato de Estado, con las mediaciones del caso que pueda operar las acciones mafiosas en el clásico estilo del asesinato por encargo y el complot (The Host, la película coreana, podría demarcar los alcances del putativo post colonialismo de Lost.)

Por otro lado, la pelea es entre un marine y un iraquí, no un iraní.

Cecilia Ferreiroa dijo...

quizás sea algo ingenuo darle un carácter postcolonial a la sola inclusión del idioma extranjero, así como lo sería dárselo a la sola inclusión de un negro en películas absolutamente racistas.

Es posible pensar la inclusión del idioma como una estrategia comercial, o peor, como concesiones a un "pluralismo" lavado que se contenta con eso.

Linkillo: cosas mías dijo...

¡Qué lindo es que nos digan "ingenuos"! Nos devuelve a la más pura juventud, nos excita mucho. Nos sentimos quinceañeras. Lamentablemente, no somos ingenuos, no podemos serlo, ni aún cuando lo intentamos. Lidiamos, casa semana, con la tiranía de los formatos periodísticos. Hay que decir (¿cómo decir?) en tantos caracteres miserables.
No peco de "ingenuidad" (aunque quisiera), sino de incapacidad de síntesis. Si no se entendió es porque lo escribí mal. Aclaro:
No me refiero, naturalmente, sólo a la utilización de lenguas no imperiales en la diégesis (en el universo narrativo, en la trama), sino sobre todo al efecto que eso tiene en el pacto de televisibilidad.
Sabemos, lo hemos visto, que los norteamericanos hacen remake de las películas en lengua extranjera que consideran adecuadas para sus audiencias (en el proceso de traducción, además, las arruinan: The ring, etc.).
Lost, en primer término, y Heroes, después, han desarrollado capítulos enteros hablados en coreano, irakí, portugués, japonés, etc., violentando los códigos de televisibilidad imperial. A eso me refería con "situación poscolonial", y no a otra cosa. Naturalmente, se trata de un pluralismo integrador (eso es el poscolonialismo, lo sabe todo el mundo), pero es un rasgo interesante porque rompe y rasga el monolingüismo imperial.
No me interesa Lost sólo por su trama, que no es sino un compendio de disparates y lugares comunes bien urdidos, sino por cómo está hecho.
Lost y Heroestienen, claro, precursores: Startrek tal vez sea la más notable (en todo caso, la más amada, con la excepción de ese aborto que fue The Next Generation), pero no hay que confundir una cosa con la otra: las situaciones son bien diferentes y las soluciones propuestas a problemas no idénticos también lo son. Además, Lost está bien lejos de pertenecer al género "ciencia ficción", del que participa tan esporádicamente como del melodrama o de la utopía o de la sátira o de la novela de aventuras. Lost participa sobre todo de la tragedia, con sus anudamientos familiares cada vez más evidentes y cada vez más absurdos. La Lostíada, una tragedia de nuestro tiempo.