En estos días se estrenó en la
Berlinale Cuatreros, el último pensamiento visual de
Albertina Carri. Que se trata de un pensamiento y no de un regodeo
visual queda claro por los títulos que el proyecto tuvo a lo largo
del tiempo: Operación fracaso y el sonido recobrado,
Investigación sobre el cuatrerismo, El punto impropio...
Antes de alcanzar esta versión, que tiene una potencia definitiva,
el asunto parecía coagular en la forma “instalación” y así fue
recorriendo museos y salas de teatro.
Los que siguieron la errancia del
proyecto en los últimos años se sorprenderán por los saltos
cualitativos que Cuatreros presenta. Los que están
acostumbrados a la inteligencia fulgurante de Albertina Carri, no
tanto.
Cuatreros puede verse en Buenos
Aires desde hace un mes y sería deseable que por muchos otros,
porque constituye una pieza esencial del pensamiento político
contemporáneo.
En lo que al tema se refiere, Albertina
parte del libro de Roberto Carri, su padre desaparecido, Isidro
Velázquez. Formas pre-revolucionarias de la violencia y
de la película Los Velázquez,
también desaparecida, que filmaron Pablo Szir y Lita Stantic entre
1971 y 1972. Por otro lado se cita un material en crudo que
constituye el archivo del hijo de Lilita Carrió para un proyecto
semejante que nunca llegó a realizarse, es decir: restos de un
pasado que todavía interpela el presente porque en ellos se cifra el
misterio de la guerra capitalista que ocupa esta época.
En lo
que a la forma se refiere, Carri parte del cine allí donde Godard lo
dejó: Histoire(s) du cinema:
restos del cine que, en la perspectiva de la autora, están
disponibles para su manipulación.
Cuatreros
cuenta el proceso por el cual un(os) texto(s) se convierte(n) en
película y, para hacerlo, renuncia a producir una sola imagen (salvo
una secuencia muy personal, que ocupa el final del film) y a trabajar
con indicios que estaban ya filmados: noticieros de época,
instrucciones para armar una bomba casera, una ficción en la que dos
personajes estrambóticos miman los diálogos entre Carri y Stantic,
fragmentos del cine argentino cuatrereados
de sus contextos originales y proyectados en cinco pantallas que
juegan a veces simultáneamente y a veces alternadamente.
En las últimas
décadas, el cine se ha convertido en un espacio ultra-conservador en
sus temas y, sobre todo, en sus propiedades gramaticales y
semánticas. Un mero distribuidor de los discursos conservadores que
dominan la pesadilla del presente. Romper el lenguaje para interpelar
a un espectador cada vez más acostumbrado a relatos maniqueos y
lenguajes edulcorados “requiere de mucha concentración, entusiasmo
e insistencia”, declaró Carri. “Encuentro en la idea de
insistencia una fuerza política y en la de entusiasmo una energía
necesaria para expandir la pantalla a multiplicidad de lecturas. Es
decir que la multiplicidad de pantallas no se vuelva un recurso
estético sino más bien ético donde conviven diferentes discursos y
diferentes posibles caminos para formar una historia”.
Cinco pantallas van
armando esos posibles caminos, donde se alternan las imágenes
cuatrereadas que no ilustran el extraordinario texto que lee
en off Carri sino que lo completan y lo disparan en diferentes
direcciones. Cada avenida de sentido está dominada por una única
obsesión, dice Carri: “la batalla por el lenguaje”.
Es que hay guerra, y la hay desde hace
tanto tiempo que se ha perdido conciencia de su carácter perpetuo e
insidioso. A diferencia de lo que sucedía en Los rubios,
donde la interrogación subrayaba la perplejidad ante la derrota (en
todos los frentes), Cuatreros afirma la necesidad de seguir
luchando (con concentración, entusiasmo e insistencia) contra los
mismos enemigos de siempre (los contratistas del Estado convertidos
en gobierno, los que desforestan y desertifican, los que reclaman
mano dura de las fuerzas de seguridad, los corruptos del cine, pero
también contra los que alucinan mundos grises y opacos como futuros
sin lugar para la alegría y la diversión).
Nada sería más triste que hacer oídos
sordos al llamamiento (originalísimo, y muy riguroso) de Cuatreros.