miércoles, 5 de noviembre de 2003

Discutí con P. D. James

Por supuesto, nunca debí involucrarme en una discusión con P. D. James, pero me parece que ya me estaba acostumbrando a que las sobremesas fueran un libre intercambio de posiciones políticas que nos permitieran saber quién estaba a la derecha o a la izquierda de cada una de las veladas (tarea ciertamente agotadora, teniendo en cuenta el carácter rotativo de la concurrencia). El tópico de la discusión fue, por cierto, el andaluz profesional, que me pareció más falso que un billete de tres dólares (para decirlo en palabras comprensibles para un angloparlante). P. D. James lo defendió calurosamente. Pero yo sé, porque soy argentino, la poca confianza que se puede tener en un español. Sobre todo cuando éste se presenta con una edición especial de El País (edición Extfremadura, precio: gratuito) sobre sí mismo bajo el brazo. P. D. James defendió la autenticidad del sujeto. Terminé diciéndole que si él realmente era amigo de los Reyes de España, como hacían pensar las fotos trucadas de ese regalo de sus tres ex-esposas, entonces la cosa era todavía peor. Las chicas más jóvenes (y, por lo tanto, más inteligentes) presentes en el debate me pidieron explicaciones sobre la expresión "andaluz profesional". Y creo que entendieron mi punto de vista. En todo caso, una semilla que tal vez germine y tal vez no en las cabezas anglopensantes. Igual, no debí involucrarme en una discusión con la iron-woman de la noche. Es que estaba nervioso porque había vuelto a Naboo mi camarero predilecto (¡papito!) y porque la tontería del Hugh Grant sueco se me había vuelto intolerable. Casi una ofensa personal. En fin, lo dicho: después de dos semanas, empieza el período difícil. Abandonar Naboo y volver a Buenos Aires, a los premios literarios y los concursos docentes. Mañana cumple años Luis, el uruguayo, nuestro ídolo. Algo haremos para homenajearlo. Conseguí una edición de las Lettere de Pasolini muy hermosa y a muy buen precio. Es mentira que Europa sea cara, es otro estándar. Bona notte, sono felice.

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