Salí a buscar libros por las librerías del centro. Giorgi fue fácil pero Eribon no y me obligó a una peregrinación indeseada. Entre librería y librería, huía del calor en bares acondicionados donde, además, revisaba mis adquisiciones. Como Eribon no estaba en ningún lado, me dije, correspondía reemplazarlo y así la suculenta canasta terminó incorporando Escritos al oído de John Cage, Las noches de Flores de César Aira y, conseguido en una librería de viejo en muy buen estado, Intrigas y deseos de P. D. James, novela que no recuerdo si leí o no pero que en todo caso no tengo entre mi colección. Gasté más de la cuenta (lujos que me puedo dar por no haberme ido de vacaciones), sobre todo porque el Eribon sigo necesitándolo y tendré que comprarlo (o, bajo amenazas, obtenerlo en préstamo).
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