lunes, 17 de enero de 2005

Correspondencia

"Hola, D. Esta mañana, leyendo tu blog (me gusta, me interesa; si este año vuelvo a dictar el seminario sobre autofiguración y experiencia en las escrituras íntimas lo incluiré en el corpus, ¡agarrate!), me dieron ganas de mandarte un ensayo que escribí hace algunos meses sobre Un año sin amor para ver qué te parece. Ahora viene el ofrecimiento: estamos preparando un dossier para el próximo número del Boletín sobre diarios; ¿te interesaría participar? El texto tendría que estar para fines de julio, ya que el Boletín saldría en octubre. Me gustaría contar con un trabajo tuyo.
Un abrazo,
A."

Dije que sí (en este caso,
incluso con placer y entusiasmo). En algún momento debería cerrar el quiosco. De acá a julio voy a estar trabajando sin parar y, si bien es cierto que para eso me pagan, quisiera reservar parte de este año sobresaturado de obligaciones para seguir con mi novela, abandonada, ay, desde hace tiempo. Pero como sabemos por la Biblia, el trabajo es consecuencia del pecado.

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