domingo, 23 de enero de 2005

Del 3 al 1

por D. L.

Una historia natural de la homosexualidad
Francis Mark Mondimore
trad de Mireulle Jaumà
Paidos
Barcelona, 1998
304 págs.


Se puede hablar de la homosexualidad en tercera persona, en primera persona del plural o en primera persona del singular. Cada vez, se conprenderá, la cosa cambia: Francis Mark Mondimore (psiquiatra) habla en tercera persona. Su
Historia natural..., dividida en cuatro partes ("Historia de la sexualidad", "Biología sexual", "Identidades sexuales" y "Política sexual") pretende exponer los fundamentos necesarios para poder decir que la homosexualidad, en algunas personas, "se desarrolla como resultado de influencias diversamente combinadas de tipo hereditario, de desarrollo prenatal, de experiencias infantiles y de medio cultural. Ninguna de esta influencia parece ser necesaria o suficiente, y la orientación homosexual es el posible resultado de muchas circunstancias distintas, porque la mente humana ha evolucionado de forma singular para tener muchas posibilidades". Es el tono, son los contenidos, es la voz de lo políticamente correcto, un cierto sentido común (académico y político) que, en última instancia, se lee como subordinación a los valores de la democracia.

Homos
Leo Bersani
trad. Horacio Pons
Manantial
Buenos Aires, 1998
208 págs.

El libro de Leo Bersani reúne una serie de intervenciones teóricas y políticas a propósito de la "identidad" que están bien lejos de agotarse en relación con un horizonte "gay". Escrito en primera persona del plural, sus capítulos son "La presencia gay", "La ausencia gay", "El papi gay" y "El gay fuera de la ley". Incluye un (irónico) índice de nombres. Particularmente fascinante es el capítulo 3, donde Bersani discute las teorías sobre el sadomasoquismo, desde las (fascinadas e interesantísimas) observaciones de Michel Foucault hasta las condescendientes descripciones del dolor y el sadomaso que ciertos teóricos americanos han propuesto últimamente. Para Bersani, lo más aterrador de la comunidad sadomaso es su parecido con una comunidad de rotarios y su siempre ambigua relación con las estructuras de poder. El último capítulo intenta responder la pregunta (en ningún sentido obvia) "¿Un homosexual debe ser un buen ciudadano?" Las respuestas que Bersani propone salen de las obras de Gide, Proust y Genet.

Sólo para chicos
Matthew Rettenmund
trad de Ana Alcaina
Ediciones B
Barcelona, 1997
256 págs.

La primera persona del singular es el procedimiento que usa Matthew Rettenmund (quien, se nos informa, es autor de Enciclopydia Madonnica ?sic-, vive y trabaja en Nueva York) para transformar una novelita rosa -versión gay, modelo años noventa- en una autobiografía. En rigor, la novela no pasa de un costumbrismo chato y barato: lo que cualquier crítico literario reconocería como la reificación: nada, en Sólo para chicos, despierta la menor emoción, la menor sombra, la menor intriga. Claro que el original inglés se llamaba Boy Culture, con lo que el relato se colocaba más en el formato del "informe". Lo que se informa es la vida de un joven taxiboy que quiere enamorarse. Por supuesto, al final de la novela lo consigue y abandona la prostitución. Lo único cierto que dice la contratapa es que las palabras del narrador "se desgranan en veintitres capítulos que él llama confesiones". Para el lector, tanto como para el editor, resulta completamente incomprensible por qué los capítulos son veintitres y por qué se llaman "confesiones". Misterios del mercado y de la literatura trash.

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