La alarma estaba ahí, pero nadie la hizo sonar.
La pudo haber accionado la Legislatura porteña, cuando hace más de siete meses la Defensoría del Pueblo le alertó que un altísimo porcentaje de locales porteños no garantizaba la más mínima seguridad en el distrito.
Es más, muchos ni siquiera estaban habilitados. Eran muchos los que estaban al tanto de todo eso. Pero no, la alarma no se activó.
También la pudo haber disparado la oposición parlamentaria, cuando vio naufragar sin dar mayor pelea un proyecto de su autoría presentado el 4 de junio de 2004 por el que reclamaba al Poder Ejecutivo redoblar las inspecciones de rutina.
Es curioso, pero en los fundamentos de esa iniciativa, su autora decía que parecía "innecesario insistir sobre la imperiosa necesidad de proteger la vida de nuestros jóvenes con medidas básicas de seguridad". La realidad le demostró que en este tema todo lo mucho es poco y todo lo poco es muerte.
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