"Maxi tiene la mirada perdida a causa de la cantidad de medicamentos que toma por día. Su cara aún refleja el terror que sintió el último 30 de diciembre en República Cromagnon. Está muy débil y casi no camina. Ayer pidió zapatillas y, con mucho esfuerzo, dio sus primeros pasos. Hace tres semanas que está en terapia intensiva y su madre le habla como a un niño chiquito, indefenso y desprotegido. Desde el incendio en el boliche de Once, a este joven, de 16 años, los pulmones le funcionan sólo en un 20 por ciento de su capacidad total. Durante toda una semana vomitó un líquido negro debido al humo que inhaló en el incendio" (La Nación).
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