miércoles, 9 de febrero de 2005

Tortitas de manteca

Como agua de manantial
Antología de la copla popular
ed. Ana María Shua
Ameghino
Buenos Aires, 1998
222 págs.

por Daniel Link Qué cosa sea lo "popular" es hoy un misterio tan inaccesible como la Trinidad en la Edad Media. Con gran precisión y claridad Ana María Shua reconoce como literatura popular "a la que es anónima, de transmisión oral, la que recorre el idioma y a veces el mundo, pasandode boca en boca, sin que nadie sepa de dónde salió". Tiene razón: lo demás es abrir la ventana a discusiones tan estériles como irrelevantes. En ese lugar de maravilla donde no hay autores, ni editores, ni críticos, ni escuelas, dice Ana María Shua, en la copla popular, allí, la poesía florece. Son flores silvestres, como las inscripciones de los carros que Borges admiró alguna vez hasta la herejía, comparando sus hallazgos a los mejores tesoros de Mallarmé.
En su introducción Ana María Shua también compara coplas y poemas. A cualquier Quevedo (al fin de cuentas, tan "literario" como Góngora, mal que le pese), la copla popular opone la misteriosa y sutil -y sobre todo, abstracta- sentencia: "Como no vives tú en mí/ vivo en ti, mas no contigo,/ y hasta no vivo conmigo/ porque vivo sólo en ti". ¿No es ese el único umbral que todo poeta debería tener en cuenta? ¿No es acaso eso lo menos que se le puede pedir a un poema (en su funcionamiento, en su economía, en su sencillez y en su potencia)?
La recopilación realizada por Ana María Shua es un tesoro. Así ha sido concebido y sus páginas atesoran joyas espléndidas y raras. Una cierta censura (que Shua reconoce en su "Introducción") ha expulsado las coplas obscenas, o libertinas, o misóginas (lo que es una pena: nunca está de más llevar a las aulas las más atroces excrecencias del sentido común popular, precisamente para negarlas). No importa: lo que queda también se lee con la dicha que provoca el hallazgo instantáneo, irrepetible e irrecuperable: ¿quién inventa los chistes de elefante? ¿quién decide la copla de la cancha? ¿quién pule los versos de amor? Nadie. Y ese nadie es lo que queda como tras-fondo de una cierta ética propietaria aplicada a la literatura. Lo que queda es ese territorio de nadie (y por lo tanto de todos): una utopía -digámoslo- libertaria.
Shua (como Cortázar en Rayuela) suministra instrucciones para recorrer el libro: está el itinerario escolar (que supone la lectura de la introducción), el itinerario cómplice (que recomienda la memorización de alguna copla de amor para repetirla en las situaciones oportunas), el itinerario moderno (por supuesto: es análogo al funcionamiento del zapping). Hay otro itinerario, febril y obsesivo, que es el del reconocimiento: el lector se apresura a leer, a reconocer una copla aprendida antes, alguna vez. Para evitar semejantes ansiedades, Shua ubica al comienzo la terrible, la carnal y fascinante copla que todos (absolutamente todos) hemos recibido como don alguna vez: "Arroró mi nene/ arroró mi sol,/ arroró pedazo/ de mi corazón".

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