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Buscaba una reproducción del San Sebastián que pintó Michelangelo en el Juicio Final, para no tener que escanearlo de mi libro completamente inmanejable. No tuve suerte... O sí: encontré uno de mis Ignudos preferidos. Las caras de Rafael o de Botticcelli son de una belleza siempre sobrehumana. Pero las de Michelangelo tienen una intensidad que a nadie pueden dejar indiferente.
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