Una queridísima amiga que reside en algún lugar de la vieja Europa trae de regalo de cumpleaños para su hermano un sobre de "semillas antiguas de zapallo". Como yo cumplo años el mismo día que R., aspiro a un regalo tan extravagante como ése. No es que mi amiga haya adoptado una posición europea al respecto (mucho antes de su mudanza me regaló un algarrobo, expecie en peligro de extinción, que traté sin éxito de adecuar a la intolerable humedad pampeana), sino que sus propias posiciones encontraron en Europa una ecología amable para desarrollarse. Mientras espero ese regalo, pienso en ella, en su inmediata alineación en la causa de las "semillas antiguas" (causa que yo, enemigo de los transgénicos tanto como los demás comensales reunidos alrededor de esa mesa dominical, abrazaría si... ¿si qué?). En efecto, nada me lo impide. Y aunque haya causas más dramáticas o más urgentes, que no presuponen, como el "salvemos las semillas antiguas", que todo lo demás ya ha sido resuelto, prometo hacerme una remera con esa leyenda. Save the old seeds. Rettet die alten Samen.
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Querido D., recién descubrí tu blog, me habló de eso una amiga común. Me gusta muchísimo y por eso te lo comento. Espero que tenga la posibilidad de conocerte, a lo mejor, a la presentación del reciencasado... Hasta luego... Pues, no podrás leer el mío, pero a la entrada de ayer, presenté tu blog.
ResponderBorrarLeerlo, puedo leerlo... Lo que me cuesta más es "entenderlo", pero es culpa mía por haber olvidado todo lo poco de griego que aprendí. Saludos.
ResponderBorrarLeer no es poco, che... Bueno, espero que nos vemos en la boda... en la presentación, quiero decir... Con amigos comunes o sin ellos...
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