Leer es una emancipación más allá o más acá de los libros; en el fin de la infancia, puede ser una fuerza secreta, que marca diferencias y también anuda amistades que, por primera vez, pueden llamarse intelectuales. (...) Si la lectura fuera entendida como lo que realmente puede llegar a ser (algo descontrolado), tendría más popularidad entre los adolescentes, y se evitaría el sermoneo de los adultos que aconsejan leer como si fuera un régimen de comida sana.
El texto completo de Beatriz Sarlo, acá.
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