Las imágenes se llevan y se traen. El turista acopia imágenes nuevas que luego se llevará para mostrar a sus amigos y parientes: saca fotos, filma videos. Lo decepciona, siempre, aquello que, resistiéndose a la maravilla de la diferencia, parece lo mismo.
El migrante, por el contrario, trae imágenes consigo. Aplica sobre la ciudad en la que empieza su "nueva vida" una retícula de sensaciones y bloques de afecto (la memoria, amenazada). Reconoce la ciudad con categorías que, ilegítimas como son, sin embargo le sirven como coordenadas existenciales. Alexanderplatz es Plaza Constitución (claro que con el fantasma oprimente de Alfred Döblin), Zoologischer Garten, sobre todo hacia la entrada del zoo, es Plaza Once, Savigny Platz es Plaza Serrano, Ostkreuz (sobre todo la estación) es un pedazo de Moreno, Rosenthaler Platz asalta como si fuera un Parque Lezama teletransportado...
Son las dos lógicas del Imaginario, dos movimientos aparentemente irreconciliables pero complementarios. El imaginario va o viene y es siempre de una sola mano. Einbahnstrasse.
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