Hoy hicimos cuentas, y llegamos a la conclusión de que estamos un poco excedidos de gastos o, si se prefiere, escasos de ingresos. Por desgracia (o por fortuna, quién sabe), las cuentas las hicimos después de una excursión (necesaria) a IKEA, lo que nos permitió disfrutar de la ciudad vieja de Spandau, comprar los implementos de cocina que nos venían faltando y, haciendo de tripas corazón, reconocer nuestro error (hola, Timo) al haber evaluado tan apresuradamente (tan injustamente) a la televisión alemana. Como sucede siempre, hay que darle tiempo a todo.
A pesar de ser sábado por la noche, por lo antes dicho, decidimos quedarnos en casa, comer fideos con manteca y mirar televisión (¿puede haber, por otro lado, mejor plan, más allá de la economía doméstica?).
Lo que descubrimos fue impresionante: Dancing on Ice por la cadena RTL. Como su nombre lo indica, se trata de un show de baile (más parecido al kitsch suntuoso de Dancing with the stars que a la infame versión mongoloide-cocainómana-revisteril de la televisión argentina), pero ¡sobre hielo!
La escenografía del gigantesco estudio combina la obviedad con el buen gusto que asociamos siempre a los cristales de agua helada y las parejas participantes (un/a patinador/a profesional y un/a estrella de cualquier disciplina: desde el boxeo hasta la canción pop), con las equivocaciones previsibles y los papelones de más de una caída, verdaderamente hacen algo que, para el común de los mortales (es decir, los mismos participantes) resulta imposible e indeseable: bailar con gracia profesional sobre patines de hielo.
Decir que un programa semejante jamás podría verse en la televisión argentina es decir poco (¿quién puede imaginarse a esas vacas con las carnes colgando que son nuestras "estrellas" deslizándose sobre el hielo?). Lo que hay que decir es que el programa supera holgadamente cualquier cosa que, en el mismo género, haya producido la televisión norteamericana.
La bizarra idea (tan cara de producir, y en definitiva tan bien hecha) es originalmente una producción inglesa (de la cadena itv), pero hay también una versión holandesa.
No sabemos qué tal serán aquéllas, pero no pueden ser mejores que la nuestra (la que vemos en Berlín).
Pedimos disculpas a los amigos alemanes por nuestro juicio apresurado y nos declaramos, a partir de ahora, incondicionales seguidores de Dancing on Ice, los competidores, los espléndidos miembros del jurado, y, aún, los conductores del delicioso engendro. Nos declaramos, gracias al azaroso manejo del control remoto, fans de la tv alemana).
Tout le rest est littérature.
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