A los groseros que vienen a nuestra casa para decirnos que sostenemos "hábitos estúpidos" sólo podemos contestarles que no habrá modo de que nos pongamos a la altura de su vulgaridad. Que se queden ellos con sus "abrumadoras evidencias científicas", la repugnante facilidad con la que tergirversan las palabras de los otros y sus buenas conciencias amasadas (hasta el amasijo) por el capitalismo.
Nosotros no hacemos "apreciaciones" ni sostenemos "opiniones" sobre las costumbres (propias o ajenas), sólo analizamos críticamente el capitalismo, sus politicas de coacción, sus estrategias de exterminio de lo viviente (se trate de la manipulación genética de los alimentos, de la extinción de las especies animales o de las masacres indiscriminadas), y su lógica de creación de diferencias puras (seriales) que bloquean la percepción de la verdadera diferencia entre los que bogan por la libertad y los que bogan por la esclavitud: cada cual sabrá qué sayo le cuadra.
Si una ley (abiertamiente discrimatoria: en Berlín, en París, en las ciudades italianas y españolas donde la civilización agoniza pero al menos se sostiene en su agonía, los bares y restaurantes contemplan espacios para fumadores y para no fumadores) se funda en el fastidio de aquéllos a los que les tiran "el humo en la cara", no hace falta hablar más ni explicar absolutamente nada, salvo declarar que jamás se nos ocurriría reclamar una ley que prohibiera, por ejemplo, que la gente nos vomite su ignorancia en la cara.
No habría, por otro lado, que asustarse tanto de la palabra "microfascismo" (que no es lo mismo, naturalmente, que el "fascismo" liso y llano de los perros del poder que vienen a ladrar a nuestra puerta) sino más bien estar alertas: todos somos el campo donde se cultiva esa semilla siniestra. El microfascismo no está en la ley, naturalmente, sino en las conciencias de quienes la toleran y la aplauden.
A mí también me dijeron que soy un fumador con argumentos sin ton ni son.
ResponderBorrarDe golpe son todos epistemólogos encima.
Y no solo eso, sino que son un colectivo.
Por favor.
Aplaudamos el separatismo originado por la nueva ley. Aplaudamos a estos individuos que se escudan en un colectivo inexistente sólo porque así han sido interpelados por la nueva ley.
Y mantengámonos separados de sus irrelevantes reuniones llenas de aire puro, asqueroso aire puro en espacios que no eran de ellos.
Mientras nosotros realizaremos veladas a las cuales no serán invitados.
(Ahí está la cuestión, un propietario de un local tiene que acatar la ley, PERO... si alquila el local a un tercero, y ese tercero realiza una fiesta "privada", se puede fumar)
Es como hablar con un vegetariano de principios.
Yo de adolescente fui vegetariano porque escuchaba smiths. Hasta que un día me di cuenta que el gato es gato y gato será. Más allá de lo que puedan decir los voceros de PETA.
_Fernando
¿Grosería? ¿El blog como casa y el comentario como escupida en la alfombra del living?
ResponderBorrarEstás poniendo una opinión fuerte en tu blog y abrís comentarios. ¿La grosería consiste en poner una opinión fuerte pero contraria? ¿Lo tuyo es una crítica al capitalismo y lo mío es una grosería, porque yo hablo de hábito estúpido y vos hablás de microfachismo y santísimas trinidades?
De última la cosa es mucho más chiquita, vos pensás que los que defienden esta ley son microfachistas creedores de pensamiento mágico y yo creo que el hábito de fumar es estúpido y la mayoría de los argumentos sostenidos contra esta ley falaces. No hay nada en mi comentario que sea personal, sino una opinión sobre la estupidez de un hábito. Yo tengo muchos hábitos estúpidos, big deal.
Mi intención no fue la grosería, sino un debate fuerte de posiciones, pero no tengo ganas de ofenderte, así que me abstengo de opinar en el blog de acá en más. Saludos.
Todos tus argumentos se disuelven y se "esfuman" en el momento en que alguien enciende un cigarrillo en lugares públicos, a mi lado, y comienza una alergia no se detiene por varias horas. Entonces ahí vení y hablame de "microfascismos", cuando otro decide por mí y me impone, violentamente, un súbito malestar, una sucesión de mocos y estornudos y carraspeos y lágrimas y odios vitalicios a la legión de irrespetuosos fumadores. Ahí ninguna ley tiene sentido: la intolerancia del tabaquismo se cobra una víctima más.
ResponderBorraracuerdo con los nuevos perseguidos, aunque me gustaría que ellos no hagan una reivindicación particular y la conviertan, como en algunas intervenciones se intuye, en una política. Lo digo como consumidor de cocaína: en ningún bar-institución nos permiten aspirar tranquilos y eso que no podemos ser acusados de "tirarle ¿el humo? en la cara" a nadie
ResponderBorrarYo desde chiquito fui alergiquísimo a la caspa del gato, el humo del cigarrillo y los dermatofagoides.
ResponderBorrarHice un tratamiento de vacunas genial que me permitió respirar por la nariz.
Fumo y tengo gato.
No sé, se me hace que si, para alguien, la alergia es TAN grave, debería ocuparse un poco al menos.
Yo, por mi parte sigo teniendo un par de días al año de alergia donde no tolero el humo de nadie, ni al gato ni nada. Y en esos días evito el humo y ya.
Siempre llevo nastizol en el morral, en caso de emergencia uno nunca sabe.
Preocuparme de la legislación de los agentes alergenos, es tan accesorio, y es fascista, de nuevo, porque pone al fumador como causa del tabaquismo, muchachos. Ese es el argumento mágico: fumadores pasivos que mueren a causa de fumadores "activos". La ley anti-tabaco no es tal, es una ley anti-fumadores. El tabaquismo es un fucking fenómeno: el sujeto fumador, el no fumador, el fumador pasivo, el alérgico son resultados de un dispositivo de subjetivación. Poner a cualquiera de esos sujetos como causa o agente de algo que requiera ser objeto de prohibición es fascista, y es producto de políticas absurdas e infantiles. ¿Desde cuando yo, como fumador, tengo que aceptar que me digan así, tan sueltos de cuerpo, que yo le fumo en la cara a alguien que ni conozco? ¡Ay, de quien me lo quiera insinuar en persona! ¡Ay!
Qué fantasía perversa.
Para esa gente hay cantidad de videos fetichistas en you tube donde gente de todo el mundo "te echa el humo en la cara".
Es increíble cómo el argumento es "los fumadores no tienen argumentos". Así, sin más.
Y bueh, por algo no tengo amigos así. Fumadores o no.
Xtian, "microfachismo" es horroroso, es de hombre poco leído.
ResponderBorrarSabes que lindo es fumarse un cigarro después de comer y hacer el amor sin condón?.
Paqui,
ResponderBorrarTe morís haciendo eso. Si se puede evitar, mejor. Sobre todo porque las personas no nacemos adultas. Y la autodestrucción colectiva no está buena. El que quiere cojer sin forro y fumarse un cigarro después de cojer sin forro, está en su absoluto derecho. Aunque no creo que los haga tan felices. No hay tanta gente feliz en éste país. Y si la hubiera... ¿tan bien estábamos? ¿Por qué no me avisaron?
Después de esta insistencia, cambiar de página web y leer como otra gente se indigna porque una papelera pueda contaminar un río produce un efecto extraño, casi gracioso, como si la referencia se hubiese perdido definitivamente y se luchara por el derecho a otra cosa, a ejercer un estilo, tal vez.
No creo que vaya a agregar nada que no se haya dicho, pero como fumador quería hacer mi comentario. Y leyendo los comentarios pienso, por ejemplo, en si prohibirle la entrada al humo a un bar no es prohibirle la entrada a un fumador (digamos, no es muy dificil hacer esa asociación), y por lo tanto aquel acto casi coercitivo que implica el "tirarles el humo en la cara"-afirmación bastante AD HOC- se contrarresta con otro acto coercitivo, pero tal vez un tanto más problemático: es ley. Por esto tal vez estoy bastante de acuerdo con la aplicación de la idea del microfascismo.
ResponderBorrarEn definitiva, tanto fumar como no fumar puede ser un habito estúpido, y no creo que ninguna parte se pueda cuestionar sin pasar revista de las estrategias - y casi podria agregar "aparato"- que cada posición emplea para defenderse.
Una última cosa que se me ocurre, que tal vez pueda parecer inconsistente, pero a modo de ejemplo: se le podía pedir a un fumador que fuera a fumar al balcón o al de la mesa de al lado que apagara el cigarrillo porque el humo molesta, y el asunto no habría pasado a mayores. Ahora, a un fumador, si se prende un pucho, o lo cagan a trompadas o llaman a la policía.
Una cosa es querer vivir de acuerdo a lo que uno cree "una verdad" -creo que todos lo hacemos- y otra cosa es querer imponer por la fuerza aquello que uno cree "una verdad".