La estelar nadadora del río Paraná (a quien es fácil vislumbrar atravesando el Carapachay una y otra vez las noches de luna llena) nos informa que, aunque se ha quebrado una pierna, seguira practicando deportes acuáticos, no importa lo que digan.
¿Cuál es el empacho, el interés por los que se compromete tanto en este debate, Linkillo?
Digo un par de cosas:
1) Es vieja, improductiva, narcisista y sin ulterioridad la artillería verbal de GS. Parece un estudiante de humanidades a los 19 años tratando de pasar por la coladora de la vulgata marxista porteña lo que implica "ser" (o, por lo menos, decir) un estudiante de izquierda. De algún modo, la comparación con Ocampo, la preocupación por los pobres de EE UU, etcétera, lo acercan mucho más a él a un cura de barrio en los setenta que a Valeria Mazza al Vaticano en el 2006. Hace poco Viñas publicó una contratapa en Página 12 en la que criticaba a Edwards porque había criticado a Chávez. Lo curioso (como en el caso de Saccomano) es que el viejo profesor echó improperios a troche y moche, pero nunca jamás dejó en claro por qué Chávez es o no populista y que tendría de bueno o de malo eso. Algo parecido ocurre con Saccomano. Es un modo de ejercer la palabra pública que no reconoce ningún progreso.
2) Lo de la cercanía a Valeria Mazza, GS se lo apropió de la revista Barcelona. Y la revista Barcelona es al año 2000, lo que La noticia rebelde a los ochentas y CQC, a los noventas. O lo que es lo mismo: a la barrita pesada, canchera, aburrida de Página 12 en las últimas tres décadas (¡tres décadas! ¡Ni el diario La Nación mantiene el mismo staff durante tanto tiempo!); es decir, la barrita de Soriano y la de los densos de Fresán y Caparrós, y, claro, la de Saccomano.
3) Si eso existiera (digo: si existiera como instancia de decisión política), me gusta lo de derecha ilustrada. ¿Qué otra cosa ha sido la imaginería que pensó, digamos seriamente, este país?
4) Que Sarlo escriba en la Viva para mí es lo mejor que ha hecho en los últimos años (incluso mejor que sus tres últimos libros). La sigo siempre que puedo. Hay una catarata de artilugios en cada nota por la cual Sarlo logra siempre un tono bien esquivo. Es más, creo que no leerá nadie esa columna. No hay duda de que las intervenciones más populares de Sarlo (recuerdo, particularmente, todos los Cuadernos que escribió para el Centro Editor) llegaron, justamente, de la mano de esa popularísima editorial de B. Spivakov. Negarle eso es de una ceguera (y de una injusticia) imperdonable.
5) Digamos que algunos libros de Sarlo (Literatura/Sociedad, Ensayos argentinos) son insoslayables en la formación “teórica” de, por lo menos, tres generaciones de estudiantes. Para mí, concretamente, el primero de estos libros y Conceptos de sociología literaria han sido biblias para zanjar las manías de los profesores de teoría que van y vienen sin sistematizar nunca del todo nada. Libros que han tenido casi la misma importancia que los Literator de Linkillo (aunque los laureles de ese podio se los lleven las tonterías que escribió Bombini, otra injusticia sobre la que alguna vez Linkillo debería habilitar debate).
6) No creo que Soriano deba tener ningún lugar más que el que se ha encargado de promover la patota de Página 12. No me corresponde hablar mucho, porque solo he leído con gusto una novela de él (Triste, solitario y final). Intenté con Una sombra ya pronto serás y me aburrió demasiado. Es más, sus columnas en Página 12 también las he obviado con frecuencia; me parecían muy emplomantes.
7) Es cierto algo que dice GS, y frente a lo cual la generación de Sarlo ha tenido mejor destino, e incluso la generación de Linkillo: “Y, cuando egresan, empleados de editoriales, hacedores de informes anónimos de aprobación o rechazo de originales, reseñistas presumidos de suplementos culturales, ensayistas de ocasión, aplican con obediencia debida los gustos canónicos institucionales que usted impuso desde su actividad académica”.
8) Saccomano, todos, en mayor o menor medida, y en algún momento no muy tardío, debemos asesinar a los maestros. Le ha llegado el turno; adelante, pues. Ahora bien, funde otra tradición, querido,y deje de pelearse con mamá.
Simplemente como lector opino que nadie es DUEÑO de la literatura.
En todo caso , como forma fuundamental de reflejo de una sociedad, los que la producen y la reciben son parte del juego.
Y muchos lectores podemos disfrutar distintas formas de tocar la música de la vida leyendo a Sarlo, Soriano, Saccomanno o Annais Ninn. Depende de las ganas nuestras. Pueden hacerse innumerables teorías literarias, pero me parece que sólo el tiempo deja en la memoria colectiva a los autores que impactaron por algo. El resto probablemente sólo sea negocio editorial
¿Por qué se terminó discutiendo (ajusticiando) la ideología de Sarlo?
ResponderBorrar¿Porque no salió a negar algo que no pasó?
Listo.
¿Cuál es el empacho, el interés por los que se compromete tanto en este debate, Linkillo?
ResponderBorrarDigo un par de cosas:
1) Es vieja, improductiva, narcisista y sin ulterioridad la artillería verbal de GS. Parece un estudiante de humanidades a los 19 años tratando de pasar por la coladora de la vulgata marxista porteña lo que implica "ser" (o, por lo menos, decir) un estudiante de izquierda. De algún modo, la comparación con Ocampo, la preocupación por los pobres de EE UU, etcétera, lo acercan mucho más a él a un cura de barrio en los setenta que a Valeria Mazza al Vaticano en el 2006.
Hace poco Viñas publicó una contratapa en Página 12 en la que criticaba a Edwards porque había criticado a Chávez. Lo curioso (como en el caso de Saccomano) es que el viejo profesor echó improperios a troche y moche, pero nunca jamás dejó en claro por qué Chávez es o no populista y que tendría de bueno o de malo eso. Algo parecido ocurre con Saccomano. Es un modo de ejercer la palabra pública que no reconoce ningún progreso.
2) Lo de la cercanía a Valeria Mazza, GS se lo apropió de la revista Barcelona. Y la revista Barcelona es al año 2000, lo que La noticia rebelde a los ochentas y CQC, a los noventas. O lo que es lo mismo: a la barrita pesada, canchera, aburrida de Página 12 en las últimas tres décadas (¡tres décadas! ¡Ni el diario La Nación mantiene el mismo staff durante tanto tiempo!); es decir, la barrita de Soriano y la de los densos de Fresán y Caparrós, y, claro, la de Saccomano.
3) Si eso existiera (digo: si existiera como instancia de decisión política), me gusta lo de derecha ilustrada. ¿Qué otra cosa ha sido la imaginería que pensó, digamos seriamente, este país?
4) Que Sarlo escriba en la Viva para mí es lo mejor que ha hecho en los últimos años (incluso mejor que sus tres últimos libros). La sigo siempre que puedo. Hay una catarata de artilugios en cada nota por la cual Sarlo logra siempre un tono bien esquivo. Es más, creo que no leerá nadie esa columna. No hay duda de que las intervenciones más populares de Sarlo (recuerdo, particularmente, todos los Cuadernos que escribió para el Centro Editor) llegaron, justamente, de la mano de esa popularísima editorial de B. Spivakov. Negarle eso es de una ceguera (y de una injusticia) imperdonable.
5) Digamos que algunos libros de Sarlo (Literatura/Sociedad, Ensayos argentinos) son insoslayables en la formación “teórica” de, por lo menos, tres generaciones de estudiantes. Para mí, concretamente, el primero de estos libros y Conceptos de sociología literaria han sido biblias para zanjar las manías de los profesores de teoría que van y vienen sin sistematizar nunca del todo nada. Libros que han tenido casi la misma importancia que los Literator de Linkillo (aunque los laureles de ese podio se los lleven las tonterías que escribió Bombini, otra injusticia sobre la que alguna vez Linkillo debería habilitar debate).
6) No creo que Soriano deba tener ningún lugar más que el que se ha encargado de promover la patota de Página 12. No me corresponde hablar mucho, porque solo he leído con gusto una novela de él (Triste, solitario y final). Intenté con Una sombra ya pronto serás y me aburrió demasiado. Es más, sus columnas en Página 12 también las he obviado con frecuencia; me parecían muy emplomantes.
7) Es cierto algo que dice GS, y frente a lo cual la generación de Sarlo ha tenido mejor destino, e incluso la generación de Linkillo: “Y, cuando egresan, empleados de editoriales, hacedores de informes anónimos de aprobación o rechazo de originales, reseñistas presumidos de suplementos culturales, ensayistas de ocasión, aplican con obediencia debida los gustos canónicos institucionales que usted impuso desde su actividad académica”.
8) Saccomano, todos, en mayor o menor medida, y en algún momento no muy tardío, debemos asesinar a los maestros. Le ha llegado el turno; adelante, pues. Ahora bien, funde otra tradición, querido,y deje de pelearse con mamá.
la cuerina
ResponderBorrarel cuero ecológico es necesario...
y además por lo menos sigue conservando la palabra "cuero"
no se puede vivir sin cuero!!!
Simplemente como lector opino que nadie es DUEÑO de la literatura.
ResponderBorrarEn todo caso , como forma fuundamental de reflejo de una sociedad, los que la producen y la reciben son parte del juego.
Y muchos lectores podemos disfrutar distintas formas de tocar la música de la vida leyendo a Sarlo, Soriano, Saccomanno o Annais Ninn.
Depende de las ganas nuestras.
Pueden hacerse innumerables teorías literarias, pero me parece que sólo el tiempo deja en la memoria colectiva a los autores que impactaron por algo.
El resto probablemente sólo sea negocio editorial