Nuestro barrio se parece cada vez más a ese reducto snob de la costa uruguaya donde no hay luz siquiera, con la ventaja adicional de que no tenemos que tomarnos el vapor de la carrera ni atravesar los piquetes que cortan los puentes (cosa que nuestra simpatía por la causa no nos permitiría) para gozar de tal inmersión en el primitivismo pretecnológico. Ya no solo carecemos de la banda ancha, sino también del portero eléctrico del edificio, que fue sustraido en horas de la mañana, la semana pasada, por amigos del bronce ajeno. Aparentemente, está sucediendo en toda la ciudad de Buenos Aires e, incluso, en algunas ciudades europeas, donde la cotización del metal ha trepado por las nubes.
Ahora, cuando pedimos una pizza (mientras tengamos teléfono, no dejaremos de hacerlo, aunque Alan Pauls nos censure por la heterodoxia), tenemos que esperar al repartidor en el balcón, tomando el poco fresco que se puede, en estos noches incendiarias.
El post también se pudo haber llamado "Luchando por el metal", como el famoso disco.
ResponderBorrarUn balcón, inquietud, abajo el objeto de deseo...
¿esto sucede en Verona o en Buenos Aires? :P
¿Acaso el caos entrópico nos llevará de vuelta al utópico "Estado de la Naturaleza"?
ResponderBorrarPor lo menos las pizzas están a salvo.
si eso está de moda en europa hay chances de que los que se afanaron tu portero sean los del comando mauricio macri, que quieren aggiornar este país de mierda.
ResponderBorrarComparto totalmente la caracterización del famoso cabo como "ese reducto snob de la costa uruguaya".
ResponderBorrarSaludos
Ya compramos reposeras, ya esperamos en la vereda. El nuevo portero eléctrico, nos dicen, será de acero inoxidable, que sale un tercio de lo que costaría en el precioso metal (bronce).
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