Una de las características de la torpeza es conocer las cosas pero ignorar su uso correcto; su manifestación más habitual, no sólo en el campo de la crítica, es aplicar conceptos sin atender a la oportunidad y a la medida. Cuando Shaw (¿o Wells?) trataba de hacer prosélitos para el socialismo hallaba una dificultad casi insalvable en la tendencia de la gente a imaginar que las teorías serían aplicadas con rigor estúpido, hasta el último extremo: "Si no hay propiedad, ¿no son mías las pastillas que compré en la farmacia? ¿Por qué?"
Elsa Drucaroff parte de dos premisas que juzga incontrovertibles. Una de hecho y otra de derecho. La primera, que en Bolivia Construcciones hay "plagio". De esto, no ofrece pruebas, porque la opinión del jurado y la suya propia le bastan (apelación a la autoridad que cierra toda discusión ulterior: un conjunto de seis notables no puede equivocarse). La segunda, que el "plagio" es malo. Como es una premisa de derecho, tampoco ofrece ninguna prueba de ello. Para defender o atacar el "plagio", sin embargo, conviene tener preparada una teoría diferente de la de “los soeces esbirros del copyright” (Daniel Link dixit).
Hay una falacia de petición de principio en Elsa Drucaroff: da por demostrado lo que debería demostrar. Como cree que Bolivia Construcciones "es" o "consiste en" un plagio (en el sentido del Derecho Penal, que de otra teoría no dispone aquí), Elsa Drucaroff cree que los defensores de la novela defienden el plagio. Y como cree que lo que ella entiende por "plagio" es un delito, cree que los defensores de Bolivia Construcciones son unos delincuentes. Hay en Elsa Drucaroff una marcada tendencia a desplazarse desde el lenguaje figurado y el lenguaje literario hacia el de la moral y el derecho, y a entender todos los términos con literalidad de intérprete dogmático de la ley positiva.
Si la literatura tal como la entendemos contara sólo con críticos de estas características, desaparecería. O sólo algunos géneros se verían promovidos. Como buena parte del malentendido en torno a Bolivia Construcciones, que llevó al jurado a anunciar el 8 de febrero la revocación del Premio de Novela La Nación-Sudamericana 2006, es una discusión sobre la literalidad, volveremos más adelante sobre este asunto.
Dejemos la discusión de fondo sobre las teorías del "plagio" y aceptemos, aunque sólo sea provisoriamente, que "plagio" es copia servil y perezosa de alguien que desea para sí, sin mediaciones, los réditos de otro autor. Tal vez valga aquí como ejemplo el caso del cuento de Giovanni (no Giacomo, ni mucho menos Giacommo) Papini, reproducido por un ex concursante de La Nación. ¿Pero cómo llega Elsa Drucaroff a la rápida conclusión de que Bolivia Construcciones "es" un "plagio"? La argumentación es simple, y parece muy fácil reconstruirla. Ella entiende que si "un lector cualquiera" (en palabras del jurado, La Nación 23 de febrero) no reconoce en un pasaje casi final de Bolivia Construcciones la continua y sistemática referencia a Nada -la novela de 1944 de Carmen Laforet-, de ello se sigue que el móvil del autor no puede ser otro que el ocultamiento doloso. Porque si ella y tan grandes escritores y críticos no consiguieron detectarla, nadie puede hacerlo.
Esto merece una serie de explicaciones complementarias -que, si se sigue la argumentación hasta el fin, resolverán toda la cuestión. En primer lugar, las alusiones, en los textos de todas las literaturas conocidas, no siempre se perciben en primeras lecturas. Hay una diferencia entre leer un texto y estudiar un texto. Bastará citar sólo un par de ejemplos. Una de las firmantes de la Carta dirigida a La Nación el 9 de febrero con pedido de publicación en "Cartas de Lectores" (y publicada recién el 9 de marzo, sin la totalidad de las firmas autógrafas) descubrió, incrustados en un texto cervantino, dos pasajes de otros autores, sin indicación de fuentes. Se tardaron siglos para este descubrimiento.
¿Qué hacer en el après-coup? ¿Qué hacer cuando se descubre lo que, no sin ironía, otro firmante de la carta a La Nación llamó "robo"? Aquí se abren dos caminos para los críticos literarios. O bien abandonamos la literatura, y llamamos a la policía (es decir, entendemos el "robo" literalmente, como si fuera un delito del Código Penal). O bien estudiamos nuevamente el texto, y consideramos cuáles son los efectos estéticos y literarios que la evocación descubierta produce. Generalmente, toda evocación genera una lectura en varios niveles, que pueden parecer incomunicados en las primeras lecturas, y que súbitamente empiezan a mostrar nuevas alianzas. Así como el conocimiento del Martín Fierro enriquece la lectura de Borges (es un ejemplo de Elsa Drucaroff), el conocimiento de Nada enriquece el conocimiento de Bolivia Construcciones (y al revés, también el conocimiento de Bolivia Construcciones enriquece el conocimiento Nada, porque el consecuente crea al antecedente –Bolivia Construcciones es, también, una obra de crítica literaria).
Muchos creemos que Bolivia Construcciones es una obra de naturaleza singular y compleja. No es casual que lo piense, entre los firmantes, precisamente quien descubrió la incrustación cervantina, y que dedicó en diciembre a la novela de Bruno Morales, un denso estudio, "Bolivia Construcciones, novela cifrada". Por cierto, es una discusión abierta. No todos pueden estar de acuerdo en los méritos y deméritos de la novela. Es mejor que así sea. Si en contra de algo estamos, es de cerrar la discusión entre lectores y críticos llamando a la Justicia. Porque los procedimientos de los que se vale la novela son usos literarios exacerbados, y como tales -y sólo como tales- deben ser censurados o elogiados. Que la literatura produzca efectos sociales y ella misma sea un efecto social, es una verdad de Perogrullo. Pero que los críticos literarios reclamen más y mayor control social sobre ella, hace resonar ecos fascistoides.
Todavía otras dos cuestiones deben ser consideradas a este respecto. En primer lugar, toda lectura de un texto literario implica siempre avanzar en un terreno donde mucho se ignora. Sin embargo, esas ignorancias, que después se resolverán y generarán otras, en la medida que se estudie el texto, no impiden el avance. Otro de los firmantes de la carta encontró, el primero en décadas de crítica borgesiana, alusiones textuales en el cuento "Los teólogos" que permiten entenderlo como la lucha entre Perón y Farrell. ¿Invalida esto a las lecturas borgesianas anteriores? No. Pero sí las enriquece. ¿Hubieran sido mejores los textos de Cervantes o Borges si indicaran sus fuentes? Tampoco. O mejor dicho: al contrario, hubieran sido peores. La literatura –al menos, este tipo de literatura- no hace declaraciones de Aduana. La bruna oscuridad es uno de sus ideales estéticos.
Con lo que llegamos a una segunda cuestión. Esa premeditada oscuridad no es infranqueable. Precisamente, puede hacerse luz en ella. Bolivia Construcciones es una novela que evoca numerosas veces, por muchos medios, el célebre pasaje de San Pablo que se refiere al vidrio oscuro (uno de sus dos protagonistas se llama Quispe, palabra que como sustantivo común significa "vidrio" en quechua) y al llegar a ver cara a cara en el espejo de los enigmas. Uno de los placeres que repetidamente se atribuyen a la lectura literaria es del reconocimiento. Pero ese reconocimiento, que hace que se vuelva transparente lo que es opaco, resulta tanto más placentero, tanto más cognitivamente exigente, cuanto mayor es el esfuerzo por obtenerlo. Y nunca, nunca será completo. El "plagio", tan denunciado por quienes se complacen en el sentido punitivo de esta palabra (que el jurado no utiliza en su anuncio de revocación publicado en La Nación el 8 de febrero, y menos aún en su discreta glosa del 23 de febrero, publicada en La Nación como "Carta de Lectores"), incurre en el dolo y en la pereza; busca cancelar el descubrimiento de otro texto que sin embargo está presente. Por el contrario, la alusión, la contaminación textual, la evocación de otras voces y otros ámbitos buscan ser reconocidas –pero sin proporcionar en nota al pie la solución, como si la novela fuera un didáctico cuaderno de ejercicios. De hecho, la evocación de Nada fue descubierta, y celebrada tempranamente, ya el pasado noviembre, por la crítica. El mismo hecho de que la presencia de este clásico de la novela española de posguerra haya sido señalada por un joven lector, que leyó este libro porque se lo había pasado una amiga que lo había leído en la escuela secundaria (según declara en entrevista con la revista Noticias), demuestra el carácter más bien omnipresente en el ámbito hispanohablante de un libro publicado en centenares de miles de ejemplares y que es una de las obras más traducidas de la lengua española. Que seis entrenados estudiosos de la literatura hayan ignorado su presencia en Bolivia Construcciones, no habla mal de ellos: ¿quién puede descubrir todos los textos que hay en cada texto? La comunidad de lectores y de críticos es afortunadamente muy amplia, y es conveniente no decidir en su nombre.
Recibido sin alarmas, el redescubrimiento de la presencia de Nada en la novela Bolivia Construcciones obliga a una relectura, que vuelve a la novela más rica y con mayores resonancias. Hacia fuera, hacia la historia literaria, también cambia su vinculación con otras novelas, que deberán ser releídas a su vez, y que a su vez iluminarán a Boliva Construcciones con su propia luz, no siempre oscura, aunque siempre insuficiente. Porque en la literatura argentina ya existe una novela que reescribe a Nada: es La Caída (1956), de Beatriz Guido. ¿Cómo no reencontrar, en este título que alude a la primera falta y a la expulsión del Edén, al anagramático Adán, al innominado narrador de Bolivia Construcciones?
La explicación final del Adán-Edén-Innominado hace acordar a la bala que mató a Kennedy, que entró y salió y entró y salió y entró y finalmente salió.
ResponderBorrarSi me dejan opinar, yo creo que es posible un cambio literario, una innovación o como se quiera llamar, que ampare lo que hoy se tiende a conocer como plagio (doy por sentado que, acá y en la china, copiar párrafos y párrafos alterando algunos nombres y giros tiende a conocerse como plagio).
La cuestión pasa por si Di Nucci quiso emprender ese viaje innovador (innominado), es decir, si deliberadamente quiso aportar nuevos horizontes, o si esto último se le ocurrió -a modo de excusa genial- luego de darse cuenta que no podría ocultar una copia sin fines estéticos, es decir, el tipo de copia que yo (sí, yo) haría si tuviese que escribir una novela, sólo para facilitarme la ardua labor de algunos pasajes.
Como nunca vamos a saber qué fue lo que realmente hizo o quiso hacer Di Nucci (si es innovador o pelele) yo elijo creer -pero es pura intuición- que Di Nucci copió de puro salame (o quizás, sería bueno, de puro inocente) que es. Como yo.
Saludos.
Sigan teorizando boludeces que yo me voy a poner una imprenta clande y todos ustedes no van a cobrar derechos nunca más en la puta vida...
ResponderBorrarNielsen y Genaro Mavese bancan a Drucaroff, jajaja... A mí (aunque tuviese razón) me daría un poquito de asco, qué querés que te diga...
ResponderBorrarSi algún día necesito alguien que me defienda, sin dudas llamaré a la ¿joven? Susana Santos. Con una escritura precisa y no exenta de belleza, hace aparecer conejos de galeras. Ojalá Di Nucci esté a la altura de esta defensora.
ResponderBorrarSigan teorizando boludeces que yo me voy a poner una imprenta clande y todos ustedes no van a cobrar derechos nunca más en la puta vida...
ResponderBorrarInternet. Escáner.
Tecnocracia. Victoria.
=).
-J.
Lo de Adán anagramatizado es un doble salto mortal con los ojos cerrados, las piernas atadas, desde cien metros de altura y con la pileta vacía. La frivolidad hermenéutica no se pone límites de dificultad.
ResponderBorrarEs interesante leer un texto de alguien que evidentemente leyó Bolivia Construcciones, leyó Nada, y hasta leyó otros libros, como La caída. Alguien que no se propone como legislador universal de todas las literaturas posibles. Ojalá leamos más textos así. Una cuestión es saber si cualquier lector puede convertirse en autor por la mera remisión a otros libros; otra muy distinta es ver de cerca qué hizo Bruno Morales en su novela. Aunque respondamos afirmativamente a la primera pregunta, esto nos exime del trabajo que significa atender a la segunda. Coincido con el anónimo que encomia la belleza de un texto razonado, razonable y convincente.
ResponderBorrarRespuesta a Gonzo. Creo que cuando se habla de narrador innominado, es porque el narrador y protagonista de Bolivia Construcciones es adánico: ni nombre propio ni ombligo tiene, como nunca menciona a sus padres en la novela. "Muchacho", le dicen.
ResponderBorrarAprovechando unos comentarios alcuinados y alucinantes en mi blog, armé mi propio cut-up surrealista y plagiado.
ResponderBorrarPueden verlo aquí
Claro, si yo entendí perfectamente lo de la adánica cuestión (siempre y cuando se trate de lo que vos interpretás, anónimo innominado).
ResponderBorrarTodo lo cual me sigue pareciendo la bala de kennedy. Pero no es más que mi opinión, tal vez Di Nucci en verdad pensó todo eso, podría ser. Por eso hago el juego de palabras y me tomo la libertad de llamarlo innovador innominado, porque de ser así (y sólo de ser así) lo que hizo aún no tiene nombre: "plagio" no alcanza, "intertextualidad" tampoco.
De todos modos yo insisto en aceptar que -una vez más: es sólo una intuición- se le escapó la tortuga; o sea, que no tuvo un afán artístico/estético cuyo basamento era lo que (hoy) se suele reconocer como plagio, es decir utilizando el "plagio" como recurso para pensar -a futuro- en una nueva concepción de la literatura, lo cual supone un acto deliberado, como un pintor que juega con los colores de su paleta y se decide por algo; sino que, precisamente, quiso hacer lo que (hoy) se conoce como plagio, fuera de toda idea nueva de literatura. Luego, por supuesto, pudo aducir flamantes técnicas nuevas y potenciales concepciones acerca de la literatura, pero sólo a modo de artilugio por el moco que se mandó.
¿Se entiende? ¿Y se entiende que eso es lo que yo intuyo, y no lo que "es"?
Por supuesto, todo esto nos hace reflexionar muchísimo más allá de las intenciones mentales de Di Nucci. Estoy de acuerdo. Pero -y no quisiera pecar de insistidor- aunque esto alcance a modificar los alcances de la literatura tal como hasta aquí la entendimos, considero que Di Nuccí habrá revolucionado el campo de las letras partiendo de un vulgar plagio. Igual que el tipo que inventó la Coca Cola, que hizo algo que acabó por modificar el universo bebible, pero jamás lo hizo adrede, porque partió de hacer muy mal un jarabe para la tos. Qué bonito ejemplo !!
Con esto no me queda otra que acabar.
Saludos.
lo bueno de todo este asunto, link, no es lo que quiso hacer di nucci , que no es lo que a a vos y a esa masoneria autorreferencial detras de letras le hubiera gustado que hiciera, dijera y escribiera, ni siquiera el libro en sí mismo, de cuyo valor me parece y me parecía ,antes, muchísimo antes, menos que escaso, ni el copyrigth expuesto como objeto de enriquecimiento, ni de la hipocresía, falsedad, y mediocridad de los concursos arreglados o no.
ResponderBorrarsino que prueba la posibilidad de que se este reponiendo textos viejos - a falta de lectores y superabundancia de la contemporaneidad editorial- . de manera que estan resucitando, no las lecturas, los intertextos, los reciclajes no biodegradables, sino los escritores enteros, los viejos escritores muertos. un especie de regreso de los muertos vivos. solo que para el "otro", para vos link, y otros tantos, se llamaran de otra manera.
me intriga saber cómo se llamará pessoa, o lowry, o faulkner. me intriga el nombre que recibira di nucci, y si la próxima vez alguien lo advertirá, o dejara caer el libro cansinamente, en alguna hoja del medio, con el vaguísimo pasmo del deja vu o la senilidad total.
despues de todo es este mundo. nadie sabe quien escribe qué, ni siquiera yo sé si lo estoy haciendo; yo , el anónimo, no se si estoy escribiendo a cualquier hora, en cualquier lugar, un texto que se perderá irremediablemente. no es esa especie de dilatacion macrocefálica la que ha terminado resultando el cosmos?
aleluya ahora que somos todos no somos nadie.
Qué texto esforzado.
ResponderBorrarNo me gusta la apelación constante a la supesta "riqueza" de los textos. Qué esto "enriquece", que aquello "hace más rico", etc. Mis tías cuando hablan de libros usan mucho esa tòpica de la riqueza. A mis tías las adora, ahora como críticas, no sé, no dan.
El dato que se le escapa a Susy entre tanto esfuerzo y tanto "enriquceimiento" es que Nada es fàcilmente "apropiable" por el simple hecho de que se pueden encontrar versiones electrónicas de la novela. Basta copiar, pegar, ordenar que algunos nombres propios cambien y habremos hecho un gran aporte al "enriquecimiento" de la literatura universal. Y ni siquiera hay que ecanear!!!
Me parece que todo esto es bueno para difundir un poco la literatua española contemporánea en la Argentina. En general, se la desprecia más por brutalidad que por otra cosa. Lo mismo pasaba con los teóricos italianos, hasta que Agamben, Virno, Negri, cierto que a través de mediaciones francesas, les han cerrado los orificios bucales a más de uno.
En fin, con todo esto es problable que los ingorantes "ilustrados" y afrancesados de Puán lean, aunque sea de soslayo, a autres como Laforet o Delibes, a poetas como Panero o como Luis Rosales o a ensayistas como Bergamín, D`Ors o Zambrano en vez de andar chapuceando defensas corporativas con instrumentos críticos de una vetustez alarmante.
Una curiosidad: la olvidable Carta de Puán dice que Nada es una "novela escolar". ¿Qué querrán decir con eso?
Algo que me ronda permanentemente en la cabeza: es esta cosa del argumento de autoridad.Omnipresente. Que según Foucault el autor ha muerto y bieno si lo dijo él está bien, para que vamos a pensarlo si lo dijo algo tan culto, tan erudito; que según Mongo todo es interxteto, que según Pirulo la literatura es puro juego, que el profesor Pituto descubrió que Los teólogos tal cosa y que si él firmo la carta, si tamaño cerebro lo hizo, entonces, vamos, se cae de maduro que lo de Di Nucci está bien. Y además está Montoto que descubrió esos intertextos tan lindos en Cervantes. No se dan cuenta de que la literatura es eso, tontos.
ResponderBorrarY por otro lado Druca que dice que es marxista, como si eso además de posible fuera importante, y que si Bajtin dijo no sé qué entonces Panesi se equivoca porque si lo dijo Bajtin entonces muchachos hay que repetirlo hasta el hartazgo y si no sos un menemista. No. No digas eso. No hay que poner en duda nada. Confirmar. COnfirmar lo que nuestros padrecitos teóricos y críticos de la literatura nos legaron con tanto esfuerzo. No ves que papá Bajtín y mamá Kristeva te quieren y te lo dicen todo por tu bien? Ellos sufrieron mucho en los paraísos de Europa del Este, en los paraísos bienpensantes, y ahora ustedes les responden así, cuestionándolos? Ahora sos así, pero más adelante, cuando esté en la tumba, me vas a venir a agradecer pero mamá habrá muerto ya, sufriendo mucho por tu culpa, díscolo.
Nada, seamos no marxistas, ni maoìstas ni derridianos ni la mar en coche, que es como ser fans de Moria Casan, ser casanistas, y tratemos de pensar en términos materiales las implicancias no literarias de la literatura, pensar más allá de cuatro o cinco nombres propios con los que hacer un estofado teórico. Me parece lo más interesante.
Diego,
ResponderBorrar¿No te parece que correríamos el riesgo de ingresar en el esoterismo tratando de "pensar en términos materiales las implicancias no literarias de la literatura"?
Se me ocurre que doblando por esa curva a pocos Kms le terminamos encajando el menemismo a Aira, la dictadura a Sábato o derivación "material" de algo bien subjetivo y personal por el estilo.
Saludos
¿Y por qué sería un riesto ingresar en el esoterismo? ¿Y por qué las implicancias no literarias de la literatura tienen que conducir necesariamente al mecanicismo Sábato-dictadura, Aira-menemismo?
ResponderBorrarDe entre todas las cosas desatinadas que se dijeron, Susana Santos (que se lleva el premio) acerca algo que si bien no es una verdad, no está muy lejos de serlo. La caída de Beatriz Guido está inspirada en Nada de Laforet. En realidad, Torre Nilsson (antes de conocerla a la Guido) había adaptado Nada de Laforet para el cine con el título de Graciela, en 1954 y con Elsa Daniel como protagonista. Siempre me resultó un enigma ese triángulo novela - adaptación - novela, donde el mimetismo amplía las posibilidades de la invención. ¿Qué tiene esto que ver con Di Nucci y con las defensas corporativas? Nada, como la novela de Laforet. Pero lo de Santos me recordó el affaire Guido-Laforet y la genialidad de la Guido para robar y plagiar.
ResponderBorrarYo soy fan de Moria Casan. Yo no lei NADA. Me tiene podrido Pier Minucci, el linkillo de los acusados es mas divertido cuando habla del trolito de Gran Hermano.
ResponderBorrarOcurre que seguir discutiendo este tema desde los indudables intereses desplegados por la carta de Puán es ya retorcer demasiado la evidencia: Di Nucci no es un escritor, él mismo lo dijo; participó en un concurso por buena plata, y seguramente confabuló con sus colegas -algunos de los firmantes de la carta de Puán- la manera de estirar un texto por demás insostenible.
ResponderBorrarLa novela Bolivia Construcciones, desgraciadamente, y por mucho que Susana Santos se empeñe en darle vueltas a su grandeza intertextual, es una novela del montón, bien del montón, y sorprende que Tomás Eloy Martínez y Carlos Fuentes, dos novelistas de verdad, la hayan premiado.
Los argumentos de Susana Santos, repito algo que dije en otro comentario que no sé si se trasmitió porque no lo vi publicado, podrían aplicarse a cualquier caso literario que más o menos se encuadrara dentro de este problemático concepto de la itertextualidad.
De todos modos Susana Santos no explica por qué a pocos días de publicada la novela ya tenía preparada una ponencia -¿una hipótesis intelectual no necesita algo más de tiempo?-, por qué llama "la crítica" a una nota de Josefina Ludmer publicada también con excesivo apuro, y tampoco explica qué resplandores de significado -¿por qué un texto literario no debe tener algún significado aunque sea remoto?- le ayuda a conseguir la banal copia de un texto por cierto ya un poco pasado de moda, como el de laforet, donde tn todo caso sigue causando efecto todavía el tenebroso clima familiar de la posguerra española.
Yo creo que hay que terminar este debate que ya se muerde la cola y dedicarse a leer y a pensar a partir de esta triste experiencia.
La respuesta de Drucaroff a esta respuesta de Santos está, desde hoy, en nacionapache.com.ar
ResponderBorrarDaniel, sería bueno que también la postearas; no sólo a las personas que, de algún modo, te defienden, como Susana Santos, sino también (como Elsa, al menos en su primer texto -éste último aún no lo leí) a los que te critican por tus posturas supuestamente ambiguas y desinformadas.
Saludos
Un colofón a la altura de este culebrón es que se presenten cinco tópicos bolivianos munidos de palos en la casa de Di Nucci y le peguen una buena paliza, al grito de No nos vengas con cuentos de intertextualidad y la literatura como categoría histórica, hijo de puta, danos la guita”.
ResponderBorrarEl texto de Santos está preñado con lo peor de los clichés de la crítica postestructuralista y del pobre Derrida, que ya en la tumba no deja de comprobar las auténticas barrabasadas que se amparan en sus reflexiones. Derrida había leído bien a Marx, y le diría a Di Nucci y Santos (y también a vos, Link) que se vayan todos a la mierda: las disquisiciones teóricas son válidas para poner en duda la naturaleza del sistema de valores, no para intervenir en él disfrazado de indio: puteo el mercadeo de los concursos y editoriales, del que viven gran parte de los laburantes de la literatura, pero en ningún momento pongo en duda o problematizo la institución que me ampara, la Universidad, desde donde hablo. Pará un poco… Esto ya es demasiado. La pajita mental, ese pequeño rozamiento constante del clítoris cerebral está bien para ampliar el campo de mira, para desgastar lo acartonado, pero cuando pretende defender lo indefendible, retorcer los conceptos hasta vaciar el lenguaje, hasta imposibilitar un constructo ético para el individuo, entonces la pajita ya no sirve para nada, y no puede financiarse con dinero público en instituciones públicas. Decídanse, muchachos. O ponemos patas arriba Todo el sistema (la universidad, las bibliotecas, las librerías, los trabajos de traducción, corrección, maquetación, las editoriales, la prensa, etc., etc.) o habrá que justificar con mucha más lucidez, precisión y alcance el caso que nos convoca.
Y Gonzo tiene razón, tu miopía con respecto a este tema sólo amplifica la sensación de que estamos ante una defensa “corporativa”.
¿Será que los docentes de Letras involucrados en la Carta de Puán, para justificar la Nada que trasmiten a sus alumnos, tienen que parir teorías todo el tiempo? Miren, yo también estudié letras felizmente en el siglo pasado, bastante atrás, y mis profesores -a los que yo no consideraba ningunos genios pero que al lado de los de hoy sin duda lo eran- se dedicaban a mostrarnos todo lo que se había escrito sobre el tema elegido, y de ninguna manera nos obligaban a bofetadas a pensar como ellos. Lo penoso hoy es ese tufillo de secta, de fundamentalismo, que hace palidecer los agresivos argumentos ideológicos esgrimidos para aniquilar al oponente.
ResponderBorrarLei la respuesta de Elsa Drucaroff a Susana Santos, y realmente me parece que SS debiera reconocer que no puede ya seguir sosteniendo nada, y que debe volverse a su casa a repensar qué hizo con la cerrera que eligió. Y dejar de manipular votos y adhesiones: una burda concepción de la literatura, de la crítica y de la docencia universitaria.