Estoy convencido de que no hay un solo hombre de cuarenta años que no tenga ganas, al ver desnudo a un chico de catorce años, de cogérselo. Voltaire, en su Diccionario filosófico, en el artículo "Amor socrático", escribe: "a menudo, en la frescura de la piel, en el brillo de sus colores y en la dulzura de su mirada, el varón adolescente se parece, durante dos o tres años, a una hermosa joven. Si entonces se le ama, es porque la naturaleza se confunde. Rinde homenaje al sexo femenino queriendo ver en él la belleza que posee éste, pero cuando la edad desvanece el parecido la confusión cesa." Voltaire se equivoca sobre un punto: no hay confusión alguna en el amor a un joven. Un pederasta, un amante de niños, no tiene que buscarse excusas, como tampoco que justificarse:
"Discúlpeme, pequeño, es que lo confundí con su hermana".
Un varón joven no deja de ser un varón joven y esa especificidad no es puesta en duda.
Me gusta la frescura del chico de doce años; más deseable es el chico de trece; más suave es la flor del amor que se abre a los catorce, más encantadora aún la de los quince.
Dieciséis es la edad divina; diecisiete, no me animo a pretenderla. Sólo Zeus tiene ese derecho. Si alguien desea chicos más grandes, carece del gusto por los juegos infantiles, y exige respuesta.
La verdad es que el ámbito erótico del joven varón es radicalmente negado por la sociedad occidental moderna que desecha al pederasta en la categoría del no-ser.
El postulado de nuestra época es que un varón joven no es del orden de lo deseable.
*Boy Friend 2 de Lionel Soukaz (1975/ 35'/ Betacam).Traducción: Elena Donato (el texto completo puede leerse acá)
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