miércoles, 19 de septiembre de 2007

La imaginación novomundana

La imaginación novomundana[1]

Daniel Link

Buenos Aires

La invitación a participar de esta Bienal y de este Coloquio, que me honra, vino acompañada de una indicación precisa: “Una ponencia donde exprese sus puntos de vista en torno al impacto que los Premios Herralde y la reciente designación de los 39 mejores escritores hispanoamericanos menores de 39 años tienen en la difusión de la literatura hispanoamericana en el contexto de la lengua”.

Confieso que, como argentino que soy, la encomienda me llenó de pavor. Recordé de inmediato las palabras de Borges (nuestro sempiterno as en la manga), cuando en “Nuestro pobre individualismo” (1946) señala que

El mundo, para el europeo, es un cosmos en el que cada cual íntimamente corresponde a la función que ejerce; para el argentino, es un caos. El europeo y el americano del Norte juzgan que ha de ser bueno un libro que ha merecido un premio cualquiera, el argentino admite la posibilidad de que no sea malo, a pesar del premio[2].

Podría, por lo tanto, refugiarme en mi argentinidad, declararme ignorante sobre los asuntos sobre los que se me interroga y pasar a otra cosa, por ejemplo: a contarles mi infancia (que es el proyecto narrativo que tengo actualmente entre manos). Pero habría sido deshonesto de mi parte, por muchas razones entre las cuales conviene destacar ésta: desde hace años, algunos escritores posteriores a Manuel Puig, a Rodolfo Walsh, a Osvaldo Lamborghini, a Copi y, también, a César Aira, hemos decidido olvidarnos de Borges, no porque Borges no merezca nuestro sempiterno respeto, sino porque su peso apabullante nos impediría seguir escribiendo. Franz Kafka (un autor que, por otra parte, hemos leído mucho gracias a Borges) tenía una relación similar con la obra de Goethe y por eso se obligó a construir una teoría (la “teoría de las pequeñas literaturas” que se lee en su Diario) que le permitiera justificar lo que hacía y lo que no quería hacer. Volveré más adelante a Kafka, con certeza, dado que una de las partes del pedido que recibí se refería a “la lengua”, tan central en el conjunto de definiciones propuestas por un artista conceptual del que siempre será imposible decidir si es antes judío o checo o austríaco. Y volveré a Borges, por supuesto, porque en la definición misma de lo argentino habría que incluir la incapacidad de cumplir una promesa.

El texto completo, acá.

3 comentarios:

  1. Anónimo1:33 p.m.

    Hola, me ha interesado mucho el artículo.

    Por qué no consideras ponerlo en formato doc. o pdf.? Sería más cómodo de leer e imprimir.

    Saludos

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  2. el Borges manda como siempre.....feliz primavera linkillo!!!! besossss

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