por Elizabeth Bishop
traducción: Edgardo Cozarinsky
El sol quema en el cielo azul, la playa
Se viste con sombrillas de colores
Y tú cruzas trotando la avenida...
¡Nunca se ha visto un perro tan desnudo!
Desnudo, sin un pelo, y rosado...
La gente retrocede cuando pasas.
Tienen un miedo pánico a la rabia.
Pero lo tuyo es solamente sarna.
Se te ve inteligente. ¿Y tus cachorros?
(Esas tetas que cuelgan dieron leche.)
¿En qué favela los dejaste, perra
buscavidas, para ir a mendigar?
¿No te enteraste? Está en todos los diarios...
Hallaron solución para el problema
de los mendigos: los secuestran y echan
a las aguas servidas. Paralíticos,
parásitos, idiotas, todos van a parar
de noche a las cloacas más oscuras.
(En los morros no tienen luz eléctrica...)
Si le hacen eso a alguien que mendiga,
drogado o borracho, sobrio, con o sin piernas
¿qué no le harían a un perro tan enfermo?
En los cafés y en todas las esquinas
cuentan el chiste: ahora los mendigos
que pueden permitírselo andan con salvavidas.
En tu estado no puedes ni flotar,
mucho menos nadar estilo perro...
Veamos... Lo más práctico y sensato
es fabricarte una fantasía.
No puedes permitirte ofender
la vista. En cambio nadie mirará
a un perro maquillado en carnaval.
¡Miércoles de ceniza aún no llegó!
¿Qué sambas bailarás? ¿Qué te pondrás?
Dicen que el carnaval ya no es lo que era:
los norteamericanos, o la radio,
algo lo está arruinando. La gente habla,
pero es maravilloso como siempre.
Un perro depilado no haría buena impresión.
¡Disfrázate y baila, es carnaval!
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