miércoles, 19 de noviembre de 2008

The Bodyguard




φωτογραφία: Sebastián Freire

Ayer por la tarde, S. recibió un mensaje de texto de su amiga Florencia, en el cual nos conminaba a que nos uniéramos a ella en Cairo. ¿Cómo consiguió el número de nuestro celular europeo? Supongo que habrá quedado asentado en alguna planilla estatal desde los días en que trabajamos para Inteligencia.

Yo, después de la Marcha del otro día, sigo en cama, porque justo nos tocó lluvia y no de las poco copiosas, sino una de esas lluvias persistentes y otoñales a las que estamos acostumbrados en Buenos Aires. Me resfrié. S. sostiene que el calor egipcio me hará bien para mi recuperación (imagina Egipto como un gigantesco baño finlandés al aire libre). De todos modos, no tenemos forma de negarnos a la requisitoria de Flopy: dice que está harta de salir y entrar a todas partes por las puertas traseras, quiere que vayamos a acompañarla porque es tanta la confianza que su madre tiene en nosotros que no pondrá reparos en que la llevemos a pasear por ahí, mientras ella se dedica a los negocios. Pocos minutos después, ya estábamos recibiendo el ticket electrónico de Egyptair para hoy al mediodía. Así que armamos las valijas corriendo y nos vinimos al aeropuerto en subte (nos empapamos, porque sigue lloviendo), desde donde escribo esta actualización. Veremos con qué situación nos encontraremos, pero lo más probable es que encontremos a madre e hija (como es costumbre) en un pandemonium de mutas recriminaciones que "sólo ustedes", dice Florencia, "podrán desenredar". Me siento una niñera internacional.

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