Al peronismo le tomó poco más de cuarenta años destruir lo indestructible en cualquier otro lugar del mundo: los ferrocarriles.
Lo primero fue “nacionalizarlos” (es decir: entregarlos al odio y la corrupción burocrática y sindical), tarea que el partido disfrazó de una cierta épica antiimperialista. Abandonados a su propia suerte, fuera de toda política integral de transporte, los trenes sobrevivieron durante algún tiempo. Lo que ni las sucesivas juntas de comandantes en jefe se animaron a hacer (en el invierno de 1976, viajé a Bariloche en un tren desvencijado), lo hizo el peronismo durante los años noventa: Menem completó así el círculo mágico de la decadencia argentina y el desprecio por las cosas nobles.
Otros países pasaron por experiencias semejantes: Egipto, por ejemplo, país que acaba de visitar oficialmente el actual gobierno nacional (peronista, aunque Chiche diga lo contrario).
Allí, los restos del imperio soviético todavía pueden observarse en el parque automotor: los taxis, LADA desvencijados, escupen los gases de combustión hacia adentro. Sin embargo, Egipto tiene todavía ferrocarriles eficientes a los que sólo podria reprochárseles un cierto incumplimiento de los estándares internacionales de puntualidad y algunas deficiencias higiénicas (características de la cultura egipcia). Pero esos trenes funcionan y brindan un servicio necesario al conjunto de la población. De Cairo a Alejandría se puede viajar en primera o en segunda clase (la diferencia entre ambas es de un 30 %), en trenes expresos rápidos y cómodos, con aire acondicionado. El trayecto de unos 300 kilómetros se cubre en poco más de dos horas. Un pasaje en primera cuesta 46 libras egipicias, aproximadamente ocho dólares. De Cairo a Aswan (1000 km), la ciudad nubia, corren coches-cama (en mi infancia, hice Córdoba-Buenos Aires en camarote). El valor del pasaje, que incluye cena y desayuno, equivale aproximadamente a doscientos pesos argentinos.
El funcionamiento del los ferrocarriles está seguramente subsidiado (y está bien que así sea, porque se trata de un bien de dominio público). Es una pena que nadie en la delegación argentina se haya tomado su tiempo para ver con qué poco (www.egyptrail.gov.eg) podría hacerse tanto.
Daniel, no estoy de acuerdo.
ResponderBorrarVidela y Frondizi (ninguno de los dos, peronistas) también tuvieron su parte.
Y la decisión de nacionalizarlos, francamente, no creo que haya sido desacertada. Pero bueh...es mi humilde opinión.
Salu2,
DT
La película de Solanas es la contracara de vuestra hipótesis, estimado Sr Link...
ResponderBorrarLa vio???...
Aquileana ;)