"Me parece que Dante estudió atentamente todos los defectos del habla, que escuchó a los tartamudos, a los que cecean, a los gangosos, a los que no pronuncian correctamente un sonido, y que aprendió muchos de ellos.
Me gustaría hablar del colorido del Cant XXXII del Inferno. Una música labial en particuar: abbo, gabbo, babbo, tebe, plebe, zebe, converrebe. Como si una nodriza participara en la creación de la fonética..."
O. Mandelstam, Coloquio sobre Dante. Madrid, Visor, 1995, vía Schlemihl.
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