La planilla de medición de audiencia de los estrenos de series de alta calidad de esta temporada registra una fuerte caída de Lost , una disminución expectable de 24 , y un ascenso indisimulable de los nuevos capítulos de Dr. House. Esa tendencia ratinguística provoca cierta esperanza en que se ha puesto en marcha el movimiento de reforma universal del gusto, que de seguro derramará sus beneficios en todo el planeta. Este movimiento, además, parece contraponerse a la tendencia general del consumo masivo que se venía experimentando durante los últimos años (después de Borges, Eco, y como eco de Eco, Dan Brown)... la licuefacción de la sustancia se compensa dialécticamente con la expansión de las ventas, y la decadencia parece siempre infinita. Una nota erudita -no ésta- debería meditar las razones estéticas de esta aparente y momentánea reversibilidad de esa degradación que parecía infinita.
Sin embargo, existen algunas razones que explican semejante anomalía. En el caso de Lost, es evidente que, tras de su último retorcijón temporal o espacial, esa confusa mamarrachada de tintes metafísicos agotó hasta al fantasma de Bioy Casares y sus máquinas morelianas. En cuanto a 24, la tensión en su relato se ha vuelto pura rutina. Su mecanismo de suspenso adictivo es una droga que ha perdido su eficacia por culpa del abuso, y nada, ni siquiera la más radical suspensión momentánea de la incredulidad, permite tolerar eternamente que el interés de un relato radique año tras año en la reiteración de un esquema maniqueo en el que los enemigos de siempre (chinos, coreanos, árabes, latinos o iraníes, nunca WASPS) apenas poseen la entidad suficiente como para subrayar por contraste el liderazgo político y moral de los Estados Unidos, gendarme de los destinos del planeta. Sobre todo, si la figura de esa salvaguarda reposa exclusiva y paradojalmente sobre la esmirriada osamenta de Jack Bauer, un agente melancólico y fuera de forma que ritualmente se ve obligado a torturar en busca de la información contenida en un pendrive o cualquier otro chiche de alta tecnología.
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incomprensible bajo cualquier concepto semejante persecución de un educador... mientras, los medios roban fotos y lucran con ello y nadie se ensaña con ellos... muy rico todo
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ResponderBorrarIntersante la nota y el enfoque de Guebel, pero hubiera esperado más cosas escritas sobre House si lo ponen como tapa del suplemento ADN.
ResponderBorrarGuebel, por ejemplo, no comenta nada de los cambios que sufrió la serie a partir de la cuarta temporada, justamente para desestabilizar su estructura, cosa que bien critica de 24. Ni tampoco menciona la objeción más común sobre House M.D.: que sus episodios siguen siempre una fórmula (cosa que es un hecho, aunque no por eso deje de gustarme e interesarme la serie)
En resumen, bueno el artículo, pero quedó con gusto a poco (culpa quizás no de Guebel mismo, sino de los editores de ADN que deberían haberle dado más espacio a la "nota de tapa")