viernes, 7 de mayo de 2010

Partes de guerra



La niña guerrera

Mañana viernes 7 de mayo, a las 19:30 puntual: fiesta de presentación de La niña guerrera (de Laura Ramos).
Van a leer Albertina Carri, Marta Dillon, Lisa Kerner, Stefania Fumo, todas las chicas que participamos en el libro.

En la Feria del Libro, stand Planeta

"...Leía al Marqués de Sade, a Jack Kerouac, a Henry Miller, y cuando Sur cerró utilizó el dinero de la indemnización para fundar, con su novio de entonces, El Libertino, una revista que propagaba el libertinaje sexual. El Libertino reivindicaba a Eros como fuerza universal y al paganismo como elevación de los cuerpos; convocaba a experimentar una vida de mayor intensidad. En su revista publicó decenas de cuentos eróticos que escribía por las noches, después de tener sexo con su novio y otras parejas, con grupos o con chicas solas. Le gustaba que hubiera chicas en los grupos, le divertía y excitaba, pero no se le ocurría que podía tener una relación amorosa con alguna de ellas..."
Marta Dillon. Fragmento del capítulo "La niña guerrera".

"...En el patio de la escuela, ya a los quince y dieciséis, sus amigas se reunían para contar sus encuentros sexuales con chicos.
-Está buenísimo –decían.
-Sí, está buenísimo –asentía Lisa, pero en realidad apenas sentía una débil excitación que se desvanecía cuando los chicos empezaban a quitarle la ropa, momento en el que pensaba “qué plomo, ahora viene la parte que es un bajón”. Accedía porque creía que así era como tenían que ser las cosas y no hacerlo significaría estar fuera de lugar, ya que todas sus amigas eran muy avanzadas en el sexo y ella no podía comportarse como una pacata en la cama. Hacía lo que creía que correspondía hacer, pero no disfrutaba en absoluto..."
Lisa Kerner. Fragmento de "La niña grillo".

"...En una Marcha del Orgullo alguien le presentó a un dragking muy lindo con grandes ojos azules que la besó con hombría. ¿Será un chico?, se preguntaba; cuando lo tocó se dio cuenta de que tenía los senos fajados. También descubrió que se ponía un par de medias en la entrepierna para simular un sexo masculino, porque había nacido mujer y deseaba operarse. El día de la marcha la invitó a su lugar de trabajo, una esquina de Lavalle y Esmeralda donde vendía fotos pornográficas. Esa tarde volvió a su casa y pensó, enamorada: “Conocí al hombre o a la mujer de mi vida”. Al día siguiente volvió a verlo y él estaba con otro drag vendiendo fotos y revistas porno..."
Dalia Rosetti. Fragmento del capítulo "La niña virgen".

"...La noche en que Inés la invitó a cenar, para tomar coraje se tomó dos vodkas en un bar de las cercanías. Una vez en su casa aceptó un vaso de whisky y luego otro. Durante la cena se tomó una botella de vino, y cuando llegaron a la cama estaba tan borracha que se quedó dormida hasta la mañana. Tuvieron que pasar varias semanas para que pudiera contar a sus amigos que sentía un placer sexual mucho más completo con las mujeres que con los hombres..."
Beatriz Gimeno. Fragmento del capítulo "La niña terrible".

"...Usó los pechos fajados a escondidas durante cuatro años, pero cuando se perforó los pezones tuvo que sacarse la faja para permitir la cicatrización. No lo esperaba, pero los piercings la ayudaron a sentir más suyos los pechos y no volvió a fajarse, aunque en lo íntimo se sentía bastante masculina. Al poco tiempo una amiga le enseñó a usar juguetes sexuales..."
La Komando, del capítulo "La niña tatuada".

"... Durante uno de sus viajes a Estados Unidos compró cinco pósteres de Madonna en los que aparecía casi desnuda. Era la época de Sex, libro que también atesoró. Todos estos fetiches fueron a parar a un diminuto ático que su padre le había mandado construir sobre el techo del baño. Sólo una tapa ocultaba su guarida, pero nadie más que ella arrastraba un banco y se trepaba hasta el techo para llegar al pequeño paraíso lleno de almohadones y fotos de chicas desnudas..."
Montserrat Heroles. Capítulo "La niña licenciosa".

"...Su tía la tomó del pelo con una mano, se sacó el zapato con la otra y le empezó a dar una paliza mientras dos de los perros ladraban excitados. Voy a aguantar, pensó Albertina. De improviso su tío, que se había mantenido alejado, sujetó a los perros de sus collares como para impedir que avanzaran, pero ellos continuaron ladrando mientras él seguía la escena sin soltarlos. Al cabo de un rato la paliza cesó y Albertina corrió a su cuarto decidida a escaparse. Su prima tenía la luz apagada, pero ella sabía que estaba despierta. Juntó su ropa y la apiló bajo la cama..."
Albertina Carri. Fragmento del capítulo "La niña gaucha".

"En la década del 70, cuando muchas trabajadoras turcas emigraban a la Alemania del boom económico que reclamaba mano de obra, Kenizé Asena se afincó con sus tres hijos en la zona del Rin, cerca de Manheim. Un tiempo después de conseguir trabajo se enamoró de un berlinés de ojos azules, diez años más joven, que se fue de la ciudad al enterarse de que ella había quedado embarazada. Preocupada por conservar su puesto, trabajó sin tomarse permiso durante todo el período de embarazo y decidida a abandonar al bebé en el hospital, pero hacia el final del séptimo mes el parto se adelantó. Antes de dejarla en la incubadora del hospital, quiso inscribirla con su nombre: Kathrin Kenizé. La niña permaneció en la sala de prematuros durante cuatro meses; entonces la enviaron a un hogar de huérfanos..."
Kathrin. Capítulo "La niña cazadora".

"...Sus padres consideraron que en Rabat no tenía por qué cambiar la costumbre de ir caminando al colegio, como lo hacía en Roma. El Saint-Exupéry, como el resto de los colegios franceses en el extranjero, exigía doble jornada, lo que la obligaba a ir a su casa para almorzar y volver. Los cuatro kilómetros que caminaba por día entre las callejuelas de Rabat la atormentaban: “Todos los varones, hasta los niños estúpidos y los viejos asquerosos, me escupen, se sacan su inmundicia del pantalón y se hacen asquerosidades. Odio sus ruidos inmundos. Y es asqueroso que me chisten y me mojen como a un perro”, escribió en su diario..."
Giovanna. Capítulo "La niña dómine".

"...Un domingo, mientras discutían por el lavado de la vajilla, la comandante le arrojó un plato que le golpeó la espalda. Ntombifuthi se asustó, pero la reconciliación le borró el dejo amargo. El noviazgo terminó un año más tarde, una noche de pelea feroz al cabo de la cual, herida y magullada, Ntombifuthi llamó a su madre por teléfono para pedirle ayuda. En su pueblo, cuando ella era chica, los novios abusaban de sus hermanas y sus hermanos hacían lo mismo con sus novias. Ntombifuthi temía esas situaciones de violencia: ¿cómo lidiar ahora con esto? ¿Cómo le diría a su madre que era víctima de la violencia de una mujer? Su madre pensaba que su room-mate era sólo una amiga. Nunca supo cómo se las ingenió para viajar desde KwaMashu hasta Johannesburgo, pero allí estaba su mamá all día siguiente, con un bolso marinero en el que llevó una muda de ropa y unas gasas y remedios para contusiones que le aplicó al verla con el cuerpo lastimado..."
Ntombifuthi. Fragmento de "La niña azotada".

"...Así como otros chicos llevaban de sus casas El principito o Juan Salvador Gaviota, Irupé un día llevó para leer una hermosa edición de la versión ilustrada por Guido Crépax de La historia de O. y abrió la página veinte, en la que se ve a O. con una argolla en el cuello, desnuda, las dos manos atadas en la espalda y los ojos vendados mientras es azotada con una fusta. Fue censurada por la maestra, además de ocasionar una reunión de Irupé con el psicólogo de la escuela “para pensar sobre el problema” y una llamada telefónica de la directora a su casa. Al año siguiente, cuando llevó una navaja, volvieron a llamar a sus padres y al psicólogo, pero no la sancionaron..."
Irupé. Fragmento de "La niña pornógrafa".


Foto: Sebastián Freire

1 comentario:

  1. Link, qué buenísimo post. Me lo prestás para el blog mío citando como fuente el tuyo? Saludos.

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