por Daniel Link para Rattapallax Magazine
Hay versos que hacen su propia carrera, porque el verso es la unidad de escritura del poema, pero a veces el verso se imprime solo, suelto, en nuestra conciencia. Arturo Carrera es de esos poetas que producen versos admirables, que no nos cansaremos de recordar, pero que ya no sabríamos ubicar en su obra espléndida.
¿No son los versos, como se dice, creo, en La inocencia (cito de memoria), “el lugar donde toda palabra se evade y se extravía”? Sí, los versos (sueltos) son una voz inmemorial que canta desde el fondo de los tiempos, un laberinto de pura pérdida que sobrevive en nuestra memoria como la sola promesa del canto, y por eso los recordamos.
Una vibración, un amasijo de sensaciones indiscernibles. Como éste, bellísimo y definitivo, que evoca “el chancleteo materno de unas fotos”, el ruido y la imagen, al mismo tiempo que la ausencia. Los versos son la voz de los fantasmas.
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