(adaptada por Mario Bellatin)
Buenos Aires, 18 de marzo de 2011
El matrimonio es el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie o hacerla más placentera y suplir las imperfecciones del individuo, que no puede bastarse a si mismo para llegar a la plenitud del género humano. Ésta no existe en la persona sola sino en la dualidad conyugal. Los casados deben ser y serán sagrados el uno para el otro, aún más de lo que es cada uno para sí.
El hombre, cuyas dotes sexuales son principalmente el valor, la abnegación, la compasión y la fuerza, debe dar y dará al marido protección, consuelo y dirección, tratando siempre al otro como la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, sea quien sea el débil en cada ocasión, esencialmente cuando este débil se entrega a él y cuando, por la sociedad, se le ha confiado.
Es decir que el hombre, cuyas principales dotes son también la abnegación, la belleza, la perspicacia y la ternura, debe de dar y dará al esposo agrado, asistencia, alimento y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe de dar a la persona que nos apoya y defiende y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca e irritable y dura de sí mismo.
El uno y el otro se deben y tendrán respeto, deferencia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarán que lo que el uno esperaba del otro al unirse con él no vaya a desmentirse con la unión. Ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirán injurias porque las injurias entre casados deshonran al que las vierte y es prueba de su falta de tino o de cordura en la elección; ni mucho menos maltratarán de obra porque es villano y cobarde abusar de la fuerza.
(de forma)
A partir de este momento, están unidos en matrimonio, y el beso que pido que se den va a unirlos frente a los presentes y frente a toda la sociedad.
El hombre, cuyas dotes sexuales son principalmente el valor, la abnegación, la compasión y la fuerza, debe dar y dará al marido protección, consuelo y dirección, tratando siempre al otro como la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, sea quien sea el débil en cada ocasión, esencialmente cuando este débil se entrega a él y cuando, por la sociedad, se le ha confiado.
Es decir que el hombre, cuyas principales dotes son también la abnegación, la belleza, la perspicacia y la ternura, debe de dar y dará al esposo agrado, asistencia, alimento y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe de dar a la persona que nos apoya y defiende y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca e irritable y dura de sí mismo.
El uno y el otro se deben y tendrán respeto, deferencia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarán que lo que el uno esperaba del otro al unirse con él no vaya a desmentirse con la unión. Ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirán injurias porque las injurias entre casados deshonran al que las vierte y es prueba de su falta de tino o de cordura en la elección; ni mucho menos maltratarán de obra porque es villano y cobarde abusar de la fuerza.
(de forma)
A partir de este momento, están unidos en matrimonio, y el beso que pido que se den va a unirlos frente a los presentes y frente a toda la sociedad.
El mejor casamentero del mundo.
ResponderBorrarLa primera oración es sencillamente ASQUEROSA. Después de leer algo tan retrógrado y rancio me pregunto qué pensará Daniel al respecto ...
ResponderBorrarA propósito: ¿el casamiento se debe a motivos legales/patrimoniales? (si no es así no lo entiendo).
Más allá de lo anterior: mi mejor deseo para los flamantes contrayentes (Daniel: presenciar tus clases me cambió la vida).
Abrazo para ambos.
Felicitaciones!!!
ResponderBorrar