por Daniel Link para Arteforum
Elijo, para terminar, mostrarles este video, que encontré casualmente en YouTube. Se llama Los últimos días de Nietzsche y fue publicado el 28 de enero de 2007. Como ustedes saben, Nietzsche murió el 25 de agosto de 1900, víctima de una neumonía. Un año antes, una apoplejía le había provocado una parálisis y, desde 1889, cuando sufrió un colapso mental en la turinesa Piazza Carlo Alberto y se abrazó a un caballo para protegerlo de la humanidad, permaneció recluido, bajo el cuidado de su madre, primero, y de su hermana Elisabeth después, quien volvió de Paraguay en 1893, para hacerse cargo de él.
Lacónicamente, quien publicó el video agregó una cláusula polémica: “Aunque la autenticidad de este clip haya sido debatida...”. Por supuesto, no hay rastros de ese debate antes de la publicación del video, aunque con posterioridad (obedientemente) se hayan discutido sus condiciones de posibilidad en los peores términos, es decir: en términos técnicos. Las tomas en espacios cerrados eran, por entonces, imposibles, aún suponiendo la luminosidad de un verano. Y los lentes de los que se disponía impedían acercamientos (close ups) semejantes a los que aquí se ven. Conclusión: el video es una falsificación urdida a partir de las fotografías tomadas por Hans Olde (citado, también, en YouTube), procesadas digitalmente.Mi reacción (porque ya había visto a Heidegger, a Deleuze, a Derrida y escuchado a Celan en YouTube) no fue ésa, y me pregunté (la pregunta me asaltó antes incluso de poder pensarla) si se podía decidir de una pieza de archivo (que tal vez fuera una obra o cosa de arte) su verdad o falsedad (sobre todo, pero no sólamente, en tiempos de la digitalización de las imágenes).
Admitamos que la película no pudo ser rodada en su momento por razones estrictamente técnicas. Nada impide considerarla como un fruto de la imaginación (una potencia de actualización sino imposible, con certeza indefinida) que, sin embargo, llega hasta nosotros gracias a un ejercicio de anacronismo. Si el “esto ha sido” de la fotografía “sólo fue posible el día en que una circunstancia científica (el descubrimiento de la sensibilidad a la luz de los haluros de plata) permitió captar e imprimir directamente los rayos luminosos emitidos por un objeto iluminado de modo diverso”1, el movimiento y la cadencia respiratoria propios de la imagen-tiempo nos llegan por la mediación de otra circunstancia científica que no falsifica lo esencial de la intervención fotográfica, sino que la subraya por la vía de la suposición (naturalista hasta la médula) del gesto. De modo que, como la fotografía, Los últimos días de Nietzsche no dice (forzosamente) lo que ya no es, sino tan sólo y sin duda alguna lo que ha sido.
Como un poema-haiku, el video sostiene una vida impersonal, situada en un umbral más allá del bien y del mal (es decir: sobre la que no se puede predicar ni el bien y el mal). Muestra a Nietzsche durante el verano de 1899, pocos meses antes de su muerte, y no hace casi falta señalar que las fotografías de Hans Olde correspondientes a ese período han tocado, con sus luminancias2, ese cuerpo, en ese estado o, más bien, en ese trance o proceso que atraviesa lo vivible y lo vivido (de allí su aspecto de informe e inacabado).
El historiador o el bibliotecario podrán desdeñar ejercicios semejantes, pero un curador o crítico de arte debe estar atento sólo a ellos, porque constituyen el objeto de su práctica (¿no es “curar” una vigilancia atenta de lo que vive todavía?). Si la escritura es inseparable del devenir y “devenir no es alcanzar una forma (identificación, imitación, Mimesis), sino encontrar la zona de vecindad, de indiscernibilidad o de indiferenciación tal que ya no quepa distinguirse de (...) una molécula”3, hay que admitir que este video ha sido, al menos, escrito, y que, gracias a él, el campo potencial infinito de virtualidades configura la actualización misma de la realidad (lo que se llama “empirismo trascendental”4): lo que vemos es une vie... y por eso nos impresiona (hasta quitarnos el aliento).
“Puesto que lo que importa no es la “vida” de la foto (noción puramente ideológica), sino la certeza de que el cuerpo fotografiado me toca con sus propios rayos”5, el falsificador de YouTube encontró el punto exacto de pasaje de “la vida” a “una chispa de vida”.
Los últimos días de Nietzsche recupera no al filólogo loco, sino “la chispa de vida en él” (la vida desnuda o la forma-de-vida), como estado de suspensión inasignable, entre la vida y la muerte (lo propio de la infancia, pero también de los moribundos). Es, por eso, una experiencia que fabrica, al mismo tiempo, juegos de lenguaje y formas de vida. Las piezas de ese juego son la leve animación del brazo y la cabeza, el casi imperceptible parpadeo de los ojos, el ruido de las cigarras y el cuerpo real de Nietzsche (impreso en las fotografías de Olde). De ese cuerpo que se encontraba allí (no importa, nunca importó, cuántas capas de mediación tecnológica haya que suponer) han salido unas radiaciones que vienen a impresionarnos a nosotros (que nos encontramos aquí) como los rayos diferidos de una estrella.
En lo que se refiere a las artes de la voz y del gesto, YouTube alcanza dimensiones a las que los museos, esas instituciones decimonónicas, no pueden llegar sin falsificar la historia y la lógica del universo. El biografema borgeano “El universo (que otros llaman la Biblioteca)” alguna vez pudo entenderse como un admirable ejemplo de ficción. Su traducción actual, “El universo (que otros llaman YouTube, esa serie heterogénea de actos independientes, ese desplazamiento, esa investigación en manada de la masa), se adecua a nuestra realidad tanto como alguna vez el mundo se adecuó a la letra de la Enciclopedia de Tlön.
Buenos Aires, mayo de 2011
1 Barthes, Roland. La cámara lúcida. Barcelona, Paidós, 2009, pág. 94
2 Barthes. Op.cit, pág. 95
3 Deleuze, Gilles. “La literatura y la vida” en Crítica y Clínica. Barcelona, Anagrama, 1996
4 Deleuze, Gilles. “La inmanencia: una vida...”
5 Barthes. Op.cit.
Esta última parte que bien dibujás, universo-biblioteca-youtube (si bien habría que pulir diferencias), recuerdo haberla discutido con un amigo respecto de wikipedia, cuando se criticaba la 'verdad' de lo que allí se escribía, y que recuerdo concluí (en silencio) con que justamente era esa 'serie heterogénea de actos independientes' (te robo lo dicho) lo que reflejaba verdaderos matices de lo real.
ResponderBorrarVí el video que mencionás hace un tiempo, y me estremecí (aún a sabiendas de su imposibilidad). Leo tu texto, y me vuelvo a estremecer...gracias.
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