1) "[Creemos] firmemente que la producción de billetes y monedas dentro del ámbito nacional está ligado directamente al ejercicio de la Soberanía Nacional", dice el párrafo final la nota que el gerente general de Casa de Moneda, Mario Enrici, giró el 26 de enero pasado a su entonces par en el BCRA, Beningno Vélez, para proponerle que aceptara a la Compañía de Valores Sudamericana S.A.
Esa empresa no es otra que la ex Ciccone, hoy en manos de un entramado de fondos de inversión cuyo rostro visible el monotributista Alejandro Vandenbroele, amigo del vicepresidente Amado Boudou. La intención es darle la impresión del 38,5% del total de nuevos billetes.
2) El monto [de la operación] resulta llamativo. Es un 16,72% más elevado que el precio que cotizó la Casa da Moeda do Brasil, cuando conformó una unión transitoria de empresas (UTE) con la propia Casa de Moneda local para paliar el faltante de billetes que asoló a la Argentina durante el verano de 2010-2011. Y es un 49,32% más caro que la oferta que presentó Boldt a fines de octubre de 2010, cuando alquilaba la imprenta de la propia Ciccone, según consta en un memo del Banco Central cuya copia obtuvo La Nación.
Quizás si hicieran billetes de $ 200 y de $ 500 no necesitarían imprimirlos fuera de la casa de moneda (con la mitad o la quinta parte de lo que se necesita imprimir la misma cantidad de billetes de $100 ¿o mis cuentas están mal, como suele suceder?). Pero eso, que sería lo razonable y cómodo, queda mal para la propaganda: nos haría pensar que hay inflación, algo absurdo y destituyente como todos sabemos.
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