Hay personas que nacen con estrella y
otras que nacen estrelladas. Yo pertenezco al segundo grupo, y la señora que compró un Renoir en un mercado de pulgas norteamericanopor siete dólares (perdón por la mala palabra), al primero.
Yo cobro un sueldito, algunos
honorarios que facturo, y a veces sucede que algún error de sistema
determina que mis haberes queden atascados (este año me pasó ya
tres veces). Sueño con mudarme y cosas por el estilo, pero estoy más
bien convencido de que nunca me voy a ganar la lotería (sobre todo,
porque no compro billetes), de que jamás encontraré un portafolio
repleto de dólares (una vez más, discúlpenme) que, naturalmente,
no devolvería y, sobre todo, de que nunca tendría la dicha de
comprar a precio de baratija una obra de arte.
Una vez me vendieron, como auténticas
piezas precolombinas, unas cabecitas divinas de piedra. Me salieron
casi nada (los pocos billetes y monedas que tenía en el bolsillo),
pero yo sé que son chucherías hechas por los mexicanos para
confortar a los turistas, que gustan de rapiñar tesoros aztecas. No
obstante, les mandé hacer una vitrina en miniatura para realzar su
(falso) valor.
En los mercados de pulgas, que me
encanta recorrer, he comprado alguna que otra antigualla por unos
pocos euros, pero siempre para regalar, de modo que si hubo un salto
cualitativo en el valor de la pieza, fue otro el que se benefició.
¡Un Renoir! Qué no daría yo por un
Renoir de siete dólares. Lo vendería por cien mil dólares azules y
me compraría una casita donde mis libros pudieran estar mejor
acomodados.
Pero no, lo mío es el reclamo
persistente a Tesorería, la llamada en espera, la averiguación de
qué pasó con mi cheque, el emparchado de los agujeros financieros
de cada mes, el riguroso pago del monotributo y las declaraciones
periódicas a la AFIP.
No me quejo de mi suerte casi nunca,
pero cuando pasan cosas como éstas, elevo mis ojos al cielo y hago
algún gesto obsceno: ¿Por qué no a mí?
Sin embargo, cuando me olvido de que la
fortuna podría caerme del cielo, como una lluvia inesperada,
pequeñas alegrías compensan mi mala fortuna: me llegan
liquidaciones de derechos de autor por sumas que no alcanzan siquiera
para pagar los cigarrillos que consumo, pero que, después de todo,
yo no había presupuestado.
Son esos días en los que me digo:
mejor que comprar un Renoir a precio de descarte sería poder
escribir un best-seller que me vuelva millonario. Pero tampoco
para eso he nacido.
Soy un humilde trabajador, sin suerte y
sin Evita.
!Pero, Daniel! ¡Vos sabés bien qué mierda hay que escribir para pegarla! Mandate con un pseudónimo a algún premio paqueta en Europa que esté pagando 20.000€ o 50.000€ (nótese que ignoré la moneda americana) y ya estás!
ResponderBorrarMientras, a nosotros, seguí dándonos lo que nos gusta...¡Hace tiempo que espero, después del grandioso fantasmita, una entretenida y excelente ficción!
¡Impío, como le vas a decir "se cogía cualquier cosa que se le cruzara"!
ResponderBorrarNo entiendo si te gustraía encontrar algo de valor o simplemente ganar dinero en forma fortuita.
ResponderBorrarEl cuadro me parece horrible. La nota dice que la madre de la compradora leyó Renoir y le sugerió que lo lleve a revisar. Hay que estar desesperado, y creer que los otros son idiotas, para pensar que un cuadro de 7 dólares puede ser valioso. La suerte que tuvo esa mujer parece compensarle el mal gusto y el absurdo criterio.
Tal vez esa sea una clave para la suerte: Andar por la vida alejado de la razón. Y puede que eso explique tu nacimiento.
No entiendo si te gustraía encontrar algo de valor o simplemente ganar dinero en forma fortuita.
ResponderBorrarEl cuadro me parece horrible. La nota dice que la madre de la compradora leyó Renoir y le sugerió que lo lleve a revisar. Hay que estar desesperado, y creer que los otros son idiotas, para pensar que un cuadro de 7 dólares puede ser valioso. La suerte que tuvo esa mujer parece compensarle el mal gusto y el absurdo criterio.
Tal vez esa sea una clave para la suerte: Andar por la vida alejado de la razón. Y puede que eso explique tu nacimiento.
¡Che, qué flojo Edgardo Cozarinsky! Podría mandarse una película de "La Mafia Rusa" y dejarte unos pesitos más...
ResponderBorrarLaura Novoa
¿A dónde lo lleva al bárbaro la pobreza de experiencia? Lo lleva a comenzar desde el principio; a empezar de nuevo.
ResponderBorrar(W. Benjamin, "Experiencia y pobreza")
daniel, la verdad? sos un bajón. por lo llorón. te sugiero salir a caminar un rato. cuando te canses, entra en una pizzeria. Pedí una pizza de roquefort ( o media) Pagás y volvés a salir .En la primer plaza que se cruza en tu camino, te sentas a comerla. seguro te la afanan
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