Me preocupa el Fin del Mundo. La NASA
tuvo que salir a desmentir la predicción, lo que de ningún modo me
tranquiliza (¿acaso la NASA desmentiría que los chanchos vuelen?).
Para salvarme del 7D acepté una
invitación que me hará mucho daño físicamente, porque no estoy en
condiciones de viajar y mucho menos a zonas más húmedas todavía
que Buenos Aires (mis huesos sufren) y, todavía más, a eventos
donde corro el riesgo de cruzarme con el señor Amado Boudou, como
parece ser el caso.
Vuelvo el 18 a Buenos Aires, y leo que
el 19 habrá un paro con movilización: supongo que haré trasladar
mi espina dorsal en proceso de curación directamente de Ezeiza al
campo, para evitar un colapso urbano más.
Pero para el Fin del Mundo... ¿cómo
organizar la agenda? No es que yo quiera evitar la catástrofe. Muy
por el contrario, si es que la destrucción total está en el
horizonte de nuestra especie, me gustaría estar en primera línea,
recibir con una sonrisa el merecido final de tanta petulancia humana
y tanto capitalismo autodestructivo. Pero nadie sabe a qué hora
será, ni cuáles serán sus características (¿incineración,
choque planetario, congelamiento, veneno?). Imposible prepararse para
recibir el acontecimiento como se merece. Los mayas debieron haber
sido un poco más prolijos aunque reconozco que tuvieron problemas
más importantes que pensar en mis manías obsesivas.
Escribí a mis amigos mexicanos
quejándome y solicitando precisiones, y no me contestan. Aquí, una
amiga me propone que haga un asado en la quinta. Todo bien, le
contesto: ¿pero y si después no pasa nada, quién levanta el
muerto?
Por otro lado, me doy cuenta de que he
caído en una trampa, porque acepté escribir sobre el asunto (la
imaginación de la catástrofe y las películas del fin del mundo:
Eli, Eli,
lema Sabachthani?, The
Happening, Anticristo,
Melancholia, 4:44
Last day on Earth y
Seeking
a Friend for the End of the World)
sin
pedir mis honorarios por adelantado: ¿quién me va a pagar esa nota
si el 7D o el paro del 19 o la catástrofe del 21 vaporizan a quien
me la encomendó?
Todos
mis amigos se burlan de mí porque me tomo las cosas tan en serio.
Pero bueno, es el Fin del Mundo y no cualquier pavada. Pienso comprar
los regalos navideños y entregarlos antes del 21, por si acaso. Mi
mamá ya me regaló una mesa de jardín con cuatro sillas para la
quinta. Creo que, previendo lo peor (desde mi punto de vista, lo
mejor), pagó el regalo con la tarjeta de crédito de la que soy
titular. Si no pasa nada, ya sé quién va a tener que levantar el
muerto.
Si llega el Fin del Mundo, ¿Por qué la gente va al gimnasio? ¿No deberían estar garchando desenfrenadamente?
ResponderBorrarPD: si el fin llega con una bola de fuego es probable que te reseque el asado, un bajón.