sábado, 19 de enero de 2013

Arte y técnica

--> Por Daniel Link para Perfil


Un inesperado regalo me pone a pensar (y me parece mejor regalo esa disposición que el artefacto mismo): un proyector 3D (que es, naturalmente, HD y es capaz de simular la tercera dimensión en películas 2D, entre otras maravillas que todavía no he descubierto).

Nunca fui amante de la tecnología 3D, de modo que no la conozco bien y nunca medité sobre ella. Lo primero que pensé es que ahora tenía a la mano un dispositivo para mirar las fotos 3D que alguna vez saqué con mi camarita experimental (y ya demodé). En el visor de la cámara, las olas del mar parecían moverse y la espuma rielaba. Aumentadas esas imágenes a cien veces el tamaño del visor, el espectáculo seguramente iba a ser impresionante. Y así fue.

Luego, empecé a mirar películas. Donde mejor se disfruta la tecnología 3D es en los dibujos animados, naturalmente. De todas las películas de las que puse algunos fragmentos, la que mejor reproduce el encantamiento de la profundidad de campo es Buscando a Nemo

Aparentemente, ahora todas las películas son en 3D: es decir, cada una de ellas y durante toda su duración. Estoy esperando que termine de bajar La cueva de los sueños olvidados (2010) de Werner Herzog, porque confío en su capacidad de reflexión sobre la técnica más que en la de los directores norteamericanos.

He visto, sin embargo, algunos fragmentos de películas ya vistas (El hombre araña, Prometheus), como para ver cómo trabajan la profundidad. Pasa algo raro.

La profundidad de campo que ofrece la tecnología 3D es decisivamente una experiencia extraña, pero mucho más porque está encuadrada.

No es que el 3D simule la percepción de lo real a un punto que alcance a confundirnos. Muy por el contrario, se percibe como una profundidad muy artificiosa, como debió resultar al ojo medieval la perspectiva geométrica codificada por el genial León Battista Alberti en 1436.

Pero si algo pretende la tecnología 3D es una sensación de inmersión en lo mirado o, si se prefiere invertir el punto de vista, de envolvimiento del espectador (“ventana” y “nivel del umbral” llamaba Alberti a estos asuntos): en efecto, la imagen no sólo nos interpela, sino que viene hacia nosotros, nos rodea.

Para que la ilusión fuera completa, el 3D debería ser totalmente envolvente y no cortado (y, por lo tanto, suspendido) por la pantalla o ventana. Es como si en este estadio de la reproducción, dos sistemas se superpusieran con efecto contradictorio: inmersión y distancia.

No es poco estimulante empezar el año con la certeza de que tengo que ponerme a pensar de nuevo en un arte ya difunto.

6 comentarios:

  1. Anónimo7:50 a.m.

    Cocodrilito albino te otee en el fuentón.

    Fie.Fre.

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    1. Esto suena muy obsceno, aunque no me doy cuenta por qué ni qué quiere decir.

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  2. en 3D, Pina, de Wim Wenders:
    http://mescauseries.blogspot.com.ar/2011/10/im-not-interested-in-how-people-move-im.html

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  3. Sí, pero todavía no está para descargar.

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  4. Yo la tengo! En DVD original y todo!

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