Por Daniel Link para Perfil
La semana que pasó fue muy dura para
los docentes universitarios de todo el país, quienes (luego de
dieciocho meses de salarios congelados) recibieron una oferta del
Ministerio de Educación en la Mesa Nacional de Negociación Salarial
(MNNS) consistente en un aumento escalonado en tres cuotas: 16,5%
desde julio (a cobrar en agosto), 5% desde septiembre (a cobrar en
octubre) y 5% desde noviembre (a cobrar en diciembre), hasta junio de
2015 y sin ningún retroactivo.
En consecuencia, el Plenario de
Secretarios Generales decidió el viernes 13 en Tucumán un Paro
Nacional en todas las universidades (y colegios universitarios) desde
el sábado 14 hasta el próximo lunes 23, cuando el Congreso de la
Federación evaluará el estado de la negociación y decidirá los
pasos a seguir.
El ofrecimiento salarial realizado por
el Gobierno resulta ofensivo para los docentes, cuya función no se
agota en la preparación y el dictado de clases, sino que involucra
también la investigación académica, la participación en programas
de extensión, el dictado de cursos en prisiones, la tutoría de
tesis de licenciatura, maestría y doctorado y una creciente carga de
tareas administrativas, todo eso entre febrero (cuando comienzan las
mesas de exámenes) y hasta muy entrado diciembre.
Es por eso que, teniendo en cuenta el
congelamiento salarial y la creciente pérdida del poder adquisitivo,
los gremios reclaman un aumento del 40 % y un mínimo de $ 8.000 para
el cargo testigo.
Lo que está en juego es demasiado:
la supervivencia del sistema de formación superior porque, si los
camioneros y otros gremios (industrias de la alimentación,
aceiteros, indumentaria, plásticos y farmacia) consiguen aumentos
superiores al 30 % anual, resulta obvio que más temprano que tarde
quienes trabajamos en la Universidad comenzaremos a revisar nuestras
vocaciones. Yo tengo registro y me gusta la ruta. Denme un camión y
conquistaré el mundo.
Harías un fantástico BJ del nuevo milenio.
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