Aunque sea un lugar común: los tatuajes son sexys y, al mismo tiempo, misteriosos. La mezcla entre drogas y tatuajes puede llegar a ser una trampa letal, sobre todo cuando toman como campo de batalla el cuerpo de un chongo dispuesto al favoritismo sexual.
Las drogas de diseño, cuya potencia recreativa nadie podría poner en duda, vienen cada vez más sofisticadas pero muchas de ellas siguen sosteniendo la misma potencia enteogénicas.
Venimos siguiendo Limitless y Blindspot, la primera sobre un tarambana que toma una pastillita diaria que lo convierte en un genio absoluto puesto al servicio de la resolución de crímenes y la segunda sobre una chica que, un día, se despierta desnuda y sin memoria en medio de la calle y su cuerpo cubierto de tatuajes raros.
La primera se deriva de una película, la segunda no sé. Ninguna modifica la historia de la televisión ni mucho menos, pero son simpáticas. ¿Por qué lo son? Por los vehículos que eligen (tatuajes y drogas de diseño) pero, sobre todo, por el casting de mujeres.
La protagonista de Blindspot (Jaimie Alexander) es de una belleza exquisita y tiene una voz extraordinaria. Es secundario si actúa bien el papel de la superagente que no sabe que lo es; en todo caso: la serie se sostiene en su carácter y sólo por él conviene verla. Su contraparte masculina, Sullivan Stapleton, destila un tipo de masculinidad más bien desagradable, pero la trama es suficientemente barroca (aunque sin grandes invenciones: de hecho, tuvo una gran escena copiada de El vengador del futuro, esa antigualla) como para hacernos olvidar esa circunstancia.
Limitless es mucho menor en sus ambiciones pero mucho más audaz narrativamente. Como la pastillita modifica la conciencia del protagonista (desempeñado por un simpatiquérrimo Jake McDorman), los guionistas y directores consideraron legítimo entregarse al humor narrativo (y muchas veces aciertan con sus invenciones).
La contraparte femenina es la extraordinaria Jennifer Carpenter, que aquí es una agente del FBI que se llama Rebecca Harris y que en Dexter fue una policía que se llamaba Debra Morgan.
La gracia de Jennifer le permitió sobrellevar con elegancia el complicado papel de la hermana de Dexter y ahora, en este rol más relajado, sigue brillando locamente. ¿Veríamos Limitless o Blindspot sin esas dos presencias femeninas? Probablemente, no. Pero tampoco las veríamos si hubiera una mejor oferta de tramas y de cinematografía en el universo televisivo que nos llega de Los Ángeles. Ellas dos merecen mejores proyectos.
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