por Edi Zunino para Noticias
El chiquitaje político no tiene límites. En una escandalosa
manipulación de los tiempos y los datos electorales, el Gobierno planchó
el escrutinio para que el escenario de triunfo oficialista a nivel
nacional quedara plasmado. Fue una escenificación que, con CFK ganadora o
empatando sería más difícil instalar. Un relato.
Los responsables políticos directos de la maniobra fueron el ministro
del Interior, Rogelio Frigerio; el Correo en manos del ultramacrista
Jorge Irigoin (histórico de SOCMA), el ex director nacional electoral
hasta 2015, Alejandro Tullio, y la polémica empresa española INDRA, que
maneja los escrutinios provisorios desde 1997, trabajó para todos los
gobiernos desde entonces y soporta graves sospechas de corrupción en su
país de origen.
El Gran Buenos Aires (también el Gran Rosario) fue el centro de la
falta de información, sobre todo el populoso municipio de La Matanza. En
las dos horas posteriores a que Macri escenificara su rutilante
triunfo, la brecha entre los candidatos M y K se redujo de casi 7 a casi
cero.
¿Hacía falta semejante desatino? ¿Cambiemos cree que así cambia algo?
El kirchnerismo había abierto el paraguas durante la última semana y
en el inicio de la jornada electoral sobre el proceder de los nombrados
más arriba. Hasta esta noche, el problema era también de ellos:
convivieron con Indra y Tullio durante más de una década. Se ve que
conocían de antemano (¿y en beneficio propio durante la “década
ganada”?) sus supuestos malos procederes.
Cristina se victimizará con el despropósito con el mismo derecho que
Cambiemos podía haber exhibido un triunfo a nivel nacional en buena ley.
Se consolida la grieta. El negocio de ambos, en definitiva. Que cambió,
pero apenas de gerentes. No de escrúpulos escasos.
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