Aby
Warburg presentó su seminario de 1925 sobre arte italiano del
Renacimiento temprano a partir de la frase "Der liebe Gott
steckt im Detail" ("El Buen Dios está en los detalles").
Generalmente se atribuye la máxima a Gustave Flaubert ("Le
bon Dieu est dans le détail"),
probablemente porque era un maniático obsesivo de la palabra justa.
Al autor se le
escapó, sin embargo, el pequeño detalle de que los ojos de su Emma
Bovary cambiaban de color a lo largo de las páginas, y motivó una
encendida (pero ineficaz) novela de defensa de Julian Barnes, El
loro de Flaubert. También cambió la
dirección de la máxima, que suele decirse “El Diablo está en los
detalles”.
Como fuere, hay
que prestar atención a los detalles.
Este diario informó que “el gobierno busca abaratar los pasajes aéreos al exterior”
mediante Resolución de la ANAC publicada en el Boletín
Oficial: "Suspéndase desde el 1°
de julio de 2018 hasta el 31 de diciembre de 2018, el aumento
dispuesto en la Resolución E N° 95 del 16 de febrero de 2018 de la
ANAC, para las tasas de protección al Vuelo en Ruta y Apoyo al
aterrizaje respecto de los vuelos con origen o destino internacional
que aterricen o despeguen en y desde el territorio argentino".
El detalle (para
muchos, marginal e insignificante) es muy revelador. Para algunos,
revela el apoyo del gobierno a la “nueva” aeronavegación de bajo
costo (por el momento de cabotaje, pero que pronto dejará de serlo).
Pero lo que es
incontestable es que de ese modo el gobierno busca estimular los
viajes al exterior a los que los argentinos somos tan afectos como
para desbalancear la cuenta corriente del país (dicen los
economistas que la cantidad de dólares que se compran para
atesoramiento y para compras en el exterior es la segunda fuente del
tan cacareado déficit).
De modo que
enfrentado a una “tormenta” en medio de uno de los más crudos
inviernos de los que se tenga memoria, el gobierno, lejos de brindar
abrigo, invita a los pasajeros de su barco, avión o caravana en el
desierto (imagino, no sé por qué, una tormenta de arena) a lanzarse
al vacío del gasto en dólares, a abrirse al desastre.
Conocemos al menos
una de las características del tiempo mesiánico (que anuncia la
segunda venida): la aceleración.
El propio Tiempo,
que se sabe ya agotado, se contrae porque los Nuevos Tiempos ya se
adivinan en el mañana. No bastan los aumentos de tarifas, ni el
descalabro cambiario ni la desbocada inflación ni los inminentes
ajustes a todo lo posible ni la convocatoria a ese jinete del
Apocalipsis llamado FMI. También se compromete, en una espiral de
velocidad creciente, a las Fuerzas Armadas para que intervengan en
conflictos con un enemigo indeterminado. Todo en el lapso de días.
¿Habrá segunda
venida? El Mesías no vuelve sólo como Redentor, sino también como
vencedor del Anticristo.
El dicho en inglès es exactamente a la inversa. El diablo està en los detalles. Para los ingleses el nombre de Dios es sagrado.
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