Del 27
al 30 de marzo de 2019 se realizará en la doctérrima ciudad de
Córdoba el VIII Congreso de la Lengua Española, o mejor
“castellana”, como cuando yo era chico,
dado que el reino de España es multilingüe y el castellano se usa
en vastos continentes que deliberadamente se independizaron de la
metrópoli y sus delirios imperiales.
Vendrán, por
supuesto, los soberanos de la casa de Borbón (tercera Restauración)
a garantizar los negocios espurios de la corona española con esa
materia prima que es el lenguaje (hablado, escrito, impreso,
radiotransmitido, digitalizado) como si la lengua que usamos hubiera
sido un invento de las monarquías que a golpe de espada pretendieron
unir a la península bajo un estandarte expansionista y totalitario,
y no el resultado de lentos procesos de usos vernáculos del latín.
Siguiendo esa
lógica mezquina y concentracionaria, los italianos (legítimos
herederos de los romanos) podrían reinvindicar derecho de autoría
sobre todas las lenguas romances (incluidos el francés, el
portugués, el catalán). Lo siento, monarcas: aprovechen el ruidoso
desorden de las repúblicas latinoamericanas mientras puedan, porque
más temprano que tarde retomaremos la gestión soberana del lenguaje
que hablamos y escribimos, incluida su explotación literaria y
comunicacional.
Uno de los temas
sobre los que los Conquistadores pretenderán imponer autoridad es el
del lenguaje inclusivo o las estrategias de inclusión en el
lenguaje, ligado con políticas de género.
A muches
lectores les molesta el uso de la e o cualquier otro artilugio para
dar cuenta de una cierta conciencia en relación con el carácter
fascista y discriminatorio del lenguaje. Cuanto más se retuerzan en
sus lechos castellanos y cuanto más les académiques reales insistan
en negar el problema, tanto más divertido será ensayar variaciones
para no tener que decir día del niño (“día du niñe” y “día
des niñes” me encantan).
¿Cunde la
alarma? ¿Destruimos el idioma? Señoris (en este caso la “e”
sería masculina): de pronto les plebeyes se inclinaron masivamente a
la poesía y el uso experimental de los lenguajes (que haya uno solo
y se lo considere uniforme es insostenible ya desde antes del
franquismo). ¿No es eso hermoso, no es gongorino?
Les
independentistes más radicales del XIX propusieron abandonar la
lengua castellana en favor de una más plástica. Sigamos buscando y,
como decía Darío, que bufen los eunucos.
Un idioma es mejor cuanto más impuro es, decía Borges: el español, el inglés y el chino son gran prueba de ello.
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