sábado, 5 de marzo de 2022

Milenarismo y mundialización

 Por Daniel Link para Perfil

Al comienzo del siglo XXI se nos había ocurrido, en la UBA, ponerlo bajo la imaginación del Milenio, que llama a la destrucción y al apocalipsis. Nos habíamos entrenado en las lecturas necesarias (desde la Apocalíptica hasta las concepciones finalistas de la historia y las teratologías) pero después nos pareció que tal vez no fuera para tanto, para qué alarmar. “Ustedes siempre igual”, nos habrían dicho.

Pero ya en la segunda década del Siglo la imaginación se realizó: la crisis ecológica, de la cual pende ya de un hilo una humanidad exhausta, la pandemia que suspendió el tiempo durante el cual, sin embargo, las voces de alerta en relación con una creciente paranoia estatal fueron varias (Agamben, Bifo Berardi) y finalmente la guerra senil y psicótica (así la definió Bifo) de dos provincias de la supremacía blanca. Occidente no es una región geográfica sino un Estado Universal Homogéneo y, sobre todo, homogéneamente racial.

El mundo “libre” reaccionó airadamente: Rusia fue expulsada primero de Eurovision, después de Pornhub (los videos gay rusos siguen ahí, sin embargo) y del fútbol, después del espacio aéreo “occidental”, después del sistema financiero mundial, finalmente del transporte marítimo y las tarjetas de crédito. En cualquier momento Rusia quedará también fuera de Google Play y de Apple Store, lo que desencadenará la rebelión final de ls moscovits.

La guerra en curso no es una guerra del Imperio contra los bárbaros sino algo nuevo, una guerra del Capital consigo mismo, que enfrenta diferentes formas de acumulación, y que le sirve como excusa para dejar en segundo plano la catástrofe ecológica que es nuestro día a día.

Mientras las bombas rusas de racimo siguen cayendo sobre Kiev, Corrientes no termina de quemarse y Brisbane, en Australia, está bajo el agua. Lo que antes podía suceder cada cien años ahora inevitablemente sucede cada diez.

¿Milenarismo? ¿Imaginación?

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