sábado, 1 de noviembre de 2025
La tajada de sandía
por Daniel Link para Perfil
La doctrina del “Destino manifiesto”, cuyo nombre se estabiliza recién en 1874, fue formulada en 1630 por el ministro puritano John Cotton, quien sostuvo que “Ninguna nación tiene el derecho de expulsar a otra, si no es por un designio especial del cielo como el que tuvieron los israelitas, a menos que los nativos obraran injustamente con ella. En este caso tendrán derecho a librar, legalmente, una guerra con ellos y a someterlos”. La expresión “destino manifiesto” aparece por primera vez en el artículo «Anexión» de John L. O'Sullivan, publicado en la Democratic Review (Nueva York: julio-agosto de 1845). Allí se lee que “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”.
A partir de este supuesto, los Estados Unidos anexaron los territorios de Texas (1845), California (1848) e invadieron México (1846), apropiándose de Colorado, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma (2 millones 100 mil kilómetros cuadrados, el 55 % del territorio mexicano de entonces). Estados Unidos intervino militarmente en Nicaragua en 1860 y en 1912, en Honduras en 1903, 1905, 1919 y 1924 para “restablecer el orden”, y en Cuba en 1898, después de haber vencido a las tropas ibéricas.
Particularmente interesante es el episodio de la “tajada de sandía” (cuya intensidad semiótica no puede disimularse). El 15 de abril de 1856 desembarcó en Panamá de un buque procedente de California el estadounidense Jack Oliver. Acompañado de unos amigos, se detuvo en el puesto de frutas de José Manuel Luna en el barrio de La Ciénaga, tomó una tajada de sandía, se la comió y quiso irse sin pagarla (valía un real, equivalente a cinco centavos de dólar de entonces). Reclamado el pago, Oliver insultó y amenazó al puestero a punta de pistola. El vendedor respondió con su puñal. Miguel Abraham (de nacionalidad peruana) arrebató la pistola a Oliver y salió corriendo, perseguido por la muchachada californiana, a los tiros.
El resultado de la batalla entre arrabaleros panameños apoyados por la gendarmería y aventureros norteamericanos fue de 14 norteamericanos y un francés muertos, en un bando, y 2 muertos y media docena de heridos en el otro, y la destrucción de las instalaciones de la Panama Railroad Company. El 18 de julio de 1856, el comisionado estadounidense Amos Corwine recomendó “la ocupación inmediata del istmo de océano a océano por Estados Unidos a menos que Nueva Granada nos convenza de su competencia e inclinación para suministrar adecuada protección y una rápida indemnización”. Ambas cosas sucedieron (indemnización y garantías de seguridad). Lo demás es historia reciente y manifestación de un destino latinoamericano que por fin nos alcanza cabalmente.
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