lunes, 10 de noviembre de 2003

Hoy...

día extraordinario, tomamos el café después del almuerzo en la terraza. Y después bajamos al lago, con nuestros trajes de baño. Y nos tomamos fotos veraniegas. Y todo fue dulce como el ámbar y la ambrosía. Recién, desde el balcón, vi salir a Vittorio, el jefe de los camareros, que me saludó afablemente, como siempre. Escribo antes de la cena, esta vez, temprano, porque esta noche tendremos que despedir a seis amigos, entre ellos algunos muy queridos, que abandonan Naboo mañana, en las primeras naves.
Para compensar tanta pesadumbre, hay muchos biotecnólogos en la casa.
Si todo sale como lo planeamos, el próximo sábado estaremos en Mantova, poniendo flores en el monumento a Virgilio y admirando las proporciones de la iglesia que Alberti construyó en honor de San Sebastiano.
Ahora, me voy a lavar la ropa.

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