El viernes a la noche, comida con los de la conferencia de Derechos Humanos y "Comisiones de verdad". Gente de África, Sudamérica y los Estados Unidos. Muy buena gente. En el discurso de presentación de la conferencia, se cita repetidamente a Argentina como modelo en relación con procesos de juicio y castigo a culpables de crímenes de lesa humanidad. Por una vez, el orgullo de ser argentinos. En el balcón de fumadores, después del café un senegalés (o ganhés, no lo recuerdo) insiste en la importancia que tuvo para ellos la visita de un prohombre de los derechos humanos de Argentina, que los visitó hace unos años. No se acuerda del nombre. No era Pérez Esquivel. Con una paraguaya muy simpática nos burlamos un poco de nuestra condición de sudacas. Brindamos por el Mercosur. Ayer sábado, finalmente no fuimos a Bérgamo porque llovió desde la madrugada. Será el próximo fin de semana, el último en Naboo. Milagro: en un cine de Milano dan Matrix en versión original con subtítulos. Tal vez mi protesta encontró algún alma sensible en los programadores locales. ¿Valdrá la pena la excursión? Veremos. Anoche, comida opulenta y después película mala (pero muuuy mala) en el cuarto. A punto de terminar La montaña mágica y a punto de terminar también La ansiedad (en rigor, ya está listo, pero dilato el momento de abandonarla porque no termina de convencerme aunque me tiene harto). Mañana empieza otra conferencia, ésta sobre biotecnología y desarrollo alternativo. Naboo da para todo.
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