--Enfermedad y desesperación --dijo Settembrini-- a menudo no son más que formas de extravío.
"¿Y Leopardi --pensó Hans Castorp--, que ha contribuido a la ciencia y al progreso? ¿Y usted mismo, señor pedagogo, no está también enfermo y no ha venido a parar aquí? Me parece que no a Carducci"
Y en voz alta añadió:
--¡Pero bueno! Esa señorita cualquier día puede morder el polvo, ¡y llama usted a eso extravío! Es preciso que se explique con mayor claridad. Si usted dijese: a veces la enfermedad es la consecuencia del extravío, eso ya sería admisible...
--Muy admisible --dijo Settembrini--. Ya veo que le gustaría que me limitase a eso.
--O bien si usted dijese: la enfermedad es, en ciertas ocasiones, pretexto para la licencia, quizá podría admitirlo.
--Grazie tanto!
--Pero, ¿la enfermedad una forma de extravío?, es decir: no nacida del extravío, sino ella misma extravío. ¡Eso es paradójico!
(Thomas Mann. La montaña mágica. pág. 305)
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