"Estimado L:
He leído con preocupación tu anotación Todas las princesas esperan que las saquen a bailar, y quisiera darte mi opinión con respecto al inquietante tema que planteas.
Abandona, Daniel, tu temor y tu temblor. Aconseja a S. que ejercite su cuerpo serrano en un gimnasio de barrio; búscaselo tú mismo. Los aventajados deportistas que concurren a estos templos barriales -en los que el puritanismo del alma ha sido sustituido por el puritanismo del cuerpo- se cuidan muy mucho de pasar de la inocente exhibición de sus partes al acceso carnal. En efecto, no quieren estos entrañables hijos, hermanos y esposos, que se los conozca como los uranianos del barrio. Desde luego, debes evitar a cualquier costo que S. concurra a uno de esos mega-gimnasios del centro de la ciudad, modernas versiones de Sodoma y Gonorrea.
Esperando haberte sido útil, te saludo atentamente".
(sin firma)
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