Al volver de la quinta (con una compañía inesperada con la cual mantuve una conversación cuyos pormenores no sé cuándo podré ordenar) me encontré con un panorama desolador: el trastorno alimenticio que sufre Tita Merello se había transformado en un sucesión de vómitos después de cada comida. Obviamente lo poco que de fuerzas me quedaba lo destiné al análisis, pronóstico e intento de resolución del problema (tampoco tengo ganas de pormenorizar sobre esto). Pero no quería irme a dormir sin dejar registro del importante encuentro, la noche del lunes pasado, entre Volker Schlöndorff y uno de nuestros más importantes cineastas en la más bella casa que yo conozca en Villa Crespo. Fueron testigos de la conversación (divertida a mares, pero sobre la que tampoco tengo ánimos para pormenorizar) una de nuestras mejores poetas, la más bella damita de nuestra sociedad y, naturalmente, la pareja dueña de casa. La visita (no oficial) de Volker obedece a razones sentimentales.
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