viernes, 29 de abril de 2005

Galería


El Greco (1580, Palencia)

De los cuatro Sebastianes que pintó El Greco (uno, horriblemente mutilado por dos herederas intransigentes, había sido destinado por el artista a su capilla funeraria), éste (que actualmente puede verse en la catedral de Palencia) es el más grandioso (por formato: 192 x 152 cms, pero también por la fuerza de la composición). Como en otros poquísimos hitos de la iconografía del mártir, aquí se lo ve pensativo. Más allá del dolor y más allá del goce (más allá del éxtasis), Sebastián se entrega a la meditación. ¿Será posible adivinar qué piensa (y en qué términos lo hace) el centurión de Diocleciano? Afortunadamente contamos con un texto estrictamente contemporáneo del cuadro de El Greco que no puede entenderse sino como la meditación de Sebastián (de éste, sino de todos). Corresponde a otra tradición lingüística y cultural, pero las palabras sólo pueden entenderse como el monólogo interior de esta personalidad atormentada:

To be, or not to be: that is the question:
Whether 'tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them. To die: to sleep;
No more; and by a sleep to say we end
The heart-ache, and the thousand natural shocks
That flesh is heir to, 'tis a consummation
Devoutly to be wish'd. To die, to sleep;
To sleep: perchance to dream: aye, there's the rub;
For in that sleep of death what dreams may come,
When we have shuffled off this mortal coil,
Must give us pause: there's the respect
That makes calamity of so long life;
For who would bear the whips and scorns of time,
The oppressor's wrong, the proud man's contumely,
The pangs of despised love, the law's delay,
The insolence of office, and the spurns
That patient merit of the unworthy takes,
When he himself might his quietus make
With a bare bodkin? who would fardels bear,
To grunt and sweat under a weary life,
But that the dread of something after death,
The undiscover'd country from whose bourn
No traveler returns, puzzles the will,
And makes us rather bear those ills we have
Than fly to others that we know not of?
Thus conscience does make cowards of us all,
And thus the native hue of resolution
Is sicklied o'er with the pale cast of thought,
And enterprises of great pitch and moment
With this regard their currents turn awry
And lose the name of action...

William Shakespeare. Hamlet (1600)

Ser o no ser: ése es el dilema./ Si es más noble a la mente sufrir/ los hondazos y las flechas de una suerte ultrajante/o tomar armas contra un mar de contrariedades/ y, combatiéndolas, acabar con ellas. Morir..., dormir;/nada más; y pensar que con un sueño damos fin/ a la angustia y a los mil conflictos naturales/ que son la herencia de la carne: es un final/para desear con devoción. Morir, dormir;/ dormir, tal vez soñar. Sí, el problema es/cuáles sueños serán, en ese letargo de la muerte,/ cuando nos hayamos arrojado al torbellino mortal,/ los que nos darán tregua. Es ese aspecto/ el que da tan larga vida al infortunio;/ pues, ¿quién soportaría los ultrajes y desdenes del tiempo,/ los agravios del opresor, las afrentas del soberbio,/ los pinchazos del amor desdeñado, la demora de la ley,/ las insolencias del poder y los desprecios/ que el mérito paciente recibe de la injuria,/ cuando uno mismo podría darse paz/ con un simple estilete? ¿Quién querría llevar cargas tales,/ gemir y sudar bajo el peso de una vida agobiante,/ si no fuera que el miedo al más allá de la muerte,/ la desconocida región de cuyos confines/ ningún viajero vuelve, desconcierta la voluntad/ y nos hace soportar las penas que tenemos/ en vez de lanzarnos a otras que desconocemos?/ Así, la conciencia nos hace a todos cobardes/ y así el matiz innato de resolución/ se desmaya en el tinte pálido del pensamiento,/ y las empresas de gran aliento o importancia,/ por ese reparo, se descarrilan/ y pierden el nombre de acción...

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