A propósito de la renuncia del Subdirector de la Biblioteca Nacional, Horacio Tarcus, los abajo firmantes deseamos manifestar:
-que el certero diagnóstico sobre el sombrío estado de la Biblioteca Nacional que detalla Tarcus en su renuncia es, en términos generales, lo que cada uno de nosotros puede avalar por propia experiencia como lectores e investigadores;
-que si coincidimos con el diagnóstico, es porque también coincidimos con el rumbo general que el texto de su renuncia señala como necesario para la Biblioteca: de modernización de la gestión bibliotecológica, inventario e informatización de su patrimonio bibliográfico, con una política de continua actualización del mismo, sistemas que garanticen el acceso de los lectores e investigadores a los libros, de modo de convertir a la Biblioteca Nacional en el centro de un moderno sistema bibliotecológico nacional y reservorio principal de la producción editorial;
-que, por último, desde que asumió esta nueva gestión hemos pensado que el conocimiento y la experiencia de Tarcus en estas temáticas, sumadas a su seriedad y su capacidad de trabajo eran una garantía para trazar una línea de reformas coherentes en esa dirección.
Por todo ello, expresamos nuestra mayor preocupación respecto de la suerte de la Biblioteca Nacional a partir de esta crisis de la gestión que ha llevado a la renuncia de su subdirector.
Gonzalo Aguilar, Carlos Altamirano, Martín Bergel, Lila Caimari, Edgardo Castro, María Teresa Constantín, Rafael Filippelli, Jorge Gelman, Adrián Gorelik, María Teresa Gramuglio, Mirta Zaida Lobato, Jorge Myers, Carlos Reboratti, Inés Rojkind, Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Beatriz Sarlo, Graciela Silvestri, Juan Suriano, Oscar Terán, Karina Vásquez, Hugo Vezzetti.
Si está de acuerdo con el precedente texto, por favor, además de adherir, hágalo circular. En unos días se difundirá la versión con todas las firmas que hayan llegado. Muchas gracias.
Es lamentable que quieran bajar a González de un modo tran rastrero. No tienen margen, muchachos. Y todo por rencillas personales que llevan más de treinta años, qué lástima que dan.
ResponderBorrar¿Viste que no se puede, Daniel? Yo te dije. Sn todas vedettes. Punto de Vista y El Ojo Mocho nos van a llevar a la miseria más miserable.
ResponderBorrarla operación de prensa que estan haciendo algunos intelectuales "progres" junto con el diario La Nación para que se vaya gonzalez me parece lamentable.
ResponderBorrarCOMUNICADO DE LA JUNTA INTERNA DE DELEGADOS DE ATE ? BIBLIOTECA NACIONAL
ResponderBorrarBuenos Aires, 02 de enero de 2007
La reaparición en medios nacionales de la BN como noticia excluida de su
producción cultural es momento propicio para recobrar el público
debate del proyecto institucional, debate diluido luego del nombramiento de
la dirección del 2004. En aquel entonces era clara la ausencia de un
proyecto, hoy el debate puede ser más rico en tanto la Biblioteca Nacional ya
transita por caminos más claros, donde no es la especulación sobre el
carácter de figuras directrices lo que domina su discusión.
Es paradójico que sea justamente la renuncia del subdirector la que hoy nos presente la oportunidad de volver a revisar algunos hechos de la historia reciente institucional.
Revisión necesaria para comprender avances, demoras y retrocesos en un
proceso tan complejo como el del país, del que la Biblioteca es en gran
medida escenario amplificado por la potencia de su valor simbólico.
Como habíamos impulsado entonces un movimiento de denuncia sobre el estado de vaciamiento institucional y de reclamo al gobierno, creemos que nos
corresponde aclarar algunos equívocos que al reiterarse inexplicablemente en el texto de
renuncia de Horacio Tarcus, se corre el riesgo de quedar fijados en la
memoria colectiva como hechos indiscutibles:
1. El Inventario no fue una concesión graciosa de ningún funcionario. Que
Tarcus ahora lo mencione así o en su momento Elvio Vitali se lo apropiara como elemento de
rédito propagandístico personal desdibuja la realidad. El inventariado del
patrimonio nacional es un derecho ciudadano, y como tal fue reclamado, junto
a una serie de medidas concretas, al gobierno nacional en una carta que
hacia mayo del 2004 esta Junta Interna de Delegados dirigió, suscripta por
más de 250 personalidades de la cultura, incluidos los propios Horacios:
Tarcus y González. Hasta entonces jamás se había denunciado públicamente la ausencia de
inventarios confiables del patrimonio édito custodiado en el organismo.
2. De los puntos de reclamo contenidos en aquella carta se han cumplido
los siguientes: A) Inicio del inventariado, que hasta ahora concluyó el de
libros y folletos; y que debe continuar con las publicaciones periódicas, el
material del Tesoro, la audioteca, y otras salas de materiales especiales.
Es fundamental considerar que cualquier hecho que ponga en peligro esta
tarea primaria debe evitarse por cualquier medio. En ese sentido, la renuncia
de Tarcus es para lamentar. B) Entendíamos que la
conducción de la BN debía abrirse a la participación de un conjunto
representativo de la sociedad y los ámbitos directamente vinculados al
quehacer institucional. A tal efecto se crearon los Consejos Consultivos,
actualmente en funcionamiento, y que han ido elevando cada vez más su
composición, hoy con algunas de las más altas personalidades del universo bibliotecario
argentino. C) ?El presupuesto de la BN es el más bajo de la democracia?,
tituló entonces Clarín. Recién hoy la BN cuenta con un presupuesto
que le permite asumir compromisos con la sociedad, implementar un software
adecuado, rehabilitar sus Procesos Técnicos, comenzar a ofrecer
contrataciones mejores a mejor personal técnico, intervenir en el mundo
editorial con ediciones propias, adquirir material bibliográfico y
documental faltante (comenzando por el más raro, que el mercado del libro y
la globalización, sin intervención efectiva estatal, hace fluir en forma
alarmante hacia centros de poder económico, despojándonos a los argentinos
de nuestro propia herencia cultural), de hacer efectivas las políticas de
cooperación con las otras bibliotecas nacionales latinoamericanas, entre
otras acciones.
3. Las condiciones creadas por aquel movimiento del año 2004
posibilitaban una profunda reestructuración orgánica de la BN, acto que
habían eludido las sucesivas direcciones del organismo, y que Vitali
desplazó en su agenda para asegurarse la tranquilidad que su postulación
como legislador de la Ciudad requería. Hoy existen las condiciones para
definir los cargos ejecutivos, vacantes desde hace décadas, y que a partir
de allí se establezcan las políticas organizativas y administrativas del
trabajo que la BN requiere para modernizarse y dar respuesta a la demanda de
sus lectores y de la ciudadanía. Debe entenderse que la estructura del
organismo impuesta en el menemismo permanece indemne y que sólo mediante
concursos puede hoy renovarse o revalidarse. La Función Pública no viene
ofreciendo ninguna señal para avanzar en las convocatorias.
4. Habíamos exigido la intervención de la administración financiera del organismo. Esto no se llevó a cabo. Existe un circuito cerrado en el modo en que se resuelven las compras y contrataciones que termina condicionando toda adquisición de suministros y bienes de uso. Se compra mal, y caro, lo que no se necesita para trabajar en la Biblioteca. Ese circuito es uno de los focos de poder interno más persistentes. Los funcionarios políticos acaban siempre acomodándose a él y terminan arrodillados pedigüeñando recursos para poder desarrollar cualquier actividad que proyectan. Tarcus chocó contra este foco al menos en una oportunidad, detectando que se planeaba comprar estanterías para los depósitos a precios fabulosos. Pero no menciona este hecho en su carta de renuncia.
5. El Comité de Selección de Personal que menciona Tarcus en su renuncia,
fue propuesto también por la ATE como un mecanismo de solución a la demanda
de personal calificado que presentan distintos sectores de la Biblioteca. Es
un mecanismo que ya ha realizado su primera selección, con pasantes
provenientes del inventariado, y que transparenta la contratación de
personal.
6. Repudiamos que la ciudadanía deba leer opiniones de ex ? directivos
que aconsejan y aún exigen hacer aquello que desestimaron hacer cuando
ejercían la conducción, como la subdirectora del gobierno de De La Rúa, que
sigue clamando (aquí nos extraña que Tarcus se haga eco de ello) que en la BN los
trabajadores no responden a sus mandos (término castrense bastante
desubicado en un área sensible de la vida cultural): ?tu jefe no es tu jefe,
-dice Josefina Delgado-, vos respondés a tu sindicato?, ocultando que en el
2000/2001 codirigió la BN con jefes-delegados sindicales nombrados por ella
misma, en la etapa más opaca de la institución, donde la BN expulsó a un 50%
de sus lectores y favoreció una política de ocultamiento del patrimonio.
7. Resulta deplorable que las incipientes recuperaciones salariales, que
aún no alcanzaron a recomponer el entonces miserable poder adquisitivo de
los trabajadores en el 2001, se comunique como una falencia en la
distribución presupuestaria en el Estado nacional. Una etapa de recuperación
de las relaciones laborales tiene que ser necesariamente acompañada por una
justa retribución. El modelo del ajuste y el achicamiento sólo profundizó la
distancia que separa a las instituciones con la ciudadanía.
8. Agradecemos a Tarcus que reconozca en nosotros, hacia el final del
texto de su renuncia, a un sector gremial que comprende la necesidad de
fortalecer un nuevo sindicalismo. En efecto, la defensa de la fuente de
trabajo implica también la defensa a ultranza de la institución
pública como tal. En ello, renunciar cuando se camina no es la mejor opción. Los
problemas están para ser enfrentados y resueltos, y hoy la BN tiene muchas
mejores condiciones para su recuperación que las de hace dos años atrás. Entendemos que el centro del cuestionamiento que plantea Tarcus es la morosidad de González que interpreta como falta de voluntad política. Durante muchos años la administración cultural en las instituciones públicas fue dominada exclusivamente por un plantel cerrado de eternos funcionarios rotativos. Recién con el conflicto del 2004 se logró una cierta apertura. Lamentablemente esa fisura por la que entró otro tipo de directivos, con otras ideas, como Tarcus o González, se cerró y el cambio quedó reducido a la Biblioteca Nacional. Observamos que el viejo plantel acecha y festeja cualquier pérdida. Ello nos obliga a ser prudentes ahora. Provocar los cambios sin que peligren los logros concretos.
La Biblioteca tiene hoy una presencia más activa en la vida cultural de los
argentinos. La deficiencia en el aspecto bibliotecológico y funcional que Tarcus expone
y cuyo diagnóstico compartimos en varios aspectos se resuelve, creemos,
utilizando recursos ya existentes: los Consejos Asesores, los concursos
abiertos para los cargos críticos, un presupuesto digno y la comprensión de
la necesidad de renovar responsabilidades internas que no poseen la vocación
ni la mística necesaria para el desafío de refundar la Institución.
ATE - Junta Interna de Delegados ? CTA
BIBLIOTECA NACIONAL
Por suerte, no todo el mundo está al tanto de las rencillas personales. Desde afuera, uno puede ver que Tarcus habla de inventarios, de archivos, de catálogos, de digitalización, mientras que González, al menos en su respuesta en Página/12, habla de algo que no sé muy bien qué es.
ResponderBorrarDe paso: ¿alguién me puede explicar qué es y para qué sirve un "centro cultural"? Porque hay montones, mientras Bibliotecas Nacionales hay una sóla.