lunes, 31 de marzo de 2008

La interpretación de los hechos

Estamos todos locos

por Ernesto Tenembaum para Página/12

El conflicto entre el sector rural y el Gobierno puede ser analizado desde distintos puntos de vista. Como siempre, las perspectivas ideologizadas, maniqueas y moralistas suelen ser más estruendosas y vendedoras que las posiciones moderadas. También, suelen ser las que más daño le hacen al país. A mi entender –que, naturalmente, es discutible– hay dos posiciones extremas que evitan abordar lo que realmente es el tema de discusión. Para una de ellas –expresada por el Gobierno y por sus simpatizantes– se trata de un conflicto entre el campo popular y la oligarquía. Según esta concepción, el Gobierno, en defensa de los intereses de todos los argentinos, impone retenciones al campo, y la oligarquía reacciona con un lockout patronal con tufillo golpista. Algunos de los defensores de esta posición la atenúan, al destacar que el poder político debería atender los reclamos de los pequeños y medianos productores, pero que el eje del problema no es ése, sino el intento desestabilizador que pusieron en marcha los sectores del privilegio para evitar la distribución del ingreso. La posición opuesta sostiene que la voracidad fiscal del Estado oprime al campo, que mantiene al país y es víctima de una actitud autoritaria y rapaz. Por lo tanto, la única alternativa que les queda, para ser escuchados, consiste en desabastecer de alimentos al resto de la sociedad.
Es un clásico argentino. Demasiada gente grita, utiliza conceptos ideológicos, recurre a medidas extremas, patotea, alza las banderas para que pase la farolera, y muy pocos discuten realmente los hechos. Siempre fue así. Hubo bandos desde que comenzó la historia del país. Y palabras grandilocuentes, estruendosas que justificaban las peores locuras y ubicaban en el lugar del traidor a cualquiera que dudara: a izquierda y a derecha, siempre fue así. En este caso, quizás haya una lectura intermedia que permita percibir otros elementos. A mi entender, lo que ha ocurrido en la Argentina en los últimos quince días refleja la existencia de un serio problema de relaciones sociales que afecta a todas las partes y que las referencias ideológicas sólo contribuyen a disfrazar.
El Gobierno anuncia hace quince días la imposición de nuevas retenciones al sector rural, que se suman a las que ya existían. Esa medida, ahora se sabe, no representa demasiado –al menos en sí misma– ni para distribuir el ingreso, ni para nada. Es una medida de efecto marginal. Con toda la furia, permitiría recaudar aproximadamente 1500 millones de dólares. Para el Estado, eso es poco. Tan poco que representa apenas la tercera parte del tren bala, o la mitad de los fondos extras destinados para esa extravagancia, ya que esta misma semana el Gobierno anunció que deberá invertir 4000 millones y no los 1200 anunciados originalmente. Es decir que el Gobierno tenía margen para tomar la medida o para no tomarla.
No era de vida o muerte.
Podía darse un tiempo para agotar los esfuerzos para que tuviera consenso al menos en los sectores más débiles.
No hizo ni una cosa ni la otra: no contempló a los más vulnerables ni tampoco apeló a la política para tener una mínima red de consenso. Y no había incendio que justificara la urgencia.
Tanto es así que la argumentación oficial posterior al conflicto confirma esos elementos. Sostener que al campo le ha ido bien en estos años es una obviedad. Agregar que las retenciones son una medida justa, en fin, hasta Mario Blejer lo defiende. Insistir en que es necesario distribuir el ingreso es correcto. Recordar que la oligarquía rural siempre conspiró contra los gobiernos populares ya lo enseña Felipe Pigna en sus libros. Recitar que en el campo usan cuatro por cuatro es una pavada. Pero son todos artilugios, picardías, chicanas, para evitar el fondo de la cuestión.
Las preguntas clave sobre la manera en que se aplicaron las retenciones móviles son otras: ¿sabe el Gobierno cuál es el ingreso promedio de los productores de cincuenta o cien hectáreas, diferenciados por tipo de cultivo y región del país? ¿Sabe cuántos son? ¿Realmente ellos “la levantan en pala” o, en cambio, aunque les va mejor que hace unos años, están al límite, ganan menos, por ejemplo, que un jefe de Gabinete o un ministro o un periodista o un camionero? ¿Sabe cómo serían afectados por la ampliación de las retenciones? Esas preguntas no fueron respondidas en ningún discurso presidencial, por ningún reportaje de los concedidos por ministros, en ningún paper de los distribuidos por Economía. Esto es: o no lo saben –lo que era un requisito previo para tomar las medidas– o lo ocultan porque es un dato que no conviene difundir. Y es muy importante por varias razones: este paro no tendría ninguna legitimidad sin el aporte de los pequeños productores, ellos son los más duros en el conflicto; y, además, si se aplica un impuesto a un sector débil se lo pone ante la disyuntiva de entregar su propiedad a sectores más concentrados. Eso ha pasado muchas veces cuando la ideología va despegada de cierta solvencia técnica: se la justifica por izquierda pero suele tener efectos por derecha.
Hasta aquí, por lo menos en mi opinión, el Gobierno no ha conseguido explicar cuál era la urgencia de la medida, por qué no se intentó consensuarla, ni cuáles eran sus efectos sobre los sectores más débiles de la economía rural. Revistió el conflicto de recursos ideológicos muy eficientes en la sociedad argentina, que siempre tiene gente tan dispuesta a alzar las banderas, para que pase la farolera, mantatirulirulá.
Pero no explicó lo central.
La ampliación de las retenciones desató un nivel de irracionalidad sin precedentes. La decisión de los piquetes rurales de desabastecer el país, como primera medida de fuerza, tiene una magnitud difícil de encontrar en la historia democrática argentina. Es extraño que entre los ruralistas no haya aparecido al menos una voz sensata que advirtiera sobre la obscenidad de dejar pudrir alimentos en las rutas. Por donde se lo mire, es una canallada. Es mentira que la culpa de semejante barbaridad sea del Gobierno. Cualquier dirigente sabe que entre todo y nada hay un camino intermedio para recorrer. La decisión de cortar los caminos durante quince días parece más bien un intento revolucionario que una resistencia a una medida impositiva sectorial. Faltaban Pancho Villa o los coroneles franquistas y estábamos todos. La simpatía que semejante disparate generó en sectores diversos de la sociedad –los medios conservadores, sectores urbanos profesionales, entre otros– refleja, en todo caso, que la desmesura, el autoritarismo, el doble discurso, no afectan sólo al Gobierno.
Es decir: a partir de una medida difícil de justificar –por sus maneras y por la extensión de los afectados y por la ignorancia oficial sobre sus consecuencias en los eslabones más débiles–, se produce una respuesta de dimensiones aún más escandalosas que la medida en sí, con un agravante: la reacción podría haber causado muertes. El corte de los caminos por parte de los productores rurales debería marcar un ejemplo sobre lo que no debe hacerse en un país democrático. Podrá ser cierto que los pequeños y medianos productores no están en una situación holgada, pero tampoco son los más desesperados de la sociedad argentina. Y ellos, los que peor la pasan, jamás han respondido de manera extrema ante su sufrimiento.
Para colmo, del lado del Gobierno, ante la contundencia de la protesta, les enviaron a los camioneros de Pablo Moyano para amenazarlos, mientras los funcionarios respondían al “campo” –así, en términos generales, sin diferenciación– con insultos y provocaciones. Sobre llovido, mojado: a la medida original discutible, le siguió el intento de desabastecer al país y después el envío de patotas para desarticularlo. Luego, el discurso presidencial que abroqueló a todos los sectores rurales involucrados en contra y la reacción de cacerolas y manifestantes en todo el país para repudiar al Gobierno, pintadas a favor de Videla incluidas. Por si fuera poco, los Kirchner envían a Luis D’Elía a pegarles a los manifestantes disidentes. Todo esto, mientras en las rutas había situaciones delicadísimas: un enfermo cardíaco murió en Córdoba por los piquetes.
Es decir que durante quince días, a partir de una medida muy discutible tomada por el Gobierno –y, además, de no demasiada magnitud cuantitativa–, los argentinos estuvimos a punto –realmente, a punto– de agarrarnos a tiros.
Ese es el elemento central de esta semana.
A mi entender, el Gobierno tiene más responsabilidad que los ruralistas en todo lo sucedido, simplemente, porque un Gobierno es más responsable que los demás respecto del clima que crea en un país. Los funcionarios deberían medir la reacción que podría provocar una medida o un discurso. Pero, al mismo tiempo, es indignante percibir la magnitud de la respuesta y la condescendencia de los medios conservadores respecto de los piquetes más salvajes que tuvo la historia argentina reciente. Los Kirchner tienen una extraña vocación por la violencia callejera cuerpo a cuerpo. El envío de D’Elía a golpear disidentes –y su jerarquización en el palco oficial de Parque Norte– recuerda los cadenazos que recibieron otros caceroleros por parte de una patota oficial en Río Gallegos en diciembre del 2001, o el increíble aval oficial que recibió Daniel Varizat luego de arrollar con su cuatro por cuatro (no sólo las tienen los productores rurales) a una docente, o las patoteadas en el Hospital Francés. La derecha tiene una notable vocación por la violencia cuando justifica, defiende y promociona los piquetes que desabastecen a un país. Hay pocos inocentes en esta historia que, vale la insistencia, en cualquier momento, por un motivo u otro, provocará muertes que nunca son las de familiares de los dirigentes, de un lado u otro del espectro.
Con todo respeto, sin ánimo de ofender, es una historia demasiado triste y, por momentos, parece que están todos locos. La Argentina tiene una oportunidad única en estos tiempos: no hay amenaza militar, no hay amenaza de crisis económica. No ocurrió eso en un siglo. Hay plata y tiempo para reformar la educación, la salud, la ciencia, la infraestructura del país y cambiar la historia. Estaría bueno que, en el medio, no nos agarráramos a tiros por una medida fiscal de relativa importancia. Y que no revistamos de ideología, dignidad o lucha de clases lo que, simplemente, parece el reino de la estupidez, la ambición (de dinero, de poder), la exageración y la paranoia. Por momentos parece que el gran enemigo para el crecimiento de este país es la locura, que a ambos lados del espectro político se disfraza con conceptos ideológicos poco apropiados para lo módico que fue el disparador del conflicto.
Por supuesto, es más sencillo ubicarse de un lado o del otro. Calificar de traidor a todo el que duda o marca las incoherencias en ambas partes y alzar la bandera para que pase la farolera. En este país siempre hemos sido muy coherentes, siempre hemos tenido razón, siempre justificamos nuestra actitud en las barbaridades de los otros.
Y nos ha ido realmente muy bien.
¿O no fue así?

El país del diablo


BIN CINE presenta

EL PAIS DEL DIABLO
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Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente
NOCHE ESPECIAL / UNICA FUNCION
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Entradas en venta a partir del martes 1 de abril
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sábado, 29 de marzo de 2008

Primeras deposiciones (meconio)

por Daniel Link para Perfil

El barrio en el que vivo (por elección y no por fatalidad) difícilmente podría considerarse un barrio que simpatice con los intereses de la Sociedad Rural Argentina, ni siquiera por la cantidad de trabajadoras de la carne que puntúan sus esquinas. Es un barrio cosmobolita en el que han hecho su asiento diversas comunidades latinoamericanas y cada tanto los canales de televisión nos visitan cuando la fuerza pública intenta desalojar una propiedad "ocupada ilegalmente". El martes a la tardecita estaba trabajando cuando un rumor comenzó a filtrarse en mi conciencia, que vagaba lejos de las cosas de este mundo. Era el estruendo de las cacerolas que se colaba por mi ventana. ¿Una brecha cósmica se había abierto hacia el pasado? No: el barrio protestaba por algo que yo no sabía bien qué era. Prendí la televisión y me enteré de la inesperada alianza entre el campo y la ciudad en contra de un gobierno sobre cuyo estreñimiento yo ya había manifestado mi alarma. En los barrios más acomodados, pero también en el mío, abandonado desde hace décadas por las sedicentes políticas modernizadoras, se dejó oir la misma protesta que un ministro nacional y descerebrado cometió la imprudencia de considerar como "montada". Tal vez por eso, otro ministro mandó las tropas partidarias a desarticular la demanda, al menos en el centro, y se instruyó al ejército para que enfrentara a estancieros y campesinos díscolos. Los capangas de la tropa de asalto gubernamental remunerada esgrimieron el banderín antigolpista. Una periodista especializada en marcas de perfumes y de ropa identificó el style y asignó a los manifestantes a "la plaza de las trillizas". Pero en mi barrio no hay trillizas de oro y mis vecinos salieron, sin embargo, a las calles, no a pedir un golpe sino sinceridad, cosas concretas.
Es muy pronto para interpretar el unánime repudio ciudadano a un discurso presidencial viciado por el tono y la ausencia de contenidos, pero es evidente el descrédito de las promesas redistributivas en boca de políticos que no hacen sino demostrar que no están dispuestos a dar nada sino a retenerlo todo: valijas, índices, dólares, obras.


viernes, 28 de marzo de 2008

Levante.com

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jueves, 27 de marzo de 2008

Convocatoria de films 2008 DIVERSA ARGENTINA



NOVEDADES Buenos Aires, Marzo 2008



ESPAÑOL - ENGLISH BELOW
DIVERSA abre su Convocatoria de Films 2008

DIVERSA Festival Internacional de Cine Gay Lésbico Trans de Argentina invita a enviar sus cortos, medios y largometrajes con temática lésbico-gay-travesti-transexual-bisexual-intersexual para su 5ta edición.

El festival se realizará en la Ciudad de Buenos Aires en Noviembre de 2008.

El formato, género, año de realización y duración es libre. El límite para la recepción de obras para esta edición es el 1 de Agosto de 2008.
Para la preselección de material se deberá enviar una copia en DVD de la obra junto con la ficha de inscripción (disponible en la web o por email) debidamente completada a:

DIVERSA FESTIVAL
Charcas 4070 1 "B"
(1425) Capital Federal
Buenos Aires
Argentina
Te: (+5411) 4833-7266

festival@diversa.com.ar
www.diversa.com.ar


ENGLISH
DIVERSA opens Call for Entries 2008

DIVERSA International Gay / Lesbian / Trans Film Festival of Argentina is opening its call for entries for the 5th edition wich will be held in November 2008 in Buenos Aires.

If you are interested in participating please send us your gay-lesbian-travesti-transexual-bisexual-intersexual themed film, in DVD format, together with the complete entry-form (available on web or by email). The format, genre, release year and duration are free.

The deadline for material reception is August 1st, 2008.

We would love to count with your film!
We look forward to hearing from you.

DIVERSA FESTIVAL
Charcas 4070 1 "B"
(1425) Capital Federal
Buenos Aires
Argentina
Te: (+5411) 4833-7266

festival@diversa.com.ar
www.diversa.com.ar



ESPAÑOL - ENGLISH BELOW
Convocatoria para Galeria de Arte

Durante los días de duración del festival se realiza en paralelo una Galería de Arte con exposición de obras plásticas y fotográficas de temática GLTTBI; y mesas de disertación. Para ello ivitamos a los artistas interesados en participar con sus obras en este espacio a enviar imágenes de las mismas via email con sus datos de contacto a galeria@diversa.com.ar.

ENGLISH
Call for entries for Art Gallery
During the Festival there is an Art Gallery where several plastic artists and photographers exhibit works that explore and inquire about GLTB themes, developed with the purpose of exploring the images, identity and personal visions from different artist's perspectives. We Invite artists that could be interested in this project to participate of the selection for this years edition by sending the images via email with contact information included to
galeria@diversa.com.ar.


DIVERSA ® Cultura para la Diversidad
festival@diversa.com.ar | www.diversa.com.ar

Para ser removido de la lista responda este mail con "Remover" en el asunto.



La interpretación de los hechos

El juego de los errores

por Martín Caparrós para Crítica de la Argentina

Quizás el primer error no haya sido un error sino coherencia, triste coherencia. Cuando el Gobierno decidió imponer sus nuevas retenciones, tenía otras formas de hacerlo: por ejemplo, exceptuando a los pequeños chacareros. Dos tercios de los productores agrarios del país tienen menos de 200 hectáreas; entre todos juntan sólo el 3% del total de las tierras. O sea que dejarlos afuera habría costado, grosso modo, el 3% de la recaudación total del nuevo impuesto: alrededor de 50 millones de dólares, un vuelto. Con ese formato, la oposición a las retenciones no habría tenido masa crítica: habría podido transcurrir, si acaso, en despachos y restoranes finos, pero no en las rutas. No se habría producido el desabastecimiento que afecta a cada vez más gente, no habrían salido por televisión esas imágenes de chacareros modestos preocupados por su fuente de trabajo, y el impuesto habría tenido otra legitimidad: habría sido un pequeño intento redistributivo. No lo hicieron; puede que haya sido un error, pero es más probable que haya sido coherencia: como se ha dicho en este diario, el proceso de concentración económica no para y las grandes empresas siguen beneficiándose más y mejor que nadie. Pero, si fue coherencia, no supieron calcular sus consecuencias. Fue el primer gran error.
El error siguiente del Gobierno fueron esos días de inmovilidad e intransigencia mientras el movimiento crecía y se recalentaba: supusieron, supongo, que se caería por su propio peso, y pasó todo lo contrario. Hasta que llegaron las frutillas de la torta, por ahora. El primer error del martes fue el discurso de Kirchner: ¿cómo puede ser que un aparato político poderoso, que goza de todos los recursos del Estado, no alcance para prever que un discurso de confrontación iba a tener el resultado incendiario que finalmente tuvo? ¿No tiene la señora presidenta gente que compulse la famosa opinión pública, que le aconseje gestos que la favorezcan, que le proponga soluciones que solucionen algo?
Y, enseguida, el segundo error bruto: mandar tropa para “reconquistar la Plaza”. ¿No pensaron que esas imágenes de violencia en la calle, magnificadas por la falta de policía –que alguien desde el Gobierno retiró–, serían tan irritantes, tan contraproducentes para sus intereses? ¿No pensaron que, llegado este punto, sus aliados estarían en problemas y empezarían a mirarlos con recelo? En los últimos días, los gobernadores, los intendentes, los sindicalistas, los legisladores de las provincias productoras –que parecían incondicionales– se debaten entre apoyar al Gobierno que los financia y pelearse con las personas que los votan, o viceversa. Algunos empiezan a elegir viceversa, y el Gobierno se va debilitando.
La crisis se va a resolver de algún modo, aunque todavía no esté claro cuál. Lo que seguirá siendo, después, preocupante es la incapacidad: ¿van a seguir cometiendo errores tras errores? ¿Será que realmente no saben lo que hacen? ¿O todo tiene una lógica que no consiguen explicarnos?

La interpretación de los hechos

Fue una provocación

Por Beatriz Sarlo, para
La Nación

Estuve en la Plaza de Mayo más o menos a las once de la noche del martes. Poco después llegó una camioneta que transportaba un gran pasacalle con la leyenda “Sociedad Rural vergüenza nacional”.
A una señora que caminaba con su cacerola y su hija de seis o siete años le sugerí que se fuera porque iban a empezar las piñas. La señora quedó estupefacta, porque no sabía, ni nadie sabía en la Plaza de Mayo, que en el Obelisco ya le habían roto la cara a un manifestante. Que se venían las piñas era evidente para cualquiera que hubiera participado en alguna manifestación de los años setenta, experiencia que probablemente no realizó la mayoría de los que estaban allí en un comienzo.
La Plaza estaba llena de gente que, por los motivos más diversos, se había sentido provocada por el discurso de Cristina Fernández de Kirchner. No había grupos organizados, sino caceroleros autoconvocados en una linda noche de verano; tampoco había mucha oligarquía, salvo que para ir a la Plaza hubieran tomado en préstamo la ropa de algún subalterno de sus prósperas empresas.
Hablé con gente de San Telmo y Barracas que, por lo general, no vende soja a futuro en los mercados internacionales. O hijos de chacareros que estudian en las universidades porteñas y no viven como aristócratas. Cuando terminaba la noche por huida y dispersión, una mujer de la edad de la Presidenta dijo: “No creo que esta mujer haya sido una dirigente política en su juventud, porque yo estaba en la política y discutir con los JP era difícil. Había que ganarles, mientras que esta mujer me parece que nunca le ganó a nadie una discusión mano a mano”.
En la Plaza de Mayo no se oyeron gritos pidiendo que se fueran todos, como los que transmitió la televisión desde Olivos, cuya concurrencia parecía mucho más ajustada a las clases pudientes que la que estaba en la Plaza. Cuando entraron los kirchneristas, sus columnas, que habían llegado con banderas argentinas, estandartes rojos y negros de la JP y el gran cartel contra la Sociedad Rural, avanzaron por Avenida de Mayo casi hasta la altura del Cabildo.
Los fotógrafos y camarógrafos formaron para hacer su trabajo y durante casi media hora fueron la línea providencial que separó en dos a los manifestantes enfrentados. La policía de Aníbal Fernández formaba en la calle Perú, con una disposición difícil de descifrar.
A un militante de D’Elía que me saludó le dije: “Esto es una provocación”. No entendió, y por cinco minutos discutimos: una provocación significa que un grupo organizado irrumpe en la manifestación de otro grupo para romperla, si es necesario con violencia. Le dije: “En la tradición progresista, la provocación fue un acto político despreciable, atribuido casi siempre a la policía o a los enemigos de clase. Hoy, en cambio, los provocadores son ustedes”.
Los manifestantes de la Plaza no tenían cultura de enfrentamiento físico (ni siquiera parecía que tuvieran cultura de cancha). Jóvenes que podrían haber reaccionado con cierta resistencia física salían disparando por la calle San Martín o corrían por Avenida de Mayo hacia la Diagonal. En poco rato quedó claro que la Plaza les pertenecía a D’Elía y a Pérsico. El que haya asistido a cualquier enfrentamiento por el espacio público sabe que podría haber habido mucha más violencia si los manifestantes solidarios con el campo hubieran resistido sólo un poco a los kirchneristas.
Para el peronismo, la ocupación de la Plaza de Mayo tiene una carga simbólica enorme, cuya larga historia comienza el fundacional 17 de octubre de 1945.
Pérsico y D’Elía responden a una tradición que no hay que subestimar ni pensar que es totalmente instrumental: hay destellos de memoria y de identidades en conflicto, además de provocación e impunidad.
El 1° de mayo de 1974, los montoneros retiraron sus columnas de la Plaza de Mayo después de desatar una guerra de consignas mientras Perón estaba hablando. Se retiraron al grito de que volverían victoriosos. En cada acto peronista de esos años, la disputa por los lugares en la Plaza entre juventud peronista y juventudes sindicales incluyó desde el cuerpo a cuerpo, que avanza ganando metros por presión física, hasta el enfrentamiento a golpes o con armas.
Los bosques de Ezeiza fueron escenario, en 1973, de una disputa por el espacio que comenzó la noche anterior a la llegada de Perón: nuevamente juventudes peronistas y juventudes sindicales se toparon para colocarse en las primeras filas frente al palco que el líder no llegó a ocupar.
Finalmente, ese gigantesco forcejeo que cubrió hectáreas terminó con un enfrentamiento armado: desde el palco, grupos de la derecha peronista, que luego serían parapoliciales, tirotearon a los de abajo, donde también había algunas armas.
Si Cristina Fernández de Kirchner no ignora esta historia (o no la olvidó en los años pasados en Santa Cruz), debió elegir con más cuidado las palabras de su discurso del martes, que empezó así textualmente: “Las imágenes que me tocó ver especialmente en Semana Santa, siempre Semana Santa ha sido emblemática para los argentinos, como si fuera una señal pegada en esta oportunidad a una de las peores tragedias que tiene la historia argentina, y que fue la del 24 de marzo de 1976. Señales, tal vez, que se toma la historia, la casualidad, pero lo cierto es que en estos cinco días, el último día fue 24 de marzo”. La Presidenta les dio línea a Pérsico y D’Elía, que a los gritos acusaron a los manifestantes de haber apoyado la dictadura militar.
Se dice que Cristina Fernández de Kirchner habla bien. Su discurso no lo prueba, si hablar bien significa algo más que hablar de corrido, no vacilar ni confundirse con los tiempos de los verbos.
El comienzo de su discurso, al señalar un vínculo entre las manifestaciones ruralistas actuales y el golpe de Estado de 1976 tuvo dos defectos graves. En primer lugar, se trató de una sugerencia, como si una cuestión de esta magnitud pudiera ser dicha al pasar, sin tomar en cuenta que va a ser escuchada como línea interpretativa que puede dar paso a las acciones y no como la ocurrencia de alguien que visualiza “señales” sin ton ni son.
No era el momento adecuado para que la presidenta de la República esbozara su tesis historiográfica sobre la complicidad de cualquier sector de la producción agraria con el golpe militar.
Por otra parte, cuando un político pronuncia un discurso de esa dureza debe saber que cada uno de sus párrafos puede tener efectos poco controlables sobre quienes se sienten atacados y quienes se sienten expresados por sus palabras. Cuando la gente de Pérsico y D’Elía entró en la Plaza de Mayo para desalojar a los manifestantes, la consigna gritada contra ellos asimilándolos a la dictadura militar había estado sugerida por las “señales” que creyó descubrir la Presidenta, emanadas de una clásica oposición “oligarquía versus pueblo” que palpita, desde hace cincuenta años, en el corazón del peronismo. No era momento para reactivarla.
No puede decirse con certeza si los grupos de Pérsico y D’Elía fueron enviados allí. Lo que parece cierto es que el discurso duro de la Presidenta, la insinuación de coincidencia, las “señales” intuidas y la irrupción de los piqueteros constituyen un dispositivo político, más allá de quienes se mueven dentro de sus engranajes o quienes creen que pueden manejarlo.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Vergüenza ajena

Lousteau dijo que "no hay ningún elemento nuevo para cambiar" la medida y que las protestas tras el discurso de Cristina fueron "montadas".

Ordenan al Ejército y a la Armada proveer de vacas para el consumo.

Cristina Kirchner cometió
un error de los que hay pocos ejemplos aún en la política argentina.

Anoche, en inmediaciones a la manifestación en Plaza de Mayo agredieron al director de Editorial Perfil. Le pegaron y lo insultaron.

Los medios de todo el planeta reflejaron los incidentes de ayer tras las críticas de la Presidenta al campo; "Kirchner vive su primera gran crisis", tituló El Mundo, de España.

La plaza de las trillizas

martes, 25 de marzo de 2008

La interpretación de los hechos

OTRA PUEBLADA DESPUES DE UN DISCURSO PRESIDENCIAL

Un gobierno hipotecado, una crisis de largo alcance

Cristina Kirchner ha logrado con su discurso arrogante y provocador lo que solamente De la Rua había conseguido antes de ella: suscitar una rebelión popular. La presidente ataca el paro de los grandes pulpos y pequeños y medianos productores agropecuarios desde la ‘caja’ de De Vido, los fondos de Santa Cruz, la reprivatización de YPF y la creciente entrega del petróleo, los sobreprecios de Skanska, la 4x4 que Varizat tiró contra los docentes de su provincia, el pago de la deuda externa con la plata del Anses, una inflación imparable, los techos salariales y, por último, desde las patotas de la burocracia que ella ungió como sus aliadas, que van al ataque de los trabajadores que luchan, o desde los piquetruchos como D’Elía, que encubren las fechorías del oficialismo.
El paro agropecuario expresa el agotamiento definitivo de la política de devaluación monetaria y de intervencionismo arbitrario del gobierno en beneficio de la ‘burguesía nacional’ adicta.
Estamos ante una lucha por el reparto de la renta económica entre diversos sectores capitalistas, cuyas consecuencias las paga el pueblo con carestía y superexplotación.
La Federación Agraria Argentina e incluso muchos chacareros autoconvocados han desvirtuado el carácter independiente de su lucha al aliarse a la Sociedad Rural y a los pulpos agrofinancieros, que serán los mayores beneficiarios de la reivindicación de suspender los aumentos de las retenciones a las exportaciones. Los pulpos y los terratenientes tienen valuaciones fiscales irrisorias con la complicidad de los Kirchner, los Scioli, los Schiaretti o los Binner.
Estos grandes pulpos son los que sustentan, en América Latina, la ofensiva de Bush contra los procesos populares o de liberación nacional.
El componente popular de los cortes de ruta agrarios está desvirtuado por la dirección política y los reclamos del movimiento, que son los de la gran propiedad capitalista agraria.
El Partido Obrero quiere destacar el derrumbe completo de la política económica oficial, que es también una expresión de la crisis capitalista mundial.
La salida a este derrumbe no pasa por tomar partido por cuál sector capitalista se queda con el fruto del trabajo de la clase obrera y de los productores independientes.
Pasa por impulsar la nacionalización de la gran propiedad agraria y su arrendamiento a los chacareros necesitados de tierra y al servicio del poblamiento agrario, o de los obreros del campo.
Pasa por la nacionalización del comercio exterior y por sobre todo de los puertos privados (por donde los grandes pulpos contrabandean la exportación sin pagar retenciones), bajo control de productores y obreros, para asegurar que los beneficios de la producción sirvan a la industrialización agraria y a superar las grandes carencias sociales.
Ante la crisis abierta llamamos a los trabajadores a no permitir que la burocracia siga manejando las paritarias y a intervenir en ellas para imponer un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar y el fin de la flexibilización laboral.
Se ha abierto una crisis de largo alcance, económica pero por sobre todo política. El nacionalismo burgués concluye en un fracaso. El gobierno matrimonial está definitivamente hipotecado. Impulsemos una alternativa obrera y socialista.

Jorge Altamira

Para comunicarse con Jorge Altamira: 15 44 23 78 73

domingo, 23 de marzo de 2008

El tránsito lento

por Daniel Link para Perfil

Hay preguntas que vuelven como un ritornello, como un agua que no desemboca: "¿En qué se reconoce una política? Por supuesto, en sus efectos reales o imaginarios (previstos)". En dos años y un mes, Argentina celebrará con no se sabe para qué su Segundo Centenario.
Tal vez, sólo tal vez, el Teatro Colón esté reinaugurado para algarabía de embajadores, ministros y princesas invitadas. El Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, por su parte, seguirá siendo la nada que es ahora. La obra de ampliación del Museo Nacional de Bellas Artes no ha comenzado, como tampoco el reciclado del edificio de Correos. El Centro Cultural Recoleta es una ruina y los miles de metros que el "nuevo" Centro Cultural San Martín destinará a la tecnología de punta parecen un chiste de mal gusto en un país con problemas de provisión energética (sin ninguna nueva central prevista, salvo las termoeléctricas compradas a los apurones, que son como un
plug and play de bajísimo rendimiento, y además contaminantes), con trenes catatónicos y sin rutas adecuadas (la autopista Rosario-Córdoba no estará terminada este año y es sólo un tramo de los miles de quilómetros que se necesitan). El Teatro Nacional Cervantes sigue esperando el tiro final, el Riachuelo cada vez hiede más y la Reforma Educativa quedó en declaraciones de principios bellos. Mientras tanto, las clases en la Universidad de Buenos Aires comenzaron con edificios en situación crítica (algunos sin provisión eléctrica, otros sin gas, sin ascensores, con déficit de aulas y de implementos básicos) y la lluvia y el frío nos dan miedo como nunca antes.
No hay una sola obra de envergadura que permita pensar en efectos (reales o imaginarios) a mediano plazo. El gran problema argentino pasa estos días por las retenciones: no las retenciones a la renta agraria, ni la retención insensata de reservas en un país sin crédito, ni la retención suicida de los índices inflacionarios, sino la
retención de políticas de Estado. Es como si la casta de ministros tuviera problemas para evacuar ideas y proyectos: cien días de estreñimiento. Preguntas que no vuelven como un ritornello, me corrijo, sino como un cólico.

sábado, 15 de marzo de 2008

Pensamiento vivo

por Daniel Link para Perfil

El Sr. Fogwill, gracias a cuyo desafío público disfruto ya de una computadora libre de las inmundicias que la empresa Microsoft desparrama por el mundo, anunció la aparición de tres libros en el mismo mes. Dejé de lado las reediciones y me apresuré a leer Los libros de la guerra (Buenos Aires, Mansalva, 2008), porque la contratapa incluye un texto mío y quería saber qué peregrinos vuelcos de la imaginación y la opinión aparecía yo avalando. En algún momento del proceso de armado de ese libro, el editor me pidió que le escribiera un "Prólogo". "Si lo escribís vos, debería llamarse 'Trólogo' ", intervino el Sr. Fogwill, con la velocidad de réplica que tanto le envidiamos. Pero después la idea se disolvió en los calores del verano. Por fortuna, porque Los libros de la guerra no necesita de prólogo alguno y mucho menos de uno mío.
Hace muchos años (tantos que ninguno de los dos llevamos ya la cuenta) recibí una carta firmada por el Sr. Fogwill en la que me reprochaba una lectura que yo hacía sobre El entenado de Saer y, más precisamente, sobre el artículo de Frege "Über Sinn und Bedeutung" que yo usaba apresuradamente para justificar mi desagrado por esa novela.
Hace unos meses, el Sr. Fogwill me obsequió una cajita de los asquerosos bocadillos de regaliz que un amigo le trae de Francia para ayudarlo a combatir su tabaquismo. Los adopté para mi propia cura y hace unas semanas Edgardo Cozarinsky (que aparece elogiado tres veces a lo largo del libro) me proveyó una partida entera de Cachou Lajaunie. Gracias a esa acción concertada, ha disminuido considerablemente mi rendición a ese placer que (como todos) me perjudica un poco.
Los libros de la guerra
recopila veinticinco años de intervenciones públicas sobre sexo, tabaco, políticas culturales, literatura, Estado y guerra. Leído de corrido, es de una lucidez y una coherencia que espantan (decir que está muy bien escrito sería caer en obviedades). Las personas de mi generación recordaremos sólo algunos de esos textos (las intervenciones del Sr. Fogwill, cuando creyó oportuno realizarlas, se inscribían en la lógica del terrorismo discursivo: aquí o allá, sin previo aviso). Pero los ejercicios de pensamiento vivo del Sr. Fogwill, sus educadísimas y elegantes argumentaciones, su confianza en la verdad y en la belleza, nos han formado. No diré que Los libros de la guerra es uno de los libros más importantes de este año ni que los jóvenes lo leerán con provecho. Diré sólo que debería ser de lectura obligatoria en todas las escuelas de la Patria.

viernes, 14 de marzo de 2008

Olor a hombre

poe Daniel Link para SOY de Página/12

Tom de Finlandia es el nombre de una
fundación dedicada a preservar la memoria de un dibujante notable y de lo que, con gran generosidad, sus autoridades llaman “arte erótico”, pero también identifica la obra de aquel dibujante, nacido un 8 de mayo de 1920 con el nombre de Touko Laaksonen en el seno de un matrimonio de maestros luteranos de Kaarina, pequeño pueblo finés.

Un perfume que dentro de poco saldrá a la venta estará asociado a la misma marca y, por lo tanto, a la misma sencilla utopía que Touko se habría propuesto realizar en su obra futura. La Fundación Tom de Finlandia pidió a Etat Libre d'Orange, la empresa que había lanzado la fragancia Rossy de Palma, un producto que no ocultara el verdadero olor de un hombre sino que lo potenciara. Antoine Lie, el perfumista de la firma, interpretó la utopía cabalmente y la tradujo en una mezcla que evoca “el aire libre y la profundidad de los bosques”.

La asociación entre Tom de Finlandia y L'Etat Libre d'Orange, cuyo manifiesto de seis artículos incluye frases como “El perfume ha muerto, viva el perfume”, “una tierra de libertinaje olfativo”, “un territorio de expresión subversiva”, hace prever que usar esa fragancia equivaldrá a una declaración de principios.

A los 19 años, el joven Touko huyó a Helsinki, donde estudió dibujo publicitario en la Academia de Arte, bebió del caliz prohibido, adoptó el nombre que haría temblar de expectación al mundo. Movilizado en 1944, participó de la batalla de Karelia donde tuvo que matar a un soldado del ejército soviético. Vuelto a la vida civil, estudió diseño gráfico y música, trabajó como dibujante publicitario free-lance, tocó el piano en hoteles de dudosa categoría.

En 1957 comenzó a colaborar con la publicación masturbatoria de bolsillo Physique Pictorial (1951-1990), donde publicó los dibujos y las historias gráficas que le darían fama y fortuna, sobre todo a partir de la década del setenta y sus repetidas incursiones en la escena leather californiana, que encontró en él a su huesped de honor y a su Picasso.


Physique Pictorial se especializaba en fotografías de pin-ups masculinas y fisicoculturistas (por ejemplo: LaLanne, Dallesandro, Steve "Hercules" Reeves y Mickey Hargitay, más conocido como marido de Jayne Mansfield).

Sus artistas más importantes fueron George Quaintance,

Etienne y Tom de Finlandia, responsable de varias portadas.

Hay libros con recopilaciones de dibujos del finlandés, y periódicamente también hay muestras en importantes museos de arte contemporáneo de Estados Unidos y Europa. Podría tratarse de un gigantesco malentendido, de los muchos que suceden cuando dos culturas se tocan, pero mejor es pensar que la obra de Tom de Finlandia dio, como la flecha del arquero zen, en un blanco que estaba dispuesto a que le dieran desde hacía ya bastante tiempo.

¿Dónde y por qué triunfó la utopía Tom de Finlandia? La pregunta no es fácil de responder porque lo primero que los comentaristas destacan es el modo en que el artista ha influido en el imaginario de y sobre la sexualidad masculina contemporánea (desde el gimnasio de acá a la vuelta hasta Fassbinder). El modo, podría decirse, en que lo ha embrollado todo, obligándonos a tener que callar, no por pudor o respeto, sino por no saber qué decir. Tom de Finlandia supo captar un silencio de época e hizo con ese silencio una fiesta del sinsentido: arte por el arte.

Lo segundo que se señala de esa obra es el triunfo y la apoteosis del chongo: se trate de retratos de hombres solos o de escenas de intercambio sexual (géneros ambos en los que Tom de Finlandia descollaba),


leñadores, vaqueros, soldados, policías, deportistas, malandras (los emblemas más trillados de la masculinidad nórdica) aparecen como animales de producción sexual de una superioridad física (que no hay que confundir con perfección, ni mucho menos) tan barroca como desenfrenada. Y, además, son la transcripción visual de un goce que es el resultado de una usurpación histórica: el goce femenino (o la versión que de él es capaz de hacerse cualquier hombre). Eso, parecerían decirnos esos personajes inverosímiles desde todo punto de vista (el físico, desde ya, pero también el caracterológico), es un hombre verdadero: la carne trabajada, la erección, y el goce femenino. ¿Pero, cómo? ¿No había, nos dijeron....diferencia?

Lo tercero que hay que destacar de la obra de Tom de Finlandia es la deliberada y obsesiva negación de la diferencia o su deslizamiento hacia un sistema de clases pueriles (hombre/ mujer, macho/ afeminado, activo/ pasivo, hard/ soft, que no son patrimonio de ninguna “comunidad organizada” sino de la cultura contemporánea en su conjunto).

Al incorporar ese sistema de clasificación, y al celebrar siempre el mismo término (hombre, macho, activo, hard) podría pensarse que Tom de Finlandia no hace sino refrendar el más transitado de los esquemas de pensamiento (el mismo que hace del sol un principio activo y de la luna un principio pasivo, basado en la sola disposición a extasiarse ante la emisión lumínica, es decir: la eyaculación solar. Pero no, y por eso la marca resiste todos los embates: esos hombres conocen el secreto del goce femenino y, además, lo experimentan.

Son los herederos, podría decirse, de Tiresias, aquel sabio griego que, juguete de los dioses, había atravesado las fronteras de la sexualidad y de los géneros, al mismo tiempo. Lo más festejado de la obra de Tom de Finlandia no es sino la recreación en otro contexto cultural de los mismos sueños eróticos de la mitología griega, esa pesadilla de pasiones que atravesó los siglos y todavía nos alcanza. Ovidio, a quien se reconoce también como precursor del cinematógrafo, es el más célebre de los precursores de Tom de Finlandia: el poeta que cantaba los deseos de los dioses, aquél a quien el fascista Octavio Augusto tuvo que desterrar de Roma porque le arruinaba el efecto en general piadoso de su estilo de gobierno.

El gusto pueril de Tom de Finlandia por lo mitológico se nota, por ejemplo, en la predilección del dibujante por equivalencias fijas entre profesiones y caracteres, propio del imaginario de infancia, es decir: de lo que se supone que la infancia (esa zona indiscernible de lo humano) imagina (“¡Qué querés ser cuando seas grande?”). Masculinidad: profesiones rudas, sexo hard (y goce femenino, y además: solo eso).

La utopía Tom de Finlandia, como toda utopía, es ajena a la razón, como la infancia, y, francamente, por eso mismo inocente y encantadora: no hay maldad en ese universo, tampoco estado, religión, raza, clases sociales, nos dicen esos dibujos. Los hombres se nos aparecen más allá de las fuerzas de este mundo: dioses, héroes, dispuestos a y merecedores de todo.

Los dibujos de Tom de Finlandia gustan. Y gustan a públicos exigentes. Son incorporados a las colecciones permanentes de museos como el MOMA. Se elogia mucho la terminación de esos dibujos y la maestría con la que Tom de Finlandia (7 de noviembre de 1991: enfizema) hizo del acabado (el orgasmo, la atención al detalle) un gran asunto de las artes visuales en la época pop.

Sea. Pero también gustan porque se lo asocia a la realización de un imposible: la infancia adánica, el heroismo griego, lo pueril, lo natural, al mismo tiempo: la reunión de masculinidad y goce femenino. Y ahora el perfume, resumen de todas las contradicciones: una fragancia que no distorsione lo natural del hombre (esa nada desenfrenada), sino que lo revele.